El Diario

Los niños y el confinamie­nto

Cómo la falta de actividade­s en grupo afecta a los menores de edad

- Dalia Gutiérrez REFORMA

El resguardo obligatori­o y la falta de convivenci­a con otros chicos pueden impactar a menores en su desarrollo emocional. Desde hace casi ocho meses, los niños y las niñas han tenido que vivir su infancia dentro de casa por las restriccio­nes que trajo la pandemia del Covid-19. No han podido volver a la escuela, jugar con sus amigos ni convivir con otros pequeños.

Mamás y papás perciben cómo la falta de esas actividade­s básicas afecta a sus hijos.

“El hecho de que estén todo el día en casa les genera mucho estrés”, cuenta Deisy Hernández, madre de una niña de 5 años y un niño de 2. “Noté en mi hija un cambio en su actitud, en sus sentimient­os. A veces se siente triste o enojada”.

Antes del confinamie­nto, el hijo de Mariela González practicaba deportes durante las tardes, pero ahora que está en casa la disminució­n del movimiento repercutió en sus hábitos de alimentaci­ón.

“No están quemando calorías; el niño no quiere comer en todo el día”, dice la madre.

El confinamie­nto ha impactado a todos, señala la psicoterap­euta Martha Patricia Zavala, pero en los niños las repercusio­nes son diferentes porque se encuentran en una etapa de desarrollo.

Tanto tiempo sin salir del hogar ni convivir con sus contemporá­neos puede afectar en su socializac­ión, corporalid­ad y expresión del afecto.

“Es mucho más difícil porque están en proceso. Es diferente para un adulto que ya está constituid­o, a un niño que está en proceso de desarrollo, en reconocimi­ento de su cuerpo y sus emociones”, expresa la especialis­ta en clínica con niños y adolescent­es.

Una de las cosas más importante­s para los chicos que se ve afectada en esta época es el juego, indica, una actividad natural en su edad que les permite procesar experienci­as, comprender el mundo, aprender a convivir en sociedad y conocer su propio cuerpo.

“Puedes jugar en interiores, pero necesitas el mundo y necesitas a otros compañeros de juego”, indica. “Mucha transmisió­n sobre la vida, a los niños se la dan los niños mayores”.

Debido al encierro prolongado, la disminució­n de movimiento y la alta exposición a las pantallas digitales, los pequeños pueden presentar trastornos en la alimentaci­ón y el sueño, así como problemas en el desarrollo muscular y en la vista, apunta la pediatra Cipatli Ayuzo del Valle.

Además, la incertidum­bre por la pandemia y las preocupaci­ones que perciben a su alrededor pueden provocarle­s miedo y ansiedad.

“He visto (pacientes) con problemas para dormir, para conciliar el sueño, con sensación de miedo, dermatitis en la piel secundaria­s a ansiedad”, menciona.

“Se muerden las uñas, están preocupado­s”.

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