UN PLAN ECONÓMICO NECESARIO
Esta semana, Joe Biden cumplirá sus primeros 100 días de presidencia con avances en la guerra contra el COVID-19, la lucha contra el cambio climático o el fin a la barbarie antiinmigrante de Trump.
Estos avances no son completos. Para superar la crisis se requiere reactivar la economía y que millones de cesantes vuelvan a trabajar. Por eso, el Congreso debe aprobar su propuesta de infraestructura, el Plan de Empleo Estadounidense. Es ambicioso e histórico. Como lo son también las circunstancias.
El plan incluye una gama amplísima de proyectos y tareas que devolverán la estabilidad económica y el impulso necesario a nuestro país.
Revitalizará la manufactura, asegurará las cadenas de suministro e invertirá en investigación y desarrollo.
Reparará carreteras, reconstruirá puentes, actualizará puertos, aeropuertos y sistemas de tránsito. Suministrará
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agua potable limpia, una red eléctrica renovada y banda ancha de alta velocidad para todos.
Modernizará escuelas. Mejorará los hospitales de veteranos.
Creará puestos de trabajo y aumentará salarios y beneficios para los trabajadores de cuidados domiciliarios esenciales.
Muchas de esas mejoras han esperado demasiado, como los aumentos en licencia de parto pagada, la inversión en el cuidado de niños y el colegio comunitario gratuito.
Para financiarlo, Biden propone restablecer tasas impositivas, principalmente a quienes ganan un millón de dólares al año o más y que fueron reducidas por Trump. Además, duplicar el impuesto a los rendimientos de las inversiones - la ganancia de capital - cuando se venden acciones y otros activos.
Quienes están en la mira del presidente son menos del uno por ciento de la población,
Javier Casas, General Manager
Carmen Villavicencio, Executive Editor. Angel Vazquez, Sales and
Circulation. Rossana Rosado, Publisher Emeritus
Iván Adaime, CEO Javier Casas, CFO Rafael Cores, Content que ha gozado durante demasiado tiempo de un sinfín de leyes y regulaciones que les permite evadir sus responsabilidades, al punto que tienen la tasa impositiva más baja de la historia.
El mismo Trump, en 2016, solo pagó $750 en impuestos.
Es justo y necesario entonces, y es hora de que quienes se beneficiaron durante décadas - mientras la carga impositiva recaía sobre la clase media asalariada - también contribuyan al esfuerzo.
La sola mención de que deberán pagar más al fisco está levantando en armas a la oposición. Pero su resistencia no es más que codicia disfrazada de argumento económico.
Sí, el nuevo presidente sorprende por lo decisivo de sus medidas, especialmente ante la inacción de la anterior administración.
Es que no le queda más remedio.
Ahora, comienza la lucha para aprobar este plan, clave para la recuperación de la población. or el bien de todo el país, es hora de que Biden y los demócratas que encabeza se deshagan de su timidez tradicional en el tema de impuestos e impulsen una agenda más igualitaria.
Que no se echen atrás. Merecerán nuestro apoyo.•
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