COMPLICIDAD REPUBLICANA
El Día de los Presidentes se recuerda este año después del segundo juicio político contra el ex presidente Donald Trump. Otra vez el ex mandatario sale libre de condena a pesar de la abundancia de pruebas en su contra. La vara con que hoy se miden los presidentes se deterioró a medida que se alejan de los valores democráticos.
La fecha recuerda al primer presidente George Washington que fundó la república y a Abraham Lincoln responsable del fin de la esclavitud. Los dos fueron hombres de sus tiempos cuya figura se fue acrecentando con el paso del tiempo.
Es cierto, Washington tenía esclavos y Lincoln estaba más molesto por el impacto político y económico de la acción independentista de los estados del sur que quizás por la condición humana que reinaba allí. El republicano se oponía la esclavitud, pero eso no significaba que apoyaba la igualdad o integración social. Eso no impide reconocer sus valores y contribuciones que los ponen en lo más alto de los jefes de Estado.
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No se puede decir lo mismo de Trump. Los historiadores colocan sus cuatro años de presidencia entre los peores presidentes. La encuesta Gallup muestra que más del 60% de los estadounidenses cree que la gestión del millonario neoyorquino fue pobre (47%) o por debajo del promedio.
En los 232 años de Estados Unidos pasaron 46 presidentes y cuatro juicios políticos. En el siglo 20 fue Bill Clinton por negar una relación sexual y Trump dos veces por hacer trampa en una elección. La primera por pedir ayuda extranjera para derrotar a Joe Biden, la segunda por alentar a una turba para detener la ratificación de la victoria electoral del demócrata.
Lo más grave es que estos dos sabotajes debidamente documentados contra la democracia no impiden que Trump pueda regresar a la Casa Blanca a repetir lo mismo.
Javier Casas, General Manager
Carmen Villavicencio, Executive Editor. Angel Vazquez, Sales and
Circulation. Rossana Rosado, Publisher Emeritus
Iván Adaime, CEO Javier Casas, CFO Rafael Cores, Content Su retorno siendo una amenaza por la complicidad de su partido.
La presidencia de Trump mostró que los límites del poder de la Casa Blanca dependen del respeto a la ley y las formalidades del inquilino. Expuso las debilidades del sistema cuando la creciente presidencia imperial que se va formando por años, cae en manos de un narcisista patológico e inescrupuloso como el expresidente. Lo menos que merecía Trump es prohibirle que tenga una oportunidad para repetir el mal hecho.
Con el presidente Biden regresó un sentido de normalidad a la presidencia. Los desafíos que enfrenta EEUU son inmensos. Hoy podemos mirar hacia la Casa Blanca con esperanza, sabiendo que el divisionismo ya no es una política de gobierno.
Este Día de los Presidentes llega en medio de una pandemia y una economía golpeada. Somos optimistas sobre el futuro, no por una cuestión de ideología, sino porque en la Oficina Oval hay alguien que otra vez se ve como un servidor público y no al revés.•
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