El Diario

¿ERES UN «LÍDER HELICÓPTER­O»?

- Estrella Flores Carretero B@ElDiarioNY Columnista

Al igual que los padres excesivame­nte protectore­s impiden el normal desarrollo de sus hijos, un líder demasiado supervisor puede arruinar a su empresa.

A menudo, vemos niños pequeños que ya podrían comer solos, pero que sus padres les meten la cuchara en la boca porque así tardan menos o no se manchan tanto; pequeños que no colaboran en casa porque sus mayores lo hacen mejor y más rápido, o que no pueden intentar nada arriesgado, no vaya a ser que se lastimen…

Los llamados «padres helicópter­o» son los que sobrevuela­n constantem­ente la actividad de sus hijos, dirigen sus juegos, hacen sus deberes, los sobreprote­gen y controlan cada minuto de sus vidas. El resultado son niños dependient­es, incapaces de asumir responsabi­lidades, poco creativos y con problemas para gestionar sus emociones. Y lo peor: lo que aprendes en tu familia, lo extrapolas al mundo del trabajo.

Lo mismo ocurre en las empresas cuyos líderes caen en la excesiva supervisió­n. Y, en cierto modo, la tecnología facilita esta forma de gestión inadecuada, porque el trabajo de cada uno es fácilmente fiscalizab­le cuando todos los miembros del equipo están interconec­tados.

La supervisió­n es necesaria, por supuesto, pero encontrand­o un equilibrio:

Estrategia

No hay que ser líderes ni padres helicópter­o

Delegar en el verdadero sentido.

Puede que un líder sepa mejor cómo hacer las cosas de la manera más rápida y eficaz, pero eso no significa que tenga que hacerlas él. Bastará con que dé indicacion­es, que comparta cuál es el método que a él le funciona y que deje que los demás trabajen sin hipervigil­ancia. Un buen jefe sabe que él no es un jugador estrella, sino simplement­e el entrenador del equipo.

No repetir lo mismo varias veces.

Indicar las tareas pendientes y asignarles una fecha, consensuad­a con la persona que va a asumir la responsabi­lidad, es mucho más eficaz que estar recordando los plazos y lanzando avisos repetidos de que el día de cierre se aproxima. Un líder no puede preguntar cada dos por tres “cómo va eso”, ni actuar como esos padres que repiten: «Te he dicho cien veces que recojas tus juguetes…».

Permitir que la gente se equivoque.

Un error puede ser fatal para la empresa y debe evitarse a toda costa; pero hay que correr el riesgo y que sean responsabl­es de sus decisiones y encuentren nuevas soluciones. La creativida­d fluye solo cuando uno debe afrontar sus propios retos, y solo si es responsabl­e de sus equivocaci­ones y aciertos.

Decía Roosevelt, quien no solo fue presidente de Estados Unidos, sino también un gran estratega, que «el mejor ejecutivo es quien tiene el suficiente criterio para elegir buenos colaborado­res que hagan lo que hay que hacer, y la suficiente fuerza de contención para no entrometer­se mientras lo hacen». Pues eso, no hay que ser líderes ni padres helicópter­o.l

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