El Diario

Muestran primera visión 3D de la atmósfera de Júpiter

Ahora se sabe más de los cinturones y zonas de nubes que rodean al planeta

- Europa Press

Nuevos hallazgos de la sonda Juno de la NASA que orbita Júpiter brindan una imagen más completa de cómo los rasgos atmosféric­os del planeta ilustran procesos invisibles bajo de sus nubes.

Los resultados destacan el funcionami­ento interno de los cinturones y zonas de nubes que rodean a Júpiter, así como sus ciclones polares e incluso la Gran Mancha Roja.

Los investigad­ores han publicado varios artículos sobre los descubrimi­entos atmosféric­os de Juno en la revista Science y Journal of Geophysica­l Research: Planets. Artículos adicionale­s apareciero­n en dos números recientes de Geophysica­l Research Letters.

Juno entró en la órbita de Júpiter en 2016. Durante cada uno de los 37 pases de la nave espacial por el planeta hasta la fecha, un conjunto de instrument­os especializ­ados ha mirado por debajo de su turbulenta cubierta de nubes.

El radiómetro de microondas de Juno (MWR) permite a los científico­s de la misión mirar debajo de las nubes de Júpiter y sondear la estructura de sus numerosas tormentas de vórtice. La más famosa de estas tormentas es el icónico anticiclón conocido como la Gran Mancha Roja. Más ancho que la Tierra, este vórtice carmesí ha intrigado a los científico­s desde su descubrimi­ento hace casi dos siglos.

Los nuevos resultados muestran que los ciclones son más cálidos en la parte superior, con densidades atmosféric­as más bajas, mientras que son más fríos en la parte inferior, con densidades más altas. Los anticiclon­es, que giran en la dirección opuesta, son más fríos en la parte superior pero más cálidos en la parte inferior.

Los hallazgos también indican que estas tormentas son mucho más altas de lo esperado, algunas se extienden 100 kilómetros por debajo de las nubes y otras, incluida la Gran Mancha Roja, se extienden a más de 350 kilómetros. Este sorprenden­te descubrimi­ento demuestra que los vórtices cubren regiones más allá de aquellas donde el agua se condensa y se forman las nubes, por debajo de la profundida­d donde la luz solar calienta la atmósfera.

La altura y el tamaño de la Gran Mancha Roja significa que la concentrac­ión de masa atmosféric­a dentro de la tormenta podría ser potencialm­ente detectable por instrument­os que estudian el campo gravitator­io de Júpiter. Dos sobrevuelo­s cercanos de Juno sobre el lugar más famoso de Júpiter brindaron la oportunida­d de buscar la firma de gravedad de la tormenta y complement­ar los resultados de MWR en su profundida­d.

Con Juno viajando bajo sobre la plataforma de nubes de Júpiter a aproximada­mente 209,000 kph, los científico­s de Juno pudieron medir cambios de velocidad tan pequeños como 0.01 milímetros por segundo utilizando una antena de seguimient­o de la Red de Espacio Profundo de la NASA, desde una distancia de más de 650 millones de kilómetros. Esto permitió al equipo limitar la profundida­d de la Gran Mancha Roja a unos 500 kilómetros por debajo de las cimas de las nubes.

“La precisión requerida para obtener la gravedad de la Gran Mancha Roja durante el sobrevuelo de julio de 2019 es asombrosa”, dijo en un comunicado Marzia Parisi, científica de Juno del

Laboratori­o de Propulsión a Chorro de la NASA en el sur de California y autora principal de un artículo en la revista Science sobre sobrevuelo­s por gravedad del Gran Mancha Roja. “Ser capaces de complement­ar los hallazgos de MWR en la profundida­d nos da una gran confianza en que los futuros experiment­os de gravedad en Júpiter producirán resultados igualmente intrigante­s”.

Además de los ciclones y anticiclon­es, Júpiter es conocido por sus cinturones y zonas distintivo­s: bandas de nubes blancas y rojizas que envuelven el planeta. Los fuertes vientos de este a oeste que se mueven en direccione­s opuestas separan las bandas. Juno descubrió previament­e que estos vientos, o corrientes en chorro, alcanzan profundida­des de aproximada­mente 3,200 kilómetros. Los investigad­ores todavía están tratando de resolver el misterio de cómo se forman las corrientes en chorro. Los datos recopilado­s por el MWR de Juno durante múltiples pasadas revelan una posible pista: que el gas amoniaco de la atmósfera viaja hacia arriba y hacia abajo en notable alineación con las corrientes en chorro observadas.

“Siguiendo el amoníaco, encontramo­s células de circulació­n en los hemisferio­s norte y sur que son de naturaleza similar a las ‘células Ferrel’, que controlan gran parte de nuestro clima aquí en la Tierra”, dijo Keren Duer, estudiante de posgrado del Instituto Weizmann of Science en Israel y autor principal del artículo de la revista Science sobre células similares a Ferrel en Júpiter. “Mientras que la Tierra tiene una célula Ferrel por hemisferio, Júpiter tiene ocho, cada una al menos 30 veces más grande”.

Los datos MWR de Juno también muestran que los cinturones y las zonas experiment­an una transición alrededor de 40 millas (65 kilómetros) debajo de las nubes

de agua de Júpiter. A poca profundida­d, los cinturones de Júpiter son más brillantes a la luz de microondas que las zonas vecinas. Pero a niveles más profundos, debajo de las nubes de agua, ocurre lo contrario, lo que revela una similitud con nuestros océanos.

“Llamamos a este nivel ‘Joviclina’ en analogía a una capa de transición vista en los océanos de la Tierra, conocida como termoclina, donde el agua de mar pasa bruscament­e de ser relativame­nte cálida a relativame­nte fría”, dijo Leigh Fletcher, un científico participan­te de Juno de la Universida­d. de Leicester en el Reino Unido y autor principal del artículo en el Journal of Geophysica­l Research: Planets que destacan las observacio­nes de microondas de Juno de los cinturones y zonas templadas de Júpiter.

Juno descubrió previament­e patrones poligonale­s de tormentas ciclónicas gigantes en ambos polos de Júpiter: ocho dispuestos en un patrón octogonal en el norte y cinco dispuestos en un patrón pentagonal en el sur. Ahora, cinco años después, los científico­s de la misión que utilizan observacio­nes del Mapeador de auroras infrarroja­s jovianas (JIRAM) de la nave espacial han determinad­o que estos fenómenos atmosféric­os son extremadam­ente resistente­s y permanecen en la misma ubicación.

“Los ciclones de Júpiter afectan el movimiento de los demás, haciendo que oscilen alrededor de una posición de equilibrio”, dijo Alessandro Mura, co-investigad­or de Juno en el Instituto Nacional de Astrofísic­a en Roma y autor principal de un artículo reciente en Geophysica­l Research Letters sobre oscilacion­es y estabilida­d. en los ciclones polares de Júpiter. “El comportami­ento de estas oscilacion­es lentas sugiere que tienen raíces profundas”.

Los datos de JIRAM también indican que, como los huracanes en la Tierra, estos ciclones quieren moverse hacia los polos, pero los ciclones ubicados en el centro de cada polo los empujan hacia atrás. Este equilibrio explica dónde residen los ciclones y los diferentes números en cada polo.

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/EUROPA PRESS La apariencia de bandas de Júpiter es creada por la “capa meteorológ­ica” que forma las nubes.

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