Historia de amor de la pareja más longeva del mundo
go la pareja selló su amor casándose el 7 de febrero de 1941 en la “Iglesia El Belén”, la más antigua de Quito, de manera secreta, pues las familias de la pareja se oponían a su relación.
Hasta la fecha llevan 79 años casados y aseguran que el paso del tiempo no ha hecho otra cosa que fortalecer su relación, en la que el gran amor y respeto mutuo se han convertido en los pilares para permanecer unidos tanto tiempo en plena madurez.
Con un discurso acompasado que refleja el ineludible paso de los años, tez blanca y el pelo de níveo como el algodón, Waldramina cree que su secreto ha sido la paciencia y el respeto.
“Él me estimó bastante y cualquier situación que hubiera en pocas horas la arreglaba, explicándonos el porqué había sucedido y luego todo ya está bien”, menciona con la mirada perdida como quien rebusca entre sus efímeros recuerdos.
Ese respeto se aprecia al reconocer las debilidades de cada uno, como que su marido, fatigado tras varias entrevistas, se retire a descansar a un cuarto aledaño.
A pesar de haber dedicado toda su vida a la docencia, en la actualidad ambos disfrutan de su jubilación y de la compañía del otro y de la familia.
Ambos fueron padres de cinco hijos (uno de ellos, el mayor, murió a los 58 años), todos ellos profesionales, y tienen hoy 11 nietos, 21 bisnietos y 9 tataranietos.
La centenaria comenta que a su esposo enseñaba a bailar a sus hijos porque le encantaba, “bailaba muy bonito”, aduce, mientras ella observaba, pues se define como más severa.
“No concebía la mentira, sino siempre la verdad y es ese camino es el que quiero que mis hijos cumplan, asímismo ayudar a toda persona que lo necesite”, aclara Waldramina.
Una de sus hijas, Aura Cecilia, relató a Guiness que las actividades que más disfrutan hacer juntos sus progenitores son ir al teatro, al cine y reunirse con sus allegados y parientes más cercanos.
Otra de sus aficiones es sembrar y cultivar plantas para compartir la cosecha
con la familia y amigos.