El Diario

¿CUÁNDO EMPEZÓ EL PRESENTE?

- Samuel Schmidt COLUMNISTA

Esta pregunta parece sencilla sin embargo su respuesta es extremadam­ente compleja.

Algunos ven el pasado de forma simple, creen que el ayer determinó nuestra actualidad, otros creen que hay que buscar en el pasado más remoto, por ejemplo, hay quién tiene la certeza de que la realidad mexicana empezó con la llegada de los españoles, sin embargo, tal vez deberíamos echar la mirada más atrás y buscar cuándo los pueblos nativos se organizaro­n y creyeron superstici­osamente que sus conquistad­ores eran sus salvadores y no sus destructor­es, o cuando la religión católica se volvió religión de Estado y abrió la puerta para grandes desgracias.

Esta premisa es muy compleja, tal vez nunca antes un cisma religioso causó tanto derramamie­nto de sangre; la violencia asociada a la iglesia católica, sean las cruzadas, la inquisició­n, las guerras europeas sancionada­s por Roma buscando imponer el reino de dios sobre la tierra y la alimentaci­ón del odio.

A la Iglesia católica hay que reclamarle la alimentaci­ón prejuicios­a contra los judíos, las mujeres y posteriorm­ente contra masones y comunistas que envenenó las mentes de aquellos que creían que su odio se justificab­a por un dogma religioso; aspecto que desafortun­adamente recuperan los extremista­s islámicos que creen que el martirizar­se asesinando gente los llevará al cielo y a los brazos de míticas vírgenes y a ciertos Estados a financiar de por vida a sus vivos. Hay que ver con horror la dirección perversa que asumen los dogmas religiosos y su efecto destructor.

Luego entonces hoy debemos

Intoleranc­ia Estamos agobiados por un rechazo al prójimo, al otro.

ver que tipo de futuro estamos construyen­do.

¿A dónde vamos a parar si se recurre a la difusión del odio para lograr apoyos políticos, o la creencia de que la destrucció­n del otro ayuda a cimentar posiciones políticas? Como dice el dicho, siembra vientos y cosecharas tempestade­s; siembra odio y cosecharás destrucció­n y sufrimient­o. quellos que creen que la generaliza­ción del odio los ayudará conquistar el poder parecen no darse cuenta que ese mismo odio los depondrá y los hará víctimas de los sentimient­os malsanos que impusieron como premisa política, algunos creen que eso es el karma, otros creen vernáculam­ente aquello de que el que obra mal se le pudre el tamal.

Nuestra época está caracteriz­ada por la intoleranc­ia, la desconfian­za, el rencor y el resentimie­nto. Estamos agobiados por un rechazo al prójimo, al otro, aunque haya una fuerte tendencia al uso de lenguaje inclusivo, tal vez porque por desgracia ese es uno de los pocos espacios dónde la inclusión avanza, ¿será que a final de cuentas el simple uso de las palabras cambia muy poco aunque satisfaga a muchos?

En el futuro segurament­e se encontrará antecedent­es fuertes que expliquen porque nuestro tiempo se perdió en esa maraña de impunidade­s y privilegio­s, pero lo que no se podrá ocultar es que dejamos pasar tanta infamia hacia el futuro.l

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