México dejará de pagar a los exbraceros al extinguir los fideicomisos
No es algo con dedicatoria especial por parte de Andrés Manuel López Obrador. Pero ocurrirá esta semana: finalizará el programa de pagos simbólicos que subsanaban el robo de dinero por parte del gobierno de México a los exbraceros. Eso si el senado aprueba y él firma la desaparición de los fideicomisos, como ya adelantó.
“El fideicomiso mantenía una esperanza”, advirtió Efraín Arteaga, integrante del Movimiento Unificado de exbraceros.
Entre 1942 y 1964, cerca de cinco millones de mexicanos, de diversos estados, fueron contratados para laborar legalmente en los campos agrícolas y ferroviarios de la Unión Americana. En el convenio entre los gobiernos de México y Estados Unidos se determinó que éste último retendría el 10% del salario a los trabajadores y lo trasferiría a una cuenta bajo control del Estado mexicano y así ocurrió.
Luego el dinero desapareció y nadie supo dar cuentas de quién se lo quedó. Hasta la fecha es una deuda histórica tanto la causa como la consecuencia.
El gobierno de Vicente Fox ideó en 2005 el esquema de fideicomiso para dar un tipo de ayuda a los exbraceros y sus familiares que lograran comprobar su estancia en EEUU El proceso se burocratizó, los requisitos se volvieron tortuosos para muchos y la Secretaría de Gobernación sólo logró hacer dos listas de pago.
Luego llegó el sexenio de Enrique Peña Nieto y dejó de aportar desde 2012. Lo borró de una manera muy sencilla: no lo incluyó en el Presupuesto de Egresos de la Federación de cada año. AMLO siguió sus pasos a pesar de sus promesas de campaña de hacer justicia a los migrantes timados.
El fideicomiso creado para los exbraceros se quedó en suspenso con una bolsa de 158,000 millones de pesos (alrededor de $7,900 millones de dólares) en espera de más inyección de presupuesto por parte de la federación y una lista de nuevos beneficiados porque sólo se les había pagado a muy pocos.
Organizaciones de apoyo calculan que sólo se les dio el cheque simbólico por 38,000 pesos (alrededor de $1,900 dólares) al 6% de los afectados.
Efraín Arteaga dice que actualmente en la organización de la que es parte tienen a alrededor de 300,000 exbraceros, muy mayores o sus familiares sobrevivientes que tienen todos los papeles necesarios para reclamar el pago. Son de todas partes del país y están dispuestos a pelearlo ¡hasta las últimas consecuencias!
Rosa Marta Zárate, de la Red Binacional de organizaciones de exbraceros 19421964, cuenta que hay otros miles de víctimas que viven en EEUU en las mismas condiciones o peor porque no pueden viajar a México para cumplir con todas las exigencias de la burocracia mexicana.
Recuerda, por ejemplo, a una señora de Las Vegas a quien le detuvieron varias veces el proceso de recepción de documentos para reclamar el dinero de su esposo. “Yo la apoyé para presentar todos los papeles porque era muy complicado para ella. Le decían que llenado mal un formato, que si el nombre no estaba bien escrito y una vez la rechazaron porque en lugar de pagar 19 pesos pagó 18”.
—¿Insistimos?— le preguntó.
—Claro que seguimos: cada centavo es una gota de sudor de mi marido.
Batalla decisiva
López Obrador, ha sido enfático en su postura. Para él, quienes están a favor de los fideicomisos en realidad “defienden la corrupción” porque argumenta que éstos eran esquemas de subsidios opacos, denunciados en su momento por la Auditoría Superior de la Federación. Había aviadores (gente que cobraba sin tener el perfil), dinero sin comprobar, sin entender de dónde provenía o de dónde salía…
El presidente ha ido más lejos aún en sus conferencias de prensa matutinas donde ha aprovechado los reflectores para comparar la posible cancelación de los fideicomisos a “una confiscación de bienes por parte de Hacienda”.
“Les debería dar vergüenza, deberían ofrecer disculpas, pero es tanta su ambición del dinero, su prepotencia y malas costumbres que enseñan el cobre defendiendo lo indefendible”, advirtió.
Con ese mensaje de trasfondo, la mayoría de Morena, su partido, lo respaldó en la Cámara de Diputados donde se aprobó su extinción y pasaron el paquete al Senado, donde se espera una actitud similar para la eliminación.
La semana pasada, activistas de apoyo a los exbraceros se congregaron a las afueras de la Cámara de Senadores
en espera de audiencia. Eran unos 40. Desde el interior, algunos legisladores aceptaron el diálogo en grupos de 10 en 10. Pero sólo entró el primero de ellos. La senadora y exmigrante Nestora Salgado les dio un portazo.
En la calle, los braceros hicieron migas con los familiares de personas desaparecidas quienes también pelean su fideicomiso: el que les ha dado un poco de dinero para hacer personalmente las búsquedas ante la inacción de los ministerios públicos del país. Juntos, exbraceros y buscadores lograron interceptar a dos senadores.
José Narro y Noe Rocha les prometieron escucharlos, “ya ven que el presidente dijo que no se preocupen, que va a haber recursos”.
Efraín Arteaga dice a que los senadores los van a “madrugar” porque ya están citando a las comisiones para discutirlo y mañana se aprobaría el decreto y la audiencia saldría sobrando. Por eso, los representantes de los braceros volverán a las calles y podrían acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Dos discursos
El contrargumento de los exbraceros es que si el congreso extingue el fideicomiso como pretende, el dinero iría directamente a la Tesorería de la Federación para su uso discrecional. “Si antes no había transparencia, en adelante habrá menos”.
Los recursos del fideicomiso para los braceros venían de cinco fuentes: el presupuesto de egresos, las aportaciones
que a título gratuito realizaban los estados, los beneficios por la la inversión y administración de los recursos y bienes con que contaba dicho Fondo y otros aportes.
La Auditoría Superior de la Federación detectó durante varios años diversas irregularidades en el manejo de esos dineros, pero no se hizo una investigación judicial, ni antes ni ahora. AMLO optó por extinguir el fideicomiso como optó por desaparecer el Programa 3X1 con argumentos similares.
Rosa Marta Zárate, de la organización binacional de ex braceros, reconoce que había corrupción, pero no sólo desde el fideicomiso sino desde el interior de la Secretaría de Gobernación. “Se ponían de acuerdo entre los funcionarios y los abogados y representantes de los braceros y se les cobraba un porcentaje a los viejitos para ponerlos en las listas de beneficiados del programa”.
“En una ocasión mandamos a una abogada de la organización a una reunión en un restaurante donde nos hicieron esa propuesta de que se partieran las ganancias entre ellos y nosotros”, cuenta.
Zarate concluye que el reto va más allá del fideicomiso porque hay un saldo para los exbraceros y se les debe pagar, independientemente de la forma.
Entonces, dijo, se debe evitar a toda costa cualquier esquema que cueste dinero a los trabajadores, sea por fideicomiso o cualquier otra vía. Al final de cuentas es gente mayor, enferma, pobre y, para colmo, también abusada.l