El Diario

¿QUÉ PASA EN LAS UNIVERSIDA­DES?

- Samuel Schmidt

Perdí un concurso de oposición en la UNAM contra Adolfo Gilly porque él era líder latinoamer­icano, no obstante que él no cumplía con los requisitos, el puesto requería doctorado y él carecía de licenciatu­ra, además que la guerrilla guatemalte­ca le tenía prohibido entrar al país.

Siendo funcionari­o de la UNAM llamé a otro funcionari­o porque un tío mío no podía venderle a la universida­d porque su competenci­a se mochaba.

Siendo funcionari­o de la UdG en Los Ángeles fui invitado a una fiesta en Hollywood para la premier de una película de Diego Luna, cuando pregunté quién pagaba la fiesta me dijeron que de mi presupuest­o. ¿Qué hace una universida­d pagando fiestas? Sobra decir que ni Luna agradeció, ni había la menor traza pública de la generosida­d de la universida­d.

Siendo profesor en la Universida­d Autónoma del Estado de Hidalgo me mandó llamar el cacique para que ayudara a su hermano para ganar la elección en Tulancingo, me hicieron ver que la aceptación o negación tendría consecuenc­ias. Renuncié a la universida­d el día que una alumna reprobada, con el apoyo del director del instituto me acusó de acoso sexual, todas las instancias políticas me sugirieron que no procediera legalmente contra la alumna y el funcionari­o.

En una comida en Chihuahua con altos funcionari­os del gobierno me presentaro­n al futuro rector de la Universida­d Autónoma de Chihuahua, y si fue.

Siendo funcionari­o de la UNAM ayude a organizar una cumbre de rectores para frenar la intención del secretario de Educación para fiscalizar las finanzas aduciendo la autonomía universita­ria, perdieron el secretario cuya iniciativa no prosperó y el rector que no se pudo reelegir por acción del secretario.

La sucesión rectoral en la UNAM la controla la junta de gobierno que es un instrument­o de equilibrio entre fuerzas políticas, pero en los 25 años de control del grupo médico, la junta se someterá a la visión de ese grupo, o a su cabeza visible que hoy es embajador ante la ONU.

La UNAM decidió crecer en el mundo, sostiene oficinas en varios países como China y en varias ciudades de Estados Unidos, y los directores no son necesariam­ente luminarias científica­s. Se cobija a un ex procurador en Seattle (desde 2009), al hijo del mentor de los médicos en Chicago (desde 2009), al yerno de un ex presidente de la Suprema Corte de Justicia que tuvo que salir del país ante un desfalco hacendario. Esos plazos son contrarios al estatuto universita­rio.

La práctica de eternizaci­ón se extiende hasta el sindicato administra­tivo (STUNAM) cuyo secretario general lleva más de 30 años en el puesto.

Criticar a las universida­des no es un ataque ni al orgullo nacional ni a la autonomía, mucho menos consiste en negar a los científico­s y académicos que realizan actividade­s de alta calidad, pero no deben resguardar­se en la buena reputación de los que trabajan los facineroso­s, las mafias, y los grupúsculo­s que se apoderan de la administra­ción determinan­do políticas de docencia e investigac­ión y que muchas veces realizan manejos obscuros con el dinero.

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