José Ramón Paño:
“Nuestra prioridad ha sido y sigue siendo que los más graves sobrevivan el embate inicial de la enfermedad, pero es necesario prestar más atención (investigación) a las consecuencias a medio y largo plazo”.
ciones de distanciamiento social de dos metros.
Hay científicos que defienden que ya hay pruebas suficientes de la transmisión aérea (aerosoles) y otros que señalan que la detección del virus en aerosoles no significa que este mecanismo sea el principal responsable de la propagación de la infección, recuerda José Ramón Paño, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínico de la provincia española de Zaragoza, una de las más afectadas por los rebrotes este verano.
¿Hay inmunidad?
Una de las incógnitas en las que aún indaga la ciencia es por qué muchas personas infectadas no presentan síntomas (hay estudios que las cifran en un 20 %). Se ha sugerido que por desarrollar una respuesta inmune rápida, por presentar una inmunidad previa por una reacción cruzada con otros coronavirus, por factores genéticos o porque la carga viral sea muy baja en el momento de la infección.
En los niños se ha apuntado que pueden tener un sistema inmune inmaduro que no desarrolle esa tormenta de citoquinas (moléculas) que hace que el sistema inmune se descontrole y que parece ser uno de los factores que agrava la enfermedad, o que la frecuencia de estímulos inmunológicos recibidos por vacunas infantiles tengan cierto papel protector inespecífico contra el coronavirus, pero aún no se sabe a ciencia cierta, según López-Goñi.
Tampoco está clara la reinfección y cuánto dura la inmunidad. Tras el seguimiento a 349 pacientes sintomáticos, científicos chinos constataron que el 70 % mantiene anticuerpos neutralizantes al menos seis meses, y otro estudio preliminar a partir de un brote en un barco sugirió que estos anticuerpos podrían prevenir de nuevas infecciones.
En cuanto a las personas sanas, varios trabajos han apuntado que algunas podrían tener células inmunitarias capaces de reconocer al SARS-CoV-2 y el motivo podría encontrarse en infecciones previas con otros coronavirus como el del resfriado común, aunque esta posible reactividad cruzada debe aún estudiarse en profundidad.
La covid-19 afecta fundamentalmente a los pulmones pero en casos graves el daño puede extenderse al corazón, hígado, riñones y a partes del sistema neurológico, pero aún no se conoce su duración.
José Ramón Paño afirma que todavía es demasiado pronto para poder hablar de secuelas, entendidas como una consecuencia definitiva o a largo plazo; no ha transcurrido
el tiempo suficiente desde el momento de la infección inicial.
Desde esta perspectiva, las que más preocupan son las secuelas respiratorias en relación con una posible evolución a fibrosis pulmonar en algunos pacientes, declara este experto, para quien también es destacable la variabilidad en la recuperación.
“Hay personas que recuperan la normalidad en pocos días pero hay otras cuyos síntomas persisten en lo que algunos han denominado 'covid largo o prolongado': cansancio, debilidad marcada, dolores musculares u osteoarticulares, dolor de cabeza o dificultad para concentrarse”.
Son síntomas muchas veces con poca correlación objetiva pero no por ello menos importantes si alteran la calidad de vida del paciente; “afortunadamente, la inmensa mayoría, más o menos lentamente, tienden a la resolución de sus síntomas”.
“Nuestra prioridad ha sido y sigue siendo que los más graves sobrevivan el embate inicial de la enfermedad, pero es necesario prestar más atención (investigación) a las consecuencias a medio y largo plazo”, concluye este médico del Clínico de Zaragoza.
Transparencia y veracidad, asignaturas pendientes
El control de los brotes es ahora el quebradero de cabeza de autoridades y sanitarios. Para frenarlos, además de respetar las normas y dotar a las ciudades de rastreadores, es necesario desarrollar sistemas de autodiagnóstico rápido, sencillos y baratos que no requieran muestras de sangre y se puedan realizar en casa.
Aunque la sensibilidad sea menor que con una PCR, podrían ser útiles para el cribado de la población, opina López-Goñi, quien asegura que la tecnología está desarrollada, solo hay que implementarla.
Hay que tener datos fiables, coordinados y rápidos; para el investigador de la Universidad de Navarra es “sorprendente” que esto aún no sea posible. Sin datos -dicees muy difícil gobernar una pandemia.•