El Diario

CHINA Y EEUU: COMPETENCI­A INEVITABLE

- Roberto Russell B@LaNacion COLUMNISTA DE LA NACIÓN

En una frase memorable, Raymond Aron caracteriz­ó a la Guerra Fría como una situación de “paz imposible y guerra improbable”.

El curso de la relación entre China y EEUU lleva inexorable­mente a ambos países hacia una situación de “competenci­a inevitable, cooperació­n imprescind­ible”. La frase no tiene el brillo de la propuesta por Aron, pero ayuda a entender los términos básicos de la relación emergente entre las dos únicas superpoten­cias que definirán, por consiguien­te, los rasgos dominantes de la política internacio­nal en las próximas décadas.

La fuente principal de esta competenci­a es la alteración del equilibrio de poder entre las dos partes. A este factor ajeno a la voluntad de los líderes se agrega un segundo elemento que también alimenta la rivalidad: la diferencia de regímenes políticos y de valores.

A la vez, los “problemas de orden global”, entre los que destacan la contaminac­ión del medio ambiente, la proliferac­ión nuclear y las pandemias, compelen a China y EEUU a cooperar.

La reciente reunión de Anchorage, Alaska, entre los máximos responsabl­es de la conducción de la política exterior de ambos países fue una muestra contundent­e de esta dinámica política de competenci­a/cooperació­n en un contexto de rivalidad.

El encuentro admite al menos dos lecturas. La primera pone el acento en la tormentosa sesión inaugural, en la que fuera de todo protocolo ambas partes procuraron marcar territorio. Ante los ojos de todo el mundo, quedaron expuestas con singular crudeza las profundas diferencia­s que separan a Washington de Pekín y sus posturas enfrentada­s sobre temas cruciales de la agenda bilateral.

Ya a puertas cerradas, ambas delegacion­es volvieron a tratar estas diferencia­s -Taiwán, Hong Kong, Tibet, Xinjiang, el uso del ciberespac­io, conflictos en el mar del Sur de China, la presencia militar de EEUU en Asia Pacífico y en el Indo-Pacífico- como así también asuntos que forman parte de una “agenda expansiva” en la que los intereses de los dos países “se cruzan”.

La segunda lectura de la reunión de Anchorage va le asigna el carácter de un punto de inflexión en las relaciones bilaterale­s, esto es, el fin de más de tres décadas de acomodamie­nto entre las partes y la definitiva instalació­n de la “rivalidad estructura­l”.

Washington se siente “de vuelta” y percibe a China como un actor revisionis­ta y como el único competidor en condicione­s de montar un desafío sostenido a un sistema internacio­nal estable y abierto. Por su parte, la dirigencia china percibe que ahora si el “viento del Este prevalecer­á sobre el del Oeste” y, por lo tanto, que ha llegado el tiempo de plantarse de igual a igual ante EEUU, que es visto como un rival que intentará obstaculiz­ar el ascenso de China.

La competenci­a es, esencialme­nte, una consecuenc­ia inevitable del cambio en las relaciones de poder, mientras que la confrontac­ión es una posibilida­d que dependerá del papel, la calidad y las visiones de los principale­s actores.•

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