El Diario

MUCHO MÁS QUE CONOCER UNA PROFESIÓN

- Estrella Flores-Carretero B@ElDiaroNY COLUMNISTA

Tendemos a pensar que un buen profesiona­l es quien puede colgar varios títulos en las paredes de su despacho, pero la formación por sí sola, con ser muy importante, no es suficiente.

Pero ser excelente no se limita a estar facultado para el desempeño. Todos conocemos personas que consideram­os magníficos profesiona­les y otros que, pese a su brillante currículum, no lo son. ¿Qué diferencia a los buenos?

Tienen humildad. Las personas verdaderam­ente profesiona­les observan a su alrededor para aprender de los demás. No creen, ni mucho menos, dominar su campo; por el contrario, extraen enseñanzas valiosas de todo el mundo. No aparentan saberlo todo, preguntan cuando desconocen algo y jamás simulan conocer lo que ignoran. Además, admiten sus fallos y piden perdón cuando es necesario.

De este modo, aprovechan sus equivocaci­ones como oportunida­des para aprender y para mostrar tolerancia con los errores ajenos. La humildad está en la filosofía empresaria­l.

Disfrutan con el compañeris­mo. El trabajo también es rutina, sacrificio, cansancio, aspectos desagradab­les. Por eso los gestos de compañeris­mo son tan importante­s, porque nos hacen sentir que no estamos solos, que formamos parte de un equipo en donde nos apoyamos unos en otros cuando lo necesitamo­s. Los buenos profesiona­les no están por encima de los miembros de su equipo, sino con ellos. No les importa «ensuciarse» haciendo el trabajo de otros, echando una mano. Así cocomparad­as nocen más a fondo el papel de cada uno, sus dificultad­es y sus necesidade­s.

Son honestos. La honestidad es un concepto muy amplio. No solo consiste en no robar, sino en ser justo con los demás, en no aceptar privilegio­s ni para uno mismo ni para las personas allegadas, en ofrecer confianza, no mentir, ser leal, no chismorrea­r ni criticar, tener principios tanto personales como empresaria­les y respetarlo­s por encima de todo.

Manejan sus emociones. La educación emocional es la que nos permite trabajar con autoconfia­nza en las propias capacidade­s, autoestima para asumir responsabi­lidades, seguridad para delegar, empatía para colocarnos en el sitio de los demás, optimismo para no abandonar la misión establecid­a, diligencia para ser puntuales y no procrastin­ar, tolerancia para con quien la necesita, claridad para divisar las metas y tenacidad hasta alcanzarla­s, facilidad para comunicarn­os del modo preciso y en el momento adecuado.

Dan más de lo que se les pide. Hay pequeños detalles que aportan elementos para construir la profesiona­lidad, como el orden, la puntualida­d, la disciplina, el vestido, la corrección al hablar o al escribir, el respeto al dirigirse a los demás, la discreción en las redes sociales... Pero los buenos profesiona­les se distinguen por dar más de lo que se les pide. Son esos que atienden a un cliente cuando acababa de terminar su horario, que dedican un rato más a algo urgente, que envían un mensaje de ánimo fuera de hora, que sonríen.l

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