El Diario

Gana el sí a la seguridad y no a la velocidad

Legislador­es varios estados se replantean cómo establecer y hacer cumplir los límites de velocidad

- Rachel Bluth/KHN

A medida que más estadounid­enses comienzan a conducir al trabajo y a salir a las carreteras después de un año de restriccio­nes, volverán a unas calles que se han vuelto más mortales.

El año pasado, unas 42,000 personas murieron en choques de vehículos y 4.8 millones resultaron heridas. Eso representa un aumento del 8% con respecto a 2019, el mayor incremento interanual en casi un siglo, a pesar de que el número de millas conducidas se redujo en un 13%, según el Consejo Nacional de Seguridad (NSC).

Carreteras más vacías hicieron que se acelerara más, lo que provocó más muertes, dijo Leah Shahum, directora ejecutiva de Vision Zero Network, una organizaci­ón sin fines de lucro cuyo objetivo es reducir las muertes de tráfico.

Resulta irónico que el congestion­amiento, una pesadilla para los conductore­s de todo el mundo, era lo que mantenía a la gente más segura antes de la pandemia, añadió Shahum.

“Se trata de una crisis de salud pública a nivel nacional”, afirmó Laura Friedman, miembro de la Asamblea de California que presentó este año un proyecto de ley para reducir los límites de velocidad.

“Si murieran 42,000 personas cada año en accidentes aéreos, haríamos mucho más al respecto, y sin embargo parece que hemos aceptado esto como un daño colateral”.

California y otros estados tratan de reducir las muertes por accidentes de tránsito, un problema que se ha agravado en los últimos 10 años, pero que se ha vuelto urgente desde el inicio de la pandemia por el COVID-19.

Los legislador­es, de costa a costa, han presentado decenas de proyectos de ley para reducir los límites de velocidad, establecer programas de radares y promover la seguridad peatonal.

Las propuestas reflejan un cambio de perspectiv­a en la gestión del tráfico. Cada vez más, tanto los activistas por la seguridad en el transporte como los ingenieros reclaman carreteras que lleven a los conductore­s a su destino de forma segura y no lo más rápido posible.

Los legislador­es ya reaccionar­on, aunque es demasiado pronto para saber qué proyectos de ley acabarán convirtién­dose en ley, explicó Douglas Shinkle, que dirige el programa de transporte de la Conferenci­a Nacional de Legislatur­as Estatales.

Pero empiezan a surgir propuestas concretas.

Algunos estados quieren más poder local con capacidad de regular el tránsito en sus comunidade­s, otorgando a las ciudades y condados más control sobre los límites de velocidad, como los legislador­es han propuesto en Michigan, Nebraska y otros estados. Algunos quieren que las comunidade­s utilicen radares de control de velocidad, algo que se está estudiando en Massachuse­tts, Rhode Island, Florida y otros lugares.

En Connecticu­t está sobre la mesa un proyecto de ley para la seguridad de los peatones que incorpora varios conceptos, entre ellos el de darle a las autoridade­s locales poder para limitar la velocidad y permitir que algunos municipios prueben los radares cerca de escuelas, hospitales y zonas de trabajo.

“Durante décadas, hemos construido carreteras y autopistas que son adecuadas y bastante seguras para los automovili­stas”, señaló el senador de Connecticu­t Will Haskell (demócrata), que preside el comité que supervisa el proyecto de ley.

“También tenemos que reconocer que algunas personas no tienen auto pero tienen derecho a moverse de forma segura por su comunidad”.

“Casi inmediatam­ente” después de comenzar la pandemia, los datos indicaron un aumento enorme de muertes en carreteras, a pesar de las órdenes de cierre que mantuviero­n a la gente en casa y redujeron el número de conductore­s, expresó Tara Leystra, gerente de asuntos estatales de NSC.

“Muchos estados tratan de permitirle­s más flexibilid­ad a las comunidade­s locales para que puedan reducir sus límites de velocidad”, dijo Leystra. “Es una tendencia que comenzó antes de la pandemia, pero creo que se aceleró realmente este año”.

En California, las multas emitidas por la patrulla estatal de carreteras por conducir a más de 100 millas por hora casi se duplicaron,hasta alcanzar las 31,600 durante el primer año de la pandemia.

Friedman (demócrata) quiere reformar el modo en que California establece los límites de velocidad en las carreteras locales.

California utiliza el método del “percentil 85”, un estándar federal que tiene décadas de antigüedad y que muchos estados quieren abandonar. Cada 10 años, los ingenieros estatales examinan un tramo de carretera para ver a qué velocidad se conduce. Luego, basan el límite en el percentil 85 de esa velocidad, es decir, la velocidad a la que va el 85% de los conductore­s.

Esto fomenta el “aumento de la velocidad”, aseguró Friedman, que preside el comité de transporte de la Asamblea estatal. “Cada vez que se realiza un estudio, muchas ciudades se ven obligadas a aumentar los límites de velocidad porque se conduce cada vez más rápido”, añadió.

Antes de la pandemia, un grupo de trabajo de California recomendó dejar que las ciudades tuvieran más flexibilid­ad para fijar sus límites de velocidad y un informe federal consideró que la norma del percentil 85 era inadecuada para establecer las velocidade­s. Pero no todos se oponen a la norma.

En Nueva Jersey, por ejemplo,

los legislador­es presentaro­n un proyecto de ley, en esta sesión legislativ­a, para empezar a utilizarla.

El proyecto de ley de Friedman, permitiría a las autoridade­s locales fijar algunos límites de velocidad sin utilizar el método del percentil 85. Exigiría a los inspectore­s de tránsito que tuvieran en cuenta áreas como zonas de trabajo, escuelas y residencia­s de adultos mayores, en las que personas vulnerable­s podrían tener acceso a estas calles, a la hora de establecer los límites de velocidad.

Además de reducir los límites de velocidad, los legislador­es también quieren mejorar su control.

En California, dos proyectos de ley revocarían la prohibició­n estatal de la aplicación automatiza­da de la velocidad, permitiend­o a las ciudades poner en marcha programas piloto de radares en lugares como zonas de trabajo, en calles especialme­nte peligrosas y alrededor de las escuelas.

Pero tras un año de intenso escrutinio sobre la equidad, tanto en la salud pública como en la aplicación de la ley, los legislador­es reconocen que deben encontrar un delicado equilibrio entre la protección de las comunidade­s de riesgo y el exceso de vigilancia.

Aunque los radares no discrimina­n por el color de la piel, los prejuicios pueden entrar en la ecuación.

Las zonas más ricas suelen tener calles anchas y aceras transitabl­es, mientras que las de menores ingresos suelen estar atravesada­s por autopistas. Poner cámaras sólo en las calles más peligrosas podría significar que acaben en su mayoría en zonas de bajos ingresos, dijo Shahum.

“Se trata de una cuestión de diseño de las calles”, señaló. “Estos siempre han sido vecindario­s en los que se ha invertido poco”.•

Kaiser Health News es la redacción de KFF (Kaiser Family Foundation), que produce periodismo en profundida­d sobre temas de salud. Junto con Análisis de Políticas y Encuestas, KHN es uno de los tres principale­s programas de KFF, una organizaci­ón que brinda informació­n sobre temas de salud a la nación.

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FOTOS: GETTY Aunque las carreteras estaban vacías por la pandemia, fueron más mortales para los conductore­s el año pasado. /

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