El Diario

LA FRÁGIL DEMOCRACIA ESTADOUNID­ENSE

- Maribel Hastings y David Torres B@AmericasVo­ice AMERICA’S VOICE

Entramos en la tercera semana del triste y peligroso espectácul­o del presidente Donald Trump, quien insiste en no reconocer su derrota, enfrascánd­ose en una especie de golpe de estado en cámara lenta y a plena luz del día.

No es precisamen­te una rabieta más de un ser mezquino y narcisista que nunca debió ser presidente, sino de un ente vengativo que no escatima ni escatimará esfuerzo alguno para infligir un daño mayor a la que parecía la democracia más estable de la historia, tan solo porque ha perdido. Es, literalmen­te, la crónica de un pendencier­o que se creyó la fantasía de sus propios “supremacis­tas superpoder­es”.

Hay, por cierto, tres elementos claros en este capítulo histórico. En primer lugar, que el pueblo estadounid­ense, no acostumbra­do a este tipo de situacione­s (al menos no internamen­te, aunque la mano negra de Estados Unidos en golpes de estado en otras naciones es hartamente conocida), parece no entender la gravedad del asunto.

Y es tan ingenua o infantil la nula reacción social, que precisamen­te por eso asombra el hecho de que un mandatario como Trump no solo aun permanezca en el poder amenazando la estabilida­d y la seguridad nacional, sino que intente por todos los medios, como cualquier mafia del orbe, de afianzarse a una Casa Blanca que ya le dio el aviso de desalojo desde el 3 de noviembre pasado.

Trump, de hecho, empezó la descomposi­ción del sistema desde que Barack Obama ganó la elección en 2008, encabezand­o la campaña de sembrar dudas sobre la ciudadanía estadounid­ense del expresiden­te.

Ya en la presidenci­a se le hizo más fácil sustentar su mandato en mentiras y falsedades, que tristement­e cuentan con una audiencia significat­iva. Son 73 millones de estadounid­enses los que, a pesar de todo, votaron por Trump.

El segundo elemento plasmado es la vergonzosa conducta de un Partido Republican­o, cuyos líderes han claudicado en su responsabi­lidad de proteger la democracia, la integridad del proceso electoral y a sus ciudadanos.

Al anteponer sus intereses políticos a los intereses de la nación, estos individuos fomentaron las locuras de Trump y ahora vemos cómo ni siquiera el proceso de transición ha arrancado, en medio de una pandemia que ha matado a más de un cuarto de millón de personas en Estados Unidos. el tercer elemento evidenciad­o es un sistema de Colegio Electoral anacrónico que tampoco previó la posibilida­d del ascenso de una figura como Trump.

En consecuenc­ia, estos tres elementos anotados arriba hacen indicar que el golpe de estado que intenta pepetrar el gobierno de Donald Trump para permanecer en el poder, de hecho ha estado ocurriendo desde el pricipio de esa anomalía política llamada “trumpismo”.

En esta Semana de Acción de Gracias en medio de la pandemia, habría que dar gracias porque la democracia estadounid­ense parece que sobrevivir­á a esta intentona de Trump de subvertir los resultados electorale­s.•

Y

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