EL DEPTO. DE JUSTICIA AL SERVICIO DE TRUMP
Ahora los impuestos que pagan los contribuyentes van a abonar el costo legal de los juicios privados en contra del presidente Donald Trump.
Todos lo estamos defendiendo con nuestro dinero, contra una mujer que dice haber sido violada por el Presidente antes de que siquiera se postulara y que lo lleva a juicio por difamación, ya que Trump negó conocerla y la acusó de mentirosa. A esta altura ya se sabe a quién creerle después de escuchar de la boca del presidente su técnica para manosear a una mujer.
No obstante, el Departamento de Justicia anunció que se hará cargo del caso. El argumento oficial es que el comentario de Trump sobre una acusación de un delito violento o cometido hace un largo tiempo, fue realizado mientras era presidente, por lo cual pasa a ser un caso de interés nacional.
Para eso se hizo una presentación ante el tribunal para que se designe a Estados Unidos, en vez de Trump, como acusado y así mover el caso a un tribunal federal. La esperanza es que allí los funcionarios federales tienen más posibilidad de salir inmunes en un caso de difamación.
Es una estrategia legal, pero no por eso menos ofensiva. Es otro ejemplo más de cómo el gobierno está a disposición de Trump. De cómo el individuo acusado por más de dos docenas de mujeres de abuso sexual y de difamar a diario en Twitter a quien se le cruce en su camino es protegido.
Se supone que el Departamento de Justicia es parte del gabinete del presidente. Pero no es su abogado privado. Es quien hace cumplir las leyes. El mayor conflicto de interés lo tuvo el presidente John Kennedy que nombró a su hermano Robert a encabezarlo. De ahí en más se trataron de cuidar las formas y quienes ocuparon ese cargo no ignoraban que trabajan para el Presidente. Pero respetaban las formas y leyes.
Trump, que en la vida privada siempre tuvo un abogado para hacer el trabajo sucio y arreglar sus desbarajustes, quiso hacer lo mismo con el Departamento de Justicia. Creyó que el senador Jeff Sessions era la persona por ser almas gemelas en su odio hacia los inmigrantes y lo nombró para el puesto. Se equivocó. Sessions se negó a ser su instrumento para defenderlo en la investigación de Robert Mueller sobre la conexión rusa con la campaña presidencial y el posterior esfuerzo para entorpecer.
El abogado William Barr, un creyente en la presidencia todopoderosa, fue para Trump el ideal para el cargo. Desde hace un año y medio no es más que un sirviente de los deseos. Ahora está cocinando una sorpresa antes de la elección para acusar a agentes del FBI que investigaron la “conexión rusa”. Quiere mostrar a Trump como una víctima del “estado profundo”.
Ahora Barr, para defender a Trump, nos involucró a todos en la defensa de un mentiroso y acosador sexual que quiere seguir reinando cuatro años más desde la Casa Blanca.l