Ideal para sibaritas
El Valle de Guadalupe es un paraíso vinícola
Bajo el manto estelar que cubre al Valle de Guadalupe se hallan varios paraísos vinícolas. Para constatarlo, no queda más que seguir la famosa Ruta del Vino, en Baja California. Sin embargo hay un rincón que permite, al viajero que decide perderse entre sus vides, “catar” el firmamento.
Se llama El Cielo y su nombre, no sólo remite a las constelaciones a través de sus etiquetas; también provoca que -a través de un refinado hospedaje, exquisitas propuestas culinarias y grandes experiencias enológicas- el visitante se sienta en las nubes.
A pesar de su juventud, este 2020 la bodega está celebrando su séptimo aniversario, ya se ha convertido en referente de calidad y ha recibido premios a nivel mundial. La historia que hay detrás de tantos galardones se narra en el sitio, tanto a los expertos del mundo del vino como a los amateurs que desean comprender los procesos de elaboración.
Tras varios días difíciles derivados por la pandemia, la bodega ha tenido la oportunidad de fortalecer sus protocolos de bioseguridad.
En esta vinícola, el viajero halla un exclusiva estadía conformada por 33 villas que ofrecen privacidad, gran servicio, excelentes paisajes y fogatas para gozar de las estrellas con copa de vino en mano. Y, para probar bocados celestiales están Polaris y Latitud 32, el primero pone el acento en el uso de ingredientes locales y el segundo es una fusión entre la cocina yucateca y la bajacaliforniana.
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“Este jalón nos ayudó a fortalecernos, mejorando la experiencia y dando un trato más personalizado. Hemos crecido en nuestros viñedos, estamos trabajando en la construcción de nuestro spa y en nuevos proyectos para nuestro hotel, vienen cosas muy interesantes”, dice Gustavo Ortega, fundador y director general de El Cielo.
La seguridad es una premisa de la bodega. Tomar la temperatura de los visitantes, contar con aplicadores de gel, solicitar mascarilla obligatoria y desinfectar calzado y superficies se han convertido en pasos indispensables a seguir durante las visitas a grupos de máximo 10 personas. las protectoras de El Cielo: 7 aguilillas de Harris, que se encargan de mantener el equilibrio entre la fauna que habita en el viñedo.
“A través de la cetrería, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, controlamos a las plagas, no exterminamos”, señala Fernando Montes de Oca, cetrero con más de 20 años de experiencia.
Así tras degustar a “Orión”, “Perseus”, “Centaurus” y “Cassiopea” sabrás que has probado el paraíso celestial.
Deja el volante en manos de alguien más. Puedes recurrir al servicio de transporte de una bodega o a alguna empresa especializada que te lleve a los puntos que quieras recorrer.
A pesar de que muchas bodegas pueden recibirte fácilmente es mejor reservar tus visitas con antelación.
Planea visitas a bodegas cercanas para no perder tiempo en los traslados.
Comienza tu recorrido temprano, muchas bodegas cierran sus puertas antes de las 18 horas y los restaurantes, usualmente, antes de las 9 de la noche. Hidrátate para disfrutar mejor de tu viaje.
Usa botas o zapatos cómodos. El sombrero, lentes de sol y protector solar son indispensables para tu visita.
Considera que, a pesar de que los días suelen ser muy soleados, las tardes y noches generalmente son algo frescas, por lo que es indispensable abrigarse.
Realiza tus notas de cata. De preferencia empaca un cuaderno para llevar registro de tus vinos favoritos. Una gran herramienta es la Vinitácora, que además de presentarte un panorama claro de cada bodega, cuenta con apartados especiales para tus notas de cata.
Los atardeceres y paisajes nocturnos del valle son perfectos para disfrutar de comidas al aire libre.
Toma en cuenta que algunas vinícolas restringen el acceso a menores de edad
Muchas de las bodegas de la región son