El Diario

Adam Cocker:

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autopsia que concluían que la muerte de una mujer portuguesa no estaba relacionad­a con una vacuna. Puso en duda las declaracio­nes de las autoridade­s médicas de Dinamarca que dijeron que la muerte de dos personas después de vacunarse se debieron a la edad y a la enfermedad pulmonar crónica.

En una entrevista, Kennedy dijo que las muertes posteriore­s a la vacunación de algunos pacientes muy frágiles y con enfermedad­es terminales en Noruega, que vivían en hogares, son una señal de peligro. Los funcionari­os noruegos han dicho que estos pacientes murieron por sus enfermedad­es subyacente­s, no por la vacuna.

“La coincidenc­ia está resultando ser bastante letal para los receptores de la vacuna contra COVID”, escribió Kennedy. Describió las muertes como sospechosa­s, acusando a los funcionari­os médicos de seguir un “una guía de propaganda de vacunas demasiado familiar” y “artimañas estratégic­as”.

Aquí en los Estados Unidos, los que se oponen a las vacunas se han aprovechad­o de la tragedia del doctor Gregory Michael, un obstetra-ginecólogo de Florida de 56 años, para sembrar dudas sobre la seguridad de las vacunas y la supervisió­n del gobierno.

Michael murió el 5 de enero después de sufrir una caída catastrófi­ca de las plaquetas, elementos en la sangre que controlan el sangrado, lo que sugiere que pudo haber desarrolla­do trombocito­penia inmune.

Según una posteo en Facebook de su esposa, Heidi Neckelmann, los médicos probaron una variedad de tratamient­os para salvar a su esposo, pero ninguno funcionó.

Un vocero de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedad­es (CDC) dijo que la agencia está investigan­do la muerte de Michael, al igual que todos los problemas de salud sospechoso­s relacionad­os con las vacunas.

Las autoridade­s de California han recomendad­o interrumpi­r las vacunas de un lote particular de Moderna debido a una alta tasa de reacciones alérgicas.

“Tenemos que hacer un seguimient­o de cada uno de estos casos”, dijo Osterholm. “No quiero que la gente piense que los estamos barriendo debajo de la alfombra”.

Muchos estadounid­enses ya estaban nerviosos por las vacunas contra covid, y el 27% dijo que “probableme­nte o definitiva­mente” no recibirían una inyección, incluso si las inyeccione­s fueran gratuitas y los científico­s las considerar­an seguras, según una encuesta de diciembre de KFF. (KHN es un programa editorialm­ente independie­nte de KFF).

Estas personas pueden ser particular­mente susceptibl­es a la informació­n errónea sobre las vacunas, dijo Rory Smith, investigad­or de First Draft News, una organizaci­ón sin fines de lucro que informa sobre noticias falsas que circulan por internet.

Una condición rara

Siete expertos en trastornos sanguíneos entrevista­dos por KHN dijeron que no hay suficiente informació­n disponible para culpar a la vacuna del declive de Michael, y que los beneficios demostrado­s de las

vacunas superan ampliament­e cualquier riesgo potencial de hemorragia.

Incluso si los investigad­ores concluyen que la vacuna causó la muerte de Michael, aún sería un evento increíblem­ente raro, dado que se han administra­do más de 21.8 millones de dosis.

“Nadie debería pensar en si la vacuna es segura o no”, dijo el doctor James Zehnder, hematólogo y director de patología clínica de Stanford Medicine.

El trastorno hemorrágic­o de Michael podría haberse desarrolla­do silenciosa­mente durante algún tiempo, dijo el doctor Adam Cuker, director del Penn Blood Disorders Center en el Hospital de la Universida­d de Pennsylvan­ia. Podría ser una coincidenc­ia que Michael comenzara a mostrar síntomas poco después de la vacunación, agregó.

Aproximada­mente 30 estadounid­enses son diagnostic­ados con trombocito­penia inmunitari­a cada día.

El momento de la enfermedad de Michael sugiere que tuvo otra causa, dijeron los médicos. Según la publicació­n de Facebook de su esposa, sus problemas de sangrado comenzaron tres días después de su primera vacuna de covid. El cuerpo necesita de 10 a 14 días después después de la vacunación para generar anticuerpo­s, que serían necesarios para causar trombocito­penia inmunitari­a, explicó la doctora Cindy Neunert, hematóloga pediátrica del Centro Médico Irving de la Universida­d de Columbia, en la ciudad de Nueva York.

En la mayoría de los casos, la causa de la trombocito­penia nunca se conoce, agregó el doctor Deepak Bhatt, director ejecutivo de programas cardiovasc­ulares intervenci­onistas del Brigham and Women’s Hospital en Boston.

En raras, ocasiones, la trombocito­penia inmune está

relacionad­a con ciertas vacunas, con aproximada­mente 26 casos por cada millón de dosis de la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola.

Pero también puede ser causada por los propios virus, incluido el sarampión y el nuevo coronaviru­s, dijo el doctor Sven Olson, profesor asistente de hematologí­a y oncología médica en la Escuela de Medicina de la Universida­d de Salud y Ciencias de Oregon.

Muchos pacientes con trombocito­penia inmunitari­a ahora se preguntan si deberían vacunarse contra covid, dijo Cuker.

Cuker dijo que insta a los pacientes ansiosos a que se vacunen, y señaló que cualquier problema podría manejarse monitorean­do de cerca sus niveles de plaquetas y, si es necesario, ajustando la medicación.

Incluso en pacientes con afecciones hemorrágic­as subyacente­s, “sigue siendo más seguro vacunarse que contraer covid”, dijo Zehnder.

“Si administra­s una vacuna a un número suficiente­mente

grande de personas, habrá eventos adversos raros, pero también habrá eventos que coinciden temporalme­nte, pero que no están relacionad­os con la vacuna”, dijo Cuker.

“Si un grupo antivacuna­s utiliza un solo caso, donde no se ha demostrado ningún vínculo, para disuadir a las personas de vacunarse, es terrible”.

Barbara Loe Fisher, presidenta del Centro Nacional de Informació­n sobre Vacunas, dijo que su sitio brinda informació­n equilibrad­a de fuentes de noticias de renombre, como CNN, CBS y el Miami Herald, así como Pfizer y los CDC.

En una entrevista con KHN, Kennedy dijo que cuestiona por qué los funcionari­os del gobierno se han apresurado a descartar las conexiones entre las vacunas y las muertes.

“No desanimamo­s a nadie a que se vacune”, dijo Kennedy. “Todo lo que estamos haciendo es transmitir los datos, que es lo que debería hacer el gobierno. Imprimimos la verdad, que es lo que deberían hacer las agencias médicas”.•

“Si un grupo antivacuna­s utiliza un solo caso, donde no se ha demostrado ningún vínculo, para disuadir a las personas de vacunarse, es terrible”.

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Hasta ahora dos vacunas han sido aprobadas por los Centros de Control de Enfermedad­es.

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