‘No hay que perdonar a nadie’
Miguel Bosé revela una infancia difícil en su libro de memorias
Quien piense que “El Hijo del Capitán Trueno” es un libro en el que su autor, el cantante Miguel Bosé, habla de la gran vida que ha tenido... ¡se equivoca!
Se trata de un relato conmovedor, duro, digno de un culebrón, resultado varias pasadas a recuerdos de infancia y juventud sobre lo que fue vivir con una madre, hermosa actriz (Lucía Bosé) que todo lo opacaba, y un padre torero (Luis Miguel Dominguín) violento y dueño hasta de la voluntad de otros.
Por primera vez, el ídolo musical, hoy de 65 años, habló, en una conferencia con medios, sin pausa sobre lo duro que fue el camino para abrirse paso y hacerse de un nombre propio, pero principalmente de los muchos episodios conflictivos que marcaron la relación con su papá.
Relajado, pese a la polémica que desató por su negacionismo de la pandemia, pidió a los periodistas que se quitaran el cubrebocas para poderlos ubicar bien y, posteriormente, saludarlos.
“Es que esto de las mascarillas es terrible porque te la pegan y parece que tengo a cinco asaltadores delante y resulta que tengo a varios conocidos”, dijo.
Bosé aclaró que su texto no es una revancha contra su progenitor.
“No hay que perdonar a nadie, porque uno crece y hace cosas peores de las que pensaba que iba a ser capaz. Al final, esa genética se traslada y se multiplica por la cantidad de libertades de tu convivir de la juventud en adelante.
Entonces, entendí que lo que tanto me había dolido de él yo lo estaba repitiendo o multiplicando, porque había heredado su genética, y entonces es mucho más fácil decir ahora: ‘entiendo todo y respeto’”, aseguró.
El inicio del libro es avasallador, el intérprete de “Aman
te Bandido” narra el momento en que sus padres rompen su relación y cómo su mundo infantil se desploma. Da cuenta de agresiones de su padre hacia su madre.
“(Me fue muy difícil) contar el episodio de mi madre durmiendo en la calle. No sabía si contarlo, ya no está y eran cosas que no sabía si tenía el derecho de intrusión. Pedí señales, me las dieron y tiré para adelante, pero son cosas que calan muy hondo. Esa imagen caló y de las que están en el libro fue de las que más calaron, fue terrible, devastador y así fue durante días. Esas cosas hurgaron muy hondo en mí”, dijo.
De modo que ahora, todo ese amor que a él le faltó, lo vierte en abundancia y en su totalidad en sus hijos.
“En este momento estoy viviendo en esa casa. Esa casa de hoy, mi casa, es una casa que justamente tiene todo aquello que de alguna manera me faltó, esos abrazos, ese cariño casi empalagoso. Mis hijos me dicen: ‘¡Ay, papi, de verdad, eres un pulpo!’. Pero es que tengo que recuperar los abrazos perdidos, ese cariño perdido y, de haber vivido en una casa diferente, yo no sería quien soy. Probablemente no tendría el mismo carácter, creo que en las dificultades se forjan los caracteres mucho mejor que en la bonanzas”, concluyó.