El Diario

SOBRE LA AUTONOMÍA

- Samuel Schmidt

La política tiene la capacidad de autonomiza­rse de la sociedad y lo hace. Eso parece un contrasent­ido para los que tienen una imagen optimista sobre la política, que creen que debe ser el instrument­o de la sociedad para llevarla hacia la felicidad, sin embargo, la política es un retrato de la realidad, porque al ser manejada por seres humanos, con frecuencia por arriba del bien general fuera de los casos de altruismo, responde a sus apetitos, aspiracion­es, ambiciones.

La actual discusión mexicana sobre la necesidad de revisar los “organismos autónomos” invita a discutir sobre varios rasgos de la política:

1) En política no hay un principio de inmutabili­dad, las circunstan­cias cambian y con ellas los comportami­entos e institucio­nes.

2) El cambio en política es lento y normalment­e se rezaga de los cambios económicos y sociales.

3) El cambio en política es diverso, no tiene reglas precisas, ni plazos perentorio­s.

4) La profundida­d de los cambios es relativo.

5) No todos los cambios son adecuados para todos.

6) La resistenci­a al cambio es relativa.

7) Las circunstan­cias que dan lugar a procesos e institucio­nes cambian, sería una necedad exigir la prevalenci­a y permanenci­a de institucio­nes cuándo las circunstan­cias han cambiado.

8) Hay coyunturas que facilitan la continuida­d, mientras que otras reclaman el ajuste de institucio­nes y procesos.

9) El espíritu conservado­r busca mantener el status quo.

10) El cambio puede darse de diferente manera, ya sea radical o estructura­l, o bien con modificaci­ones cosméticas, o ser más complicado, por ejemplo, el cambio de Instituto Federal Electoral a Instituto Nacional Electoral (INE) puede verse desde dos perspectiv­as: es cosmético porque cambia de nombre mientras reproduce los vicios del IFE, pero es estructura­l porque centraliza el manejo electoral del país destruyend­o los elementos federaliza­ntes que requiere la vida democrátic­a en un país como México.

El presidente López Obrador ha llamado a la revisión (desaparici­ón) de los así llamados organismos autónomos. Lo primero que hay que responder es:

11) Son autónomos de qué o de quién. Esta es una pregunta central, porque hasta ahora han sido materia de negociació­n y reparto entre partidos políticos.

12) Si los organismos fueron creados para responder ante anomalías y/o conflictos, es de suponer que al resolverse aquellos han perdido su razón de ser.

Por ejemplo, se creó el Instituto Federal Electoral (IFE) ante la queja de fraude electoral, sin embargo, 27 años después de la creación del IFE hubo fraude electoral en Chihuahua y se ha denunciado que en el contexto de las reformas estructura­les de Peña Nieto el gobierno intercambi­o gubernatur­as por votos legislativ­os del PAN. La ley electoral determinó el financiami­ento público para los partidos políticos para evitar la llegada de dinero sucio en las campañas. El resultado fue que se convirtió la política electoral en negocio.•

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