Se oscurece la ‘mancha’ de la explotación laboral en las lavanderías
A la tragedia del robo de salarios en la Gran Manzana se suma otra cadena de abusos para una masa laboral en su mayoría femenina e hispana
La inmensa ‘mancha’ de casos de explotación laboral que rodea a la popular industria de las lavanderías en la Gran Manzana, y que además ha sido denunciada hasta la saciedad, pareciera haber ‘oscurecido’ aún más con la pandemia del coronavirus.
La semana pasada, el Centro de Trabajadores de Lavanderías (LWT) que durante décadas ha presentado informes de cómo miles de mujeres inmigrantes, mayoritariamente hispanas, asiáticas y afroamericanas son blanco de robo de salarios, presiones y condiciones de inseguridad laboral, ahora pone en la balanza cómo este modelo de abusos podría estar en su peor momento, luego de un año en que la ciudad de Nueva York viene enfrentando la crisis del COVID-19.
“Desde el principio de la pandemia hubo mucha reducción de horas, cientos de mujeres que por necesidad ya cargaban con el peso de recibir salarios por debajo del mínimo de 15 dólares, se contagiaron y no recibieron pagos por días de enfermedad. Además, en muy pocos casos tuvieron acceso a mecanismos de protección mínimos, tomando en cuenta que parte de su faena es manipular piezas contaminadas con fluidos”, es el inventario que expone Mahoma López, organizador de LWT.
La tendencia, que revela esta organización, es que cuando las trabajadoras se sindicalizan y se acercan a las instituciones para reclamar sus derechos, los propietarios de estas empresas tienen la manera de maniobrar para evadir sus responsabilidades.
“Lo que hemos venido observando es que se declaran en quiebra, sub rentan y aparecen con otro nombre o crean otra empresa, para evadir las compensaciones. Aprovechan que legalmente estos procesos judiciales de reclamos ante las instituciones existentes, son muy lentos”, puntualiza López.
El drama de esta clase trabajadora tiene otro ángulo. Desde el principio de la crisis de salud pública fueron considerados ‘esenciales’, pues de hecho estos establecimientos no debieron interrumpir sus operaciones por los decretos pandémicos. Un año más tarde, y con un plan de vacunación que cada vez se amplía más en la ciudad, no aparecen en ningún listado de prioridad en la estrategia de inmunización. Y sus condiciones laborales lucen peores.
Una cadena de abusos
Las mexicanas Cecilia Dávila y Sandra Mejías, son apenas dos rostros visibles. Como trabajadoras de lavanderías, padecieron lo que de acuerdo con sus testimonios fue una cadena de abusos, en donde fueron sometidas a pagos por debajo de los $11 por hora, extenuantes jornadas y presiones por parte de su empleador en un establecimiento ubicado en el Upper West
Side de Manhattan.
Todo se complicó aún más para ellas, cuando el pasado noviembre decidieron formar parte en conjunto con otras seis trabajadoras, de una querella ante la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB), que le notificó a su empleador ‘Wash Supply’, sobre una serie de beneficios laborales con peso de ley que debían ser reconocidos.
Según la denuncia del grupo de trabajadoras, el pasado 19 de febrero dicha empresa cerró sus puertas. No cumplió con los pagos reclamados y además durante los meses posteriores al reclamo, las sometieron a “vejaciones y humillaciones”.
“Nunca nos dieron ningún tipo de protección ante la pan