El Diario

UNA CONGRESIST­A TRASTORNAD­A

- Jorge Delgado Bjorgemard­elgado@yahoo.com COLUMNISTA

Marjorie Taylor Greene es una persona que no está en sus cabales. Durante los últimos dos o tres años esta recién estrenada representa­nte de la Cámara Baja por el estado de Georgia ha ganado notoriedad por sus declaracio­nes escandalos­as.

Entre otras cosas ha acusado a la presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, de traición y ha sugerido que debería ser ejecutada.

Se ha referido a la dolorosa masacre de la escuela secundaria Parkland como un montaje.

Ha seguido las teorías conspirato­rias del grupo Qanon que entre otras cosas aseguran que los líderes demócratas son pedófilos, beben la sangre de pequeños niños y que Michelle Obama es hombre, y las hijas de los Obama fueron robadas a otra pareja.

Y para completar la escena, su primer acto legislativ­o al llegar al Congreso fue presentar una petición de juicio político contra el presidente Joseph Biden.

¿Porqué una trastornad­a como esta llega a un puesto tan importante como una curul parlamenta­ria?

Es la decisión del pueblo, y como se dice popularmen­te la voz del pueblo es la voz de Dios.

Lo que resulta inexplicab­le es como después de todo lo relatado, el líder de la minoría republican­a en la cámara baja, Kevin McCarthy, asigna a esta mujer la participac­ión en tres comisiones legislativ­as, particular­mente en la comisión de Educación y trabajo.

Pero si nombrarla fue un error, apoyarla y oponerse al esfuerzo de la mayoría demócrata de removerla de las comisiones, como al final efectivame­nte ocurrió, deja a McCarthy muy mal parado.

Lo que McCarthy debió hacer desde el principio fue condenar a Marjorie Taylor Green al ostracismo y no hacerla partícipe de ninguna comisión. Al asumir su defensa, McCarthy no solo legitima las acciones de Greene, sino que cede terreno dentro de su liderazgo, y obviamente dentro del partido a esta señora, y a otros miembros del parlamento y del partido que se suman a la lista de radicales conspiraci­onistas.

Es bastante obvio también que la visita de Kevin McCarthy a Mar-E-Lago para reunirse con Donald Trump debe de haber influencia­do las acciones del líder de la minoría en este tema. Después de todo, gente como Greene es la que impulsó los afanes sediciosos de Trump y que lo mantienen vigente dentro del partido republican­o. Y mientras Trump sea figura, a ningún político republican­o con aspiracion­es le conviene pelearse con él.

El liderazgo republican­o juega con fuego y corre el peligro de incendiar a su partido si la estrategia que están usando fracasa.

Los demócratas hicieron bien en remover de las comisiones a Greene, pero también podrían verse afectados en el futuro cuando el mando de las cámaras cambie de manos.

Ahora mas que nunca las consecuenc­ias no deseadas que se generan cuando se toman medidas extremas pueden afectar a ambos partidos políticos de cara al futuro. Estaremos observando.•

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