La complicada vida de miles de venezolanos en NYC
Además de la calamidad que significa para la mayoría de los inmigrantes venezolanos residenciados en Nueva York haber huido de una espantosa crisis humanitaria, el cierre de la sede consular de ese país en Manhattan entraña otro dramático escollo para una comunidad que en los últimos cinco años, de manera ascendente, tiene más presencia en todos los rincones de la Gran Manzana.
Técnica y jurídicamente un grupo de venezolanos “no existe”, o por lo menos, no tienen una prueba válida que certifique su existencia.
Desde marzo del 2019, estos suramericanos constituyen los únicos hispanos de la ciudad de Nueva York que tienen cerrada por completo la puerta a una serie de trámites consulares, que entre otros aspectos, les impide la renovación o extensión de pasaportes, un soporte clave para que un extranjero pueda acreditar su nacionalidad e identidad.
Todo es complicado cuando este ‘pequeño librito’ no se tiene a la mano y se está ademas en un proceso de regularización migratoria.
En una reciente encuesta informal en redes sociales, realizada por el portal venezolanosennewyork, el 80% de los 142 comentarios están vinculados a denuncias sobre la imposibilidad de obtener licencias de conducir, abrir cuentas de banco y acciones básicas para “sobrevivir”.
El 15% del grupo restante compartió señalamientos de cómo fue “estafado”, al intentar hacer trámites en esa instancia antes del 19 de marzo de 2019, momento en el cual muchos celebraron que esa sede en Nueva York , catalogada como la “joya de la corona” de la diplomacia venezolana, pasó a manos del gobierno de Juan Guaidó quien fue reconocido por Estados Unidos como presidente interino.
Pero la emoción de estos ciudadanos duró muy poco.
Más allá del acto de “toma simbólica” del edificio consular ubicado al lado de la
Catedral de San Patricio en la Quinta avenida de Manhattan y de la “expulsión” del personal diplomático de Nicolás Maduro, considerado por la Administración Trump como “usurpador del poder”, desde ese momento, la instalación está cerrada, sin funcionarios visibles y sin ninguna utilidad concreta para los venezolanos.
"Peor el remedio que la enfermedad"
Así lo valida el activista Robert
González, presidente de la organización ‘Diálogo por Venezuela’, receptor de quejas que grafican cómo este “limbo consular” ha sumado “consecuencias que desafían cualquier descripción” al negarse a este grupo el derecho humano de la identificación.
“En resumen, como decimos en criollo, fue peor el remedio que la enfermedad. Nuestra comunidad se siente desamparada y también traicionada. No es que antes tuviéramos en manos del gobierno usurpador servicios consulares ejemplares. Pero ahora es la política del silencio. Es un sitio inútil que le está generando gastos al país”, precisó González.
Ante la imposibilidad técnica y operativa que ha mostrado el gobierno interino de Venezuela de emitir documentos, desde el pasado 21 de mayo de 2019 se pactó con los países que reconocen el gobierno de Guaidó que los pasaportes venezolanos vencidos tienen automáticamente una extensión por cinco años, a partir de la fecha de expiración original o de su prórroga. Sin que sea necesario ningún trámite adicional.
Este decreto de “alivio” ha sido para la mayoría de los venezolanos consultados, que viven en el área triestatal de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut, una letra muerta. Particularmente para aquellos que perdieron su documento, pues es imposible en esta situación acceder al programa de identificación municipal de la Alcaldía denominado ID NYC y muchos menos intentar obtener las nuevas “Licencias de conducir para todos” aprobadas por el Estado de Nueva York el año pasado.
¿Y si extraviaste el pasaporte?
La inmigrante caraqueña Josefina Gago desde hace tres años perdió su pasaporte, un
hecho que como ella define“trastocó toda su vida”.
“El desastre político de Venezuela te persigue en donde estés. Perdí el documento y para tramitarlo, antes del gobierno interino, me estaban cobrando $1,500. Cuando Guaidó asumió supuestamente el control me llené de esperanzas. Pero ahora, es peor. Ellos no pueden hacer nada”, comparte la inmigrante.
El activista Robert González explica que aún con la “extensión automática” son centenares sus connacionales que con un pasaporte vencido son detenidos en aeropuertos, no pueden abrir cuentas bancarias e incluso tienen trabas para inscribirse en ciertos centros educativos.
“Vivimos la experiencia dolorosa de venezolanos que murieron de COVID-19 en Nueva York y la vía para los trámites de la carta de defunción estuvo totalmente
cerrada. Ni hablar de alguna política para los afectados por la pandemia”, compartió González.
Sobran las historias al filo de la desesperación. La venezolana Wendy Arias relató en redes sociales que en febrero de 2018 pagó a la oficina del Servicio de Identificación Venezolano (SAIME) por una cita en línea para renovar su pasaporte en Nueva York. Jamás le llegó la cita. Luego en octubre pidió una prórroga debido a que no había material para emitirlos.
“Nuevamente entré al SAIME, pagué mi prórroga y en enero fue el tema de Guaidó. Cerraron todo aquí y me quedé sin mi prórroga. Estafada ‘legalmente’. Lo irónico es que nunca quise buscar un gestor para el trámite porque me parecía absurdo y carísimo. Ahora me arrepiento de no haberlo hecho. Tal vez tendría mi pasaporte y no andaría sin identidad”, contó.
“Nos niegan la existencia”
Héctor Arguinzones, fundador de la coalición ‘Venezuelan and Inmigrants Aid’ (VIA), que desde hace cuatro años ofrece soporte a inmigrantes de ese país suramericano en la ciudad de Nueva York, también tiene un balance claro sobre el efecto que esta situación trae a sus connacionales.
“Este año ha sido el más difícil para nuestra comunidad por el COVID-19. Es doloroso ver cómo muchos están tratando de regularizar su situación migratoria y una identificación válida es el primer paso para emprender cualquier camino. Es como negarte prácticamente la existencia”, razonó.
Relata el activista de VIA que observa casos de personas que en medio de lo complicado que pueden ser las políticas migratorias, se quedan
prácticamente “encerrados aquí”, porque aunque tengan la alternativa para ir a un tercer país, no pueden salir por estar desprovistos de alguna certificación reconocida que demuestre dónde nacieron y cómo se llaman.
Asi mismo, Niurka Meléndez también es líder de la organización VIA y precisa que diariamente “percibe y padece el abandono” de las autoridades consulares de su país, en una comunidad que en su mayoría vive en el desafío de ser parte de un proceso de inmigración forzado.
“Ya por un largo tiempo se les niega este derecho a centenares de personas que escaparon del régimen criminal de Nicolás Maduro. Además de la crisis humanitaria. De alguna manera, esta orfandad consular o falta de información, nos pone en una situación más delicada. Es una asfixia adicional a quienes decidimos salir buscando seguridad”, dijo.
Un drama global
El analista y autor de libros vinculados con la diáspora venezolana, Angel Arellano, quien además es editor de Dialogopolitico.org, asegura que desde el año 2012 todos los venezolanos en el mundo enfrentan grandes problemas para obtener una identificación. En medio del mayor movimiento migratorio humano después de Siria, una situación sin antecedentes en América Latina.
“Lamentablemente el gobierno interino, pese a sus esfuerzos, no ha podido tener la operatividad para concretar trámites de identificación en los países en donde han sido reconocidos. Observamos que a diferencia de otros países del cono sur en EEUU es donde más pasos han podido dar”, argumenta el académico.l
Héctor Arguinzones «Este año ha sido el más difícil para nuestra comunidad por el COVID-19. Es doloroso ver cómo muchos están tratando de regularizar su situación migratoria».