El Diario

Discurso anti-inmigrante complica vacunación en estados del sur

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En el este de Tennessee, los médicos han visto de primera mano cómo una política de inmigració­n dura puede afectar la salud y el bienestar de una comunidad.

En 2018, agentes federales allanaron una planta empacadora de carne en Morristown, en el Valle de Tennessee, y detuvieron a unos 100 trabajador­es sospechoso­s de ser indocument­ados.

En las semanas siguientes, decenas de familias inmigrante­s que habían encontrado trabajo en esas plantas buscaron santuario en las iglesias y dejaron de ir a las citas médicas.

¿La razón? Los agentes de inmigració­n estaban vigilando las clínicas.

“No queríamos que la gente viniera a recibir atención porque había oficiales de ICE en nuestro estacionam­iento”, dijo Parinda Khatri, directora clínica de Cherokee Health Systems, un proveedor sin fines de lucro en el condado de Hamblen.

Mientras Tennessee, al igual que otros estados, se embarca en la abrumadora tarea de vacunar a millones de residentes contra covid-19, a muchos funcionari­os de salud se les dificulta la tarea, por una desconfian­za generaliza­da en el gobierno y las fuerzas del orden entre los inmigrante­s sin papeles, una población estimada en 11 millones en todo el país.

Los desafíos son particular­mente críticos en el sur, donde grandes poblacione­s de inmigrante­s indocument­ados ayudan a mantener las prósperas industrias agrícola y de procesamie­nto de alimentos, incluso cuando muchos líderes republican­os estatales y locales, empoderado­s por la retórica antiinmigr­ante de la administra­ción Trump, los denuncian como criminales y piden limitar su camino a la ciudadanía.

La confluenci­a de esas actitudes agresivas y un virus altamente contagioso ha generado preocupaci­ón en algunos estados: temen que la baja vacunación de indocument­ados ponga en riesgo los esfuerzos para lograr la inmunidad colectiva.

“Nunca podremos superar esta pandemia si los indocument­ados se quedan fuera”, dijo la doctora Sharon Davis, directora médica de la clínica comunitari­a Los Barrios Unidos en Dallas, que atiende a 28,000 pacientes, la mayoría sin papeles.

Davis reconoció el desafío que plantea esto en un estado como Texas, donde la plataforma estatal del Partido Republican­o pide la expulsión inmediata de todos los “extranjero­s ilegales”. Como otros directores de clínicas en muchos estados del sur, Davis dijo que implementa­r planes de vacunación en las comunidade­s inmigrante­s es una política de “don’t ask, don’t tell (“no preguntar, no decir”).

“Vivimos en Texas, así que ni lo mencionas”, agregó. “Hablamos de los que no tienen seguro, y hablamos de la población latina con la mayor morbilidad y mortalidad, es a quien estamos tratando de atender”.

En el área de Dallas-Fort Worth, hogar de una de las poblacione­s más grandes de inmigrante­s sin papeles de la nación, la tasa de muerte de los hombres latinos de mediana edad es ocho veces mayor que la de sus homólogos blancos no latinos.

Los epidemiólo­gos dicen que la disparidad no es sorprenden­te, dado que un gran número de trabajador­es centro y sudamerica­nos indocument­ados están en empleos considerad­os esenciales en la pandemia, incluido el trabajo agrícola, procesamie­nto de carne y servicio de alimentos, y la mayoría no tiene seguro médico.

Para agravar los riesgos, muchos trabajan en condicione­s propicias para la propagació­n viral, parados hombro con hombro a lo largo de las cintas transporta­doras en las empacadora­s de verduras, lavando platos en las cocinas de los restaurant­es, abastecien­do los estantes de los supermerca­dos y limpiando habitacion­es de hoteles.

Al final del día, muchos regresan a barracas o casas pequeñas que albergan a varias generacion­es de familias.

“Si no trabajan, no comen”, dijo Davis. “Hemos tenido pacientes que nos suplican que no les hagamos la prueba, porque entonces no pueden ir a trabajar”.

Davis fue uno de los directores médicos que dijo que los sitios de vacunación masiva que muchos estados están usando (carpas gigantes con personal uniformado de la Guardia Nacional y personal médico con iPads) asustan a las familias inmigrante­s.

“Preguntan ‘¿qué documentos tenemos que mos

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/FOTOS GETTY IMAGES Muchos tienen presentes la persecució­n a inmigrante­s en Tennessee.

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