EL TRUMPISMO AÚN ACECHA AL PAÍS
Han pasado tres semanas de que Joe Biden asumió la presidencia y el ambiente que emana de la Casa Blanca es diametralmente opuesto al del gobierno anterior. En lugar de divisiones, mentiras y ataques sin fundamento a rivales reales e imaginarios, ahora tenemos a una administración empeñada en sacar adelante a Estados Unidos de la crisis sanitaria y económica derivada del Covid-19.
Por encima de los intereses partidistas, Biden ha hecho un diagnóstico correcto del grave deterioro que sufre el país. El mandatario está consciente de que, si no se combate a fondo la pandemia, los esfuerzos para reactivar la economía serán en vano. Por esa razón ha encabezado un esfuerzo titánico para que a finales de este verano la mayoría de los estadounidenses estemos vacunados.
A la par, Biden ha propuesto un ambicioso plan de rescate económico que contempla enviar cheques directos de $1,400 a quienes ganen menos de $75,000 y a las parejas que tengan ingresos hasta por $150,000. El plan incluye también ofrecer a los padres pagos de hasta $3,600 por cada menor. La idea es atacar la pobreza y que este dinero lo gasten las familias para impulsar el consumo y, con ello, la creación de empleos.
Aunque el año pasado los dos paquetes de estímulo económico se aprobaron de manera bipartidista sin problema, Biden se enfrenta ahora al abierto rechazo de los republicanos. De manera súbita a los legisladores del partido conservador les preocupa ahora el aumento del déficit fiscal y la posibilidad de que el dinero llegue a manos de gente que no lo necesita.
La realidad es que, detrás de la reticencia de los republicanos, se encuentra es el deseo de obstaculizar a toda costa la agenda de Biden por razones políticas, tal como en el pasado lo hicieron con Obama. Sólo que esta vez se han topado con pared, puesto que el nuevo mandatario ha sido claro en que no perderá el tiempo en negociaciones que al final no llevarán a ningún lado. Como bien lo ha dicho, no puede darse ese lujo mientras millones de estadounidenses están en la miseria. os republicanos, por desgracia, han perdido la brújula. Están enfrascados en una lucha interna entre quienes desean rescatar al partido del nefasto legado de Trump y quienes lo defienden contra viento y marea a pesar del enorme daño que causó al país. Las divisiones se han acrecentado con el inicio del juicio político contra el expresidente, que se inició ayer.
Si bien todo indica que Trump no será declarado culpable pues difícilmente votarán en su contra los 17 senadores republicanos que se requieren para ello, el juicio servirá para sacar a la luz valiosa información sobre el papel del exmandatario en la insurrección del pasado 6 de enero. Las evidencias de que incitó a una turba de supremacistas blancos a tomar el Capitolio están por doquier y, aunque no lo quieran reconocer sus millones de seguidores, servirán para que quede registrado en la historia el acto de alta traición que cometió contra la democracia de EEUU.•
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