El Diario

LECCIONES DE UNA DEMOCRACIA RECUPERADA

- Maribel Hastings y David Torres COLUMNISTA­S DE AMERICA’S VOICE Y AMERICA’S VOICE EDUCATION FUND

Las espontánea­s manifestac­iones públicas de alegría por la derrota de Donald Trump y el triunfo de la fórmula demócrata Biden-Harriss recordaban naciones donde es derrocado un dictador, más que una elección en Estados Unidos. Fue una despresuri­zación social tan ansiada como postergada, el producto del esfuerzo por rescatar un país secuestrad­o. Fue la muestra más palpable de una democracia recuperada.

El triunfo de Barack Obama en 2008 fue inspirador, pero lo ocurrido el sábado, al conocerse el triunfo de Biden, fue una catarsis colectiva tras los cuatro años de ansiedad e incertidum­bre.

Todavía queda por ver qué ocurrencia­s tiene Trump en los días que le restan en el cargo. Hasta el momento, como se sabe, se ha negado a aceptar la derrota y sigue considerán­dose “víctima” de un supuesto.

Unos 75 millones de estadounid­enses le dieron su voto a Biden, quien tiene ante sí la labor titánica de gobernar una nación dividida con un Congreso hasta ahora también dividido. El presidente electo además lidera un bando demócrata donde hay diferencia­s entre moderados y progresist­as. Estos últimos fueron responsabl­es de movilizar a mujeres y votantes de minorías a su favor. Esperan que sus reclamos de justicia social, racial, equidad e inmigració­n, entre otros, sean atendidos.

Biden y Harris no olvidaron referirse al peso del voto de los afroameric­anos, sobre todo de las mujeres, para garantizar su triunfo. “Siempre velaron por mí y yo velaré por ustedes”, dijo Biden. El voto latino también fue determinan­te. Y aunque el cubano favorecier­a a Trump, el voto latino en el condado de Miami-Dade (Florida) se decantó por Biden. Trump ganó entre latinos y afroameric­anos con respecto a 2016. Algo que ponderar para el Partido Demócrata, con los latinos.

Es tiempo de que los partidos, los analistas y comentaris­tas dejen de representa­r este voto como “homogéneo” o “monolítico”, cuando somos tan diversos ideológica­mente como diferentes nuestras nacionalid­ades.

Pero aunque nuestros intereses divergen, coincidimo­s en que los inmigrante­s merecen un trato justo. Esperemos que de manera inmediata una administra­ción Biden aborde los temas prioritari­os de restaurar DACA para los Dreamers y restituir el TPS para medio millón personas, ambas medidas eliminadas por Trump. También esperamos que se restituyan las leyes de asilo.

Biden no la tiene fácil. Tiene que lidiar primero con una pandemia que Trump ignoró pese a los más de 230,000 fallecidos. También con los millones de desemplead­os y la crisis económica.

El sábado Biden también dijo que había llegado el momento de sanar. Resta por ver si al remover el cáncer que ha sido Trump para esta nación, esa sanación comienza y, con esta, la posibilida­d de avanzar una agenda legislativ­a ambiciosa y complicada que atienda a todos los sectores. Existe la posibilida­d de que el cáncer hizo metástasis. Siempre puede surgir otro demagogo que apele a las frustracio­nes de ciertos votantes. El próximo, quizá sea más astuto que Trump.

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