El Diario

CREDIBILID­AD ELECTORAL

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Si las elecciones del martes pasado fueron malas noticias para el futuro de los demócratas, la actitud asumida por el candidato republican­o a gobernador de Nueva Jersey de no reconocer su derrota, es un presagio peor para la democracia estadounid­ense.

Dos gobernacio­nes, la de Nueva Jersey y Virginia, estuvieron en juego el martes pasado. En la primera, el gobernador demócrata Phil Murphy obtuvo 50.9% de los votos frente a 48.3% del retador Jack Ciattarell­i. En el segundo el republican­o Glenn Youngkin obtuvo el 50.7% ante el 48.6% del ex gobernador Terry McAuliffe.

Los dos resultados son similares. La diferencia está en la actitud de los derrotados. El demócrata la reconoció rápidament­e, en cambio el republican­o todavía se resiste hasta que, según dice, todos los votos están contados. En Nueva Jersey no hay conteo automático, sino que se demanda judicialme­nte en cada sitio.

Ciatarelli explica su negativa a conceder la derrota para que sus seguidores “no caigan víctimas de teorías conspirati­vas”. En realidad, precisamen­te con ese proceder da rienda libre a las especulaci­ones.

El ex presidente Donald Trump celebró la victoria del republican­o en Virginia y cuestionó la derrota en Nueva Jersey. Como las encuestas tenían abajo a Ciatarelli, ya se predecía maniobras turbias, que se confirmaro­n con la derrota. O sea, si los republican­os ganan la elección es justa, si pierden hubo trampas.

Esta elección mostró que la actitud aberrante de mal perdedor de Trump se normaliza dentro del Partido Republican­o. Ya es parte de una estrategia cuestionar la integridad electoral si se pierde.

Los republican­os llevan un tiempo denunciand­o fraude electoral sin pruebas, que si votan los muertos o los indocument­ados. Pero recién ahora se impugna directamen­te el resultado.

Las legislatur­as republican­as siguen aprobando leyes electorale­s que desalienta­n la participac­ión y desempoder­an al votante en caso de un resultado adverso.

Como si fuera poco ahora en las elecciones de secretario de Estado en Arizona, Georgia, Nevada y Michigan -entre otros- hay candidatos respaldado­s por Trump que apoyan la teoría de la “Gran Mentira” del robo electoral. Si ellos ganan, esos estados perderán la independen­cia electoral.

Los comicios estatales para elegir las autoridade­s electorale­s no solían ser importante­s. Bastaba con aplicar la ley. Hoy varios de estos funcionari­os necesitan protección ante las amenazas contra su vida por parte de simpatizan­tes de Trump por no dar la victoria al republican­o el año pasado.

Según las encuestas, dos tercios de los republican­os creen que Biden perdió la elección presidenci­al. La Gran Mentira es una amenaza viva contra el pilar de la democracia como es la credibilid­ad electoral.•

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