LA DESTRUCCIÓN DEL PARTIDO REPUBLICANO
Cuando el 3 de mayo de 2016 el senador Lindsey Graham advirtió que si los republicanos nominaban a Donald Trump el partido quedaría destruido y lo tendría bien merecido, sabía bien de lo que hablaba. Casi cinco años después, el legado del expresidente no podía ser peor: los republicanos perdieron la Cámara de Representantes, el Senado y la presidencia. Pero lo más grave de todo es que han perdido su identidad y su futuro está gravemente amenazado por la división que se ha creado entre quienes defienden a ultranza a Trump y quienes lo consideran un lastre.
El juicio político en el que Trump salió absuelto, pese a la abrumadora evidencia de que incitó a una turba a tomar el Capitolio con un saldo de cinco muertos, ha profundizado la guerra que se libra en las filas de su partido. Aunque ningún senador republicano exculpó al expresidente por la insurrección del 6 de enero, al final solo siete lo declararon culpable. El resto votó a favor de su absolución con un argumento técnico: que el juicio no era constitucional porque el acusado ya no está en la Casa Blanca.
La realidad es que quienes votaron a favor de exculpar a Trump lo hicieron por temor a perder sus cargos. Por increíble que parezca, el expresidente es todavía el líder máximo de los republicanos. La razón es muy simple. Varias encuestas indican que cuenta con un amplio apoyo si decide contender por la presidencia en 2024.
Esto explica el por qué el senador Kevin McCarthy, a pesar de haberse confrontado con Trump y criticarlo por negarse a detener el ataque contra el Capitolio, fue a visitarlo hace unos días a Florida en busca de su apoyo para impulsar las candidaturas de los congresistas republicanos en las elecciones de 2022.
Pero muchos otros republicanos destacados, como la senadora Lisa Murkowski de Alaska y el gobernador de Maryland, Larry Hogan, consideran que, para salir de la crisis que enfrentan es indispensable que el partido rompa para siempre sus lazos con Trump por el peligro que representa para la democracia.
Es de esperarse que las divisiones entre los republicanos se acrecienten en los próximos meses porque Trump está dispuesto a volver a la arena política. Pero no tendrá el camino despejado. Le aguardan numerosas investigaciones criminales, entre ellas una en Georgia por haber presionado al secretario de Estado, Brad Raffensperger, a cambiar los resultados electorales en esa entidad. En Nueva York también se investiga si el exmandatario infló el valor de sus propiedades para asegurar préstamos y obtener beneficios fiscales.
Ninguna de estas acusaciones pesa en el ánimo de quienes aún respaldan a Trump, como es el caso de Graham, quien se ha convertido en el prototipo de la hipocresía política. Lo que más llama la atención es que sea justamente el senador de South Carolina, el que predijo la destrucción de los republicanos por el trumpismo, el que ahora lo defienda como la única salvación de su partido.l