LA CONVENCIÓN REPUBLICANA EN UN MUNDO PARALELO
El presidente Donald J. Trump, quien durante los pasados tres años y medio nos ha querido hacer creer que no dijo lo que dijo o que no ha hecho lo que ha hecho, se dedicó esta semana de renominación a la presidencia a tratar de convencernos de que no es quien es.
Es una película de sí mismo ya tan gastada, que cualquier forma de justificar sus preferencias supremacistas suena y tiene un sabor a hipocresía, y se convierte en un insulto nacional cuando lo transporta a una plataforma política como la Convención Nacional Republicana, que no ha sido otra cosa que un retorcido acto de magia precisamente para tratar de sanear la imagen de Trump y revenderlo a los votantes.
El mago mayor, Trump, adorador de dictadores, el rey de la división, la política bajuna, el mentiroso, xenófobo, sexista, clasista, prejuicioso y antiinmigrante, quiso pintarse como un estadista magnánimo, incluyente, preocupado por los trabajadores, por las minorías, por los inmigrantes, por las mujeres, por la nación.
Pero hay que haber vivido bajo una piedra durante estos pasados años para dar credibilidad al teatro que ha sido la Convención Republicana, donde afroamericanos, latinos e inmigrantes fueron utilizados para llevar un falso mensaje de “inclusión”
Nada de lo presentado coincide con la dura realidad de las políticas públicas de la administración Trump en diversos rubros, como la inmigración, y mucho menos refleja el historial de este presidente, o del ciudadano
Elecciones
El 3 de noviembre se sabrá si hay cambio de mando o si los votantes prefieren seguir viviendo en el mundo paralelo de Trump.
Trump previamente, en su trato discriminatorio hacia inmigrantes, minorías étnicas y mujeres. Sus aduladores, por supuesto, seguirán insistiendo en que la “pureza” con que el mandatario blande su mano para gobernar sin ser político sigue por el camino “correcto” de un EEUU que ya no existe.
La escena de la naturalización de los cinco inmigrantes en la Casa Blanca es uno de los más claros ejemplos. Esta administración ha hecho lo indecible para limitar la inmigración documentada y para entorpecer el proceso de naturalización y desaparecer el proceso de asilo. Pero ahí estaba un sonriente Trump dando la bienvenida con una falsa sonrisa a estos nuevos inmigrantes, algunos de los cuales, según el Wall Street Journal, no sabían que participarían de la Convención.
Y mientras Kenosha, Wisconsin, arde en manifestaciones tras el incidente en que el afroamericano Jacob Blake fue baleado por la espalda por un policía dejándolo parapléjico, Trump y sus voceros ignoraron el problema de fondo, optando por invitar a oradores afroamericanos, como si contar con su presencia resolviera el problema de las tensiones raciales en este país y del racismo sistemático en las agencias policiales.•