Los casos prolongados de Covid arrojan nueva luz sobre la fatiga crónica
Cuatro semanas después de que la enfermera pediátrica de San Diego, Jennifer Minhas, se enfermara de Covid en marzo pasado, la tos y la fiebre habían desaparecido, pero surgieron nuevos síntomas: dolor en el pecho, ritmo cardíaco acelerado y fatiga severa.
Su médico de atención primaria le dijo que tenía ansiedad y que ninguno de sus otros pacientes, que habían contraído covid, tenían esos problemas. “Eso no era lo que necesitaba escuchar”, dijo Minhas.
A veces, estaba tan agotada que ni podía levantar la cabeza. “Fui una especie de zombi durante meses, arrastrando los pies, sin poder hacer mucho”.
El término clínico para la fatiga severa que describe Minhas es “malestar post-esfuerzo”. Es un síntoma común entre los pacientes que no se han recuperado de Covid-19.
También es consistente con una característica estándar de otra enfermedad crónica: la encefalomielitis Miálgica, también conocida como síndrome de Fatiga Crónica, o ME/CFS, por sus siglas en inglés.
Los pacientes con EM/SFC también informan deterioro cognitivo (“niebla mental”) e intolerancia ortostática, en la que estar de pie produce una frecuencia cardíaca acelerada y mareos.
Minhas ha experimentado estos síntomas, al igual que miles de pacientes post-covid que no se han recuperado completamente.
Es difícil precisar el porcentaje de pacientes con covid que se convierten en casos prolongados. En parte, porque muchos de los primeros pacientes con covid no fueron evaluados a tiempo para detectar el virus.
Pero el “covid prolongado” es potencialmente un problema enorme. Un estudio reciente de 1,733 pacientes de covid en Wuhan, China, encontró que tres cuartas partes de ellos todavía tenían síntomas seis meses después de haber recibido el alta del hospital.
Hasta el mes de enero, los médicos habían documentado más de 21 millones de casos de Covid-19 en los Estados Unidos. “Si solo el 5 por ciento desarrolla síntomas persistentes”, alrededor de 1 millón de casos, ” duplicaremos el número de estadounidenses que padecen EM/SFC en los próximos dos años”, escribió recientemente el profesor de la Escuela de Medicina de Harvard, el doctor Anthony Komaroff, en el Harvard Health Letter.
Se desconoce la causa del EM/SFC, pero múltiples estudios han encontrado que puede resultar de infecciones agudas con virus, desde la Gripe Española de 1918 hasta el Ébola. “Un cierto porcentaje de personas no se recuperan”, dijo Leonard Jason, investigador de la Universidad DePaul.
Los científicos están tratando de descubrir los mecanismos de la enfermedad y por qué se desarrolla en ciertas personas y no en otras. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), EM/SFC comparte ciertas características con las enfermedades autoinmunes, en las que el sistema inmunológico ataca los tejidos sanos del cuerpo. Se están realizando múltiples estudios para explorar ésta y otras posibles causas.
Los médicos que se especializan en el tratamiento de EM/SFC están comenzando a cambiar su enfoque hacia pacientes con covid prolongado. El doctor Peter Rowe, cuya clínica en Johns Hopkins es uno de los principales centros de EM del país, ha visto hasta ahora cuatro casos en su consulta. “Todos ellos cumplen con los criterios para EM/SFC”, comentó.
A pesar de años de investigación, no existe un biomarcador para EM/SFC, por lo que los análisis de sangre son ineficaces como herramienta de diagnóstico.
El enfoque de Rowe es distinguir cuáles síntomas pueden tener causas y tratamientos identificables, y abordarlos. Un ejemplo: un niño de 15 años, que Rowe estaba tratando por EM/SFC, estaba tan enfermo que incluso sentarse erguido unas pocas horas al día lo agotaba, lo que hacía prácticamente imposible el trabajo escolar.
La frecuencia cardíaca del niño mientras estaba acostado era de 63; cuando se ponía de pie, se disparaba a 113. Este efecto se conoce como síndrome de taquicardia ortostática postural o POTS.
Rowe sabía, durante entrevistas con la madre del niño,