El Diario

¿Habrá castigo por los sobornos de Odebrecht?

- Gardenia Mendoza MEXICO

“¡Muy bien, campeón: vamos con todo!”. Las palabras que pronunció Luis Videgaray, uno de los hombres más cercanos en su momento al presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018), retumbaron en el cerebro del entonces director de la paraestata­l Petróleos Mexicanos, Emilio Ricardo Lozoya, quien nunca las olvidaría.

Aunque parecían pueriles, como para alentar a un niño a que juegue bien el futbol, en la cancha de Emilio Ricardo no fue un asunto fácil, según dijo en la averiguaci­ón previa filtrada a medios de comunicaci­ón desde la Fiscalía General de la República y considerad­a auténtica por el propio presidente Andrés Manuel López Obrador.

Esas 26 letras fueron el logro de muchas truculenci­as, sobornos, actos ilícitos y penurias. Aguantar gritos, codicias, chantajes; chismorreo­s, quejas... En pocas palabras, de jugar entre lodo del poder y batirse hasta lo último durante el tiempo que hizo equipo con Peña y Videgaray como enlace internacio­nal en la campaña electoral en 2012. Y después como director de Pemex, donde fue sus ojos y oídos.

Ahora es lengua porque pactó ser testigo protegido del actual gobierno mexicano a cambio de tratos preferenci­ales en el juicio por su participac­ión en los actos ilícitos que ya confesó.

Las ventajas de ese acuerdo como informador se desconocen a detalle. Sólo se sabe que pasó de ser un ambicioso estudiante de doble carrera de licenciatu­ra (economía y derecho) y una maestría en Harvard (en Desarrollo Internacio­nal); de ser un alto Funcionari­o del Fondo Monetario Internacio­nal y una joven promesa en el gobierno mexicano, a un prófugo de la justicia hasta que el gobierno de AMLO lo devolvió a México como delator.

Lozoya sostiene que el objetivo del gobierno de Peña Nieto no era abrir a la monopólica Pemex al capital privado porque estuviera convencido de que era lo mejor para México, sino porque la empresa brasileña Odebrecht quería nuevos contratos y renovacion­es de otros en la paraestata­l mexicana y para ello metió plata, mucha plata. Millones de dólares en la campaña de EPN, primero, y luego otros más para la oposición en el Congreso.

Así que, para no ser el único juzgado, levantó una demanda penal en contra de dos expresiden­tes a los que señala puntualmen­te de beneficiar­se de los sobornos de Odebrecht: Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón; además de dos ex candidatos presidenci­ales: José Antonio Meade (PRI) y Ricardo Anaya (PAN).

También a decenas de exlegislad­ores para que votaran en 2014 por la Reforma Energética, ente ellos los panistas Francisco Javier García Cabeza de Vaca, actual gobernador de Tamaulipas; Francisco Domínguez, hoy mandatario de Querétaro. Y, bajo otras circunstan­cias al expresiden­te Carlos Salinas de Gortari, entre otros.

“El reto de la fiscalía es demostrar que no hay una motivación política, porque ahora prefirió dar la informació­n a la prensa y no reservarla para la investigac­ión”, advirtió el analista José Antonio Crespo. “Ahora tendrá que probarlo. Las autoridade­s deberían ir contra todos los involucrad­os”.

Sobornos

Emilio Lozoya dice que hay testigos, videos, recibos firmados por gente enviada especial para recibir la plata.

El embrollo

Desde Bosques de los Ciruelos 194, una lujosa residencia en la capital mexicana donde Emilio Ricardo Lozoya enfrenta a la justicia en libertad condiciona­l, declaró que por allá a principios de la década pasada, él asesoraba a Luis Weily, directivo de Odebrecht en México porque éste quería expandir sus negocios en América Latina, México y medio Oriente.

Hoy Weyll está asociado con sendos escándalos también en Perú y en Brasil por el uso de dinero para sobornos, pero en los tiempos que narra el exdirector de Pemex no había este precedente público y por eso sirvió de enlace con algunos empresario­s de Hidalgo y Veracruz y hasta en los en los Emiratos Arabes.

De esta relación y ávidos de dinero para su campaña de 2012, Lozoya dice que Peña Nieto y Luis Videgaray se acercaron a él para llevar y traer mensajes de sus oscuras intensione­s: que si Odebrecht les soltaba el efectivo para ganar la Presidenci­a de México, ellos le darían jugosos contratos en Pemex pues promovería­n un cambio legal para la inversión privada.

Tal cual se lo dijo a Luis Weylll en la cafetería El Globo, entre cuernitos, conchas y chocolatin­es. Ambos se entusiasma­ron. El primero prometió soltar seis millones de dólares, pero al final soltó cuatro millones, de los cuales, Lozoya se quedó con 1.5 millones. El resto se fue como agua pues de entrada había que pagar 1.6 millones de dólares para consultore­s extranjero­s tales como Dirk Zavala, Ean LLC, José Eshkenazi, Markham, Bendixen,

Chlopal Leonard y Mauricio Sánchez.

Como sea, el voto le dio la victoria a Enrique Peña —entre acusacione­s de comprar sufragios con dinero en efectivo— y el siguiente paso era la aprobación de la Reforma Energética para cumplirle a Odebrecht y darle sus contratos. “Para 2013 la relación ya no era de soborno-contrato soborno, sino más profunda. Se trataba de ejercer influencia sobre el presidente de la república y el legislativ­o de México”, dijo Emilio Ricardo Lozoya.

Así empezó otra etapa en la trama de sobornos a la oposición, principalm­ente a legislador­es del PAN, quienes cargarían la balanza.

Lozoya afirma que esta fue una de las etapas más convulsas para él porque Videgaray lo puso a liderar la repartició­n de sobornos a políticos con mucha ambición, dispuestos al chantaje y a vender su alma al lado oscuro con tal de hacerse de mucho dinero.

“¡Querían hasta 50 millones de dólares!”, dijo.

Al final, hasta los de mayor apetito se conformaro­n con menos, dice Emilio Lozoya, pero costó tragos amargos hacerles entender que no había tanto dinero como imaginaba su ambición, como ocurrió en medio del evento internacio­nal Ceraweek en Houston, donde Francisco Domínguez, actual gobernador de Querétaro, tomó la bandera de México y la lanzó por los aires gritando, en estado de ebriedad, “aquí hay traición” porque no se le estaba dando los millones que esperaba.

De esta situación y de muchas otras, Emilio Lozoya dice que hay testigos, videos, recibos firmados por gente enviada especial para recibir la plata. Hombres y mujeres de confianza, choferes, secretario­s particular­es, propios… que se internaban en los sótanos o en los estacionam­ientos con maletas de ruedas para que aguantaran

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FOTOS: GETTY Emilio Lozoya fue la conexión entre Odebrecht y el estamento político /

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