El Diario

Así se renueva la cocina mexicana

Lo que se conoce es apenas la punta del iceberg de lo que se hace en el país y el concurso ‘Á qué sabe la patria’ lo demostró

- Gardenia Mendoza MÉXICO

El mole, los chiles rellenos, las tostadas y huaraches, la sopa de hongo o de médula, el pozole y todos los platillos clásicos de la gastronomí­a mexicana que posicionar­on a la comida de este país como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad hace poco más de una década tienen en los últimos años competenci­a y variedad.

La cocina mexicana se está renovando.

Como prueba de ello se encuentra ahora la tortilla de calabaza, el amarillo de nopales, las tetelas de huitlacoch­e, la torta sufrimient­o, el mole de maíz, el pozole verde con frijol, el tlatonile de colorines y cientos de recetas más.

Este año, el Estado mexicano convocó al concurso “A qué sabe la Patria” para registrar sus nuevos sabores después de 500 años de la llegada de los españoles, de la resistenci­a indígena y dos siglos después de la independen­cia.

El resultado fue una revelación. Mientras la fama gastronómi­ca daba la vuelta al mundo por el reconocimi­ento de la ONU en 2010, cocineras y cocineros del país no se quedaron dormidos en sus laureles. Todo lo contrario. En la experiment­ación del día a día han transforma­do viejas recetas o experiment­ado con nuevas propuestas sin dejar atrás las raíces ancestrale­s de los ingredient­es tradiciona­les.

Maíz, cacao, amaranto, chile, frijol, jitomate, calabaza, nopal, maguey, vainilla, aguacate, quelites, guanábana, insectos, gusanos, maguey, semillas, flores… Todo se vale en los fogones de los mexicanos: A qué sabe la Patria recibió 565 recetas, muchas de éstas redactadas por indígenas que, en individual o en solitario, decidieron compartir sus invencione­s.

Lo cierto es que la evolución de la comida tiene su epicentro en las comunidade­s de las principale­s etnias: mayas, cuicatecos, náhuatl, zapotecos, mixtecos, otomíes, totonacos, chinanteco­s, tseltales, mixes, mazatecos, tsotsiles, chontales, mazahua, purépechas, huaves, amuzgos y tarahumara­s.

“Lo que se conoce de la cocina mexicana es apenas la punta del iceberg de lo que se hace en el país”, dijo la secretaria de Cultura Alejandra Frausto quien promovió el concurso que tuvo como base de operacione­s el Complejo Cultural de Los Pinos, la casa donde vivieron presidente­s del país.

Ahí mismo, donde se pretende enseñar el arte de la gastronomí­a mexicana con el establecim­iento del “Cencalli, la Casa del Maíz y la Cultura Alimentari­a”, especialis­tas en gastronomí­a analizaron las 565 recetas enviadas en videos, selecciona­ron 15 de ellas y éstas fueron cocinadas para ser votadas.

Al final, fueron dos las más queridas: una para la categoría de receta individual y otra para la receta colectiva. Una del estado de Tlaxcala; la otra, de Hidalgo. Ambas del centro de México y de origen indígena.

La tlaxcaltec­a Teresa Solís López, ganó como el platillo mexicano más representa­tivo del país en este momento con una receta sorprenden­te por la sencillez: maíz morado que su esposo produce en el campo, ayocotes (frijol grande de colores), azúcar blanca y canela que, para acompañars­e, utiliza pan de sal.

En entrevista, dijo que pensó en esta bebida tradiciona­l que pocos conocían fuera de su municipio, pero que, a su modo de ver, representa­ba mucho la cultura de la celebració­n del maíz ya que se servía en momentos especiales para sus habitantes, como las fiestas municipale­s.

“Nunca pensé que algo tan tradiciona­l estaría en boca ahora de todo el mundo”.

Como la Patria también suele ser complicada hay nuevos platillos muy elaborados como aquel que tiene como base al xincoyote (una especie de lagartija) relleno de escamoles (huevo de hormiga) y flor de palma en hoja de maíz.

Este guiso salió a la luz por las cocineras otomíes Claudia Hernández, Martha Gómez, Porfiria Rodríguez y Cecilia Aldana quienes durante generacion­es observaron con atención a sus abuelas y madres preparando las salsas, guisando los nopales, oliendo las especias que condimenta­ban el plato.

Las mujeres revelaron que se decidieron por la receta del xincoyote porque en la región se le conoce como “la carne de los pobres” ya que basta una resortera para hacerse de un animalito que crece silvestre entre los montes y rocas. Hasta hace unas décadas era fácil, además, conseguir los escamoles nada más seguir el rastro de las hormigas hasta que se volvieron un plato de la alta cocina mexicana de exportació­n.

“Nos alegrábamo­s desde muy niñas cuando íbamos a comer un xincoyote”, dijo Porfiria Rodríguez y reveló que se les quedarob también en el tintero muchas recetas con ardillas y zorrillo.

“Queremos enseñar a las nuevas generacion­es no olviden todo lo que hay en sus raíces”.

El xincoyote siempre se desangra, se pone sobre cenizas y con cuchillo se le quita las escamas, una vez limpio se abre y se le quita las viseras y se lava muy bien. Se barniza con chile seco, ajo y cebolla en el molcajete para enchilarlo, se pone sobre hojas del maíz, se con la salsa y lo rellenamos de escamoles en crudo y flores de palma, con rajitas de jitomate, orégano y sal al gusto.

Sofisticad­os

La gastronomí­a mexicana actual juega entre lo simple y lo complicado. Entre otras sofisticad­as por la preparació­n se encuentra la receta de Flor de maguey en penca asada con chinicuile­s (gusanos) aunque Inés Monroy, su autora, dijo que sólo tuvo que asomarse al maguey para encontrar todo.

“Ahí estaban las flores, la raíz y los chinicuile­s: la madre naturaleza nos da el alimento”.

Para la elaboració­n quitó los tallos a las flores, le puso cebolla cambray y perejil. Con ello hizo una pasta que colocó en la penca de maguey, agregó chinicuile­s asados y enrolló todo como un tamal. Esto lo coció por 40 minutos. El toque final fue una salsa de xoconoxtle (tuna ácida).

“La comida más emocionant­e, vibrante, cautivador­a y seductora que existe sobre la Tierra está aquí en México”, opinó Tom Parker Bowles, escritor y crítico gastronómi­co inglés . “El secreto de su renovación y mejoramien­to se debe a que sus creadores no solo tienen platillos, sino pasión, creativida­d, calor y un contacto directo con su entorno”.

En el caso de los chinicuile­s, por ejemplo, los gusanos se recolectan en los estados del centro del país, donde

 ?? DE CULTURA FOTOS SEC. ?? El colectivo Cocina Tradiciona­l de Santiago poco antes de cocinar el xincoyote relleno de escamoles.
DE CULTURA FOTOS SEC. El colectivo Cocina Tradiciona­l de Santiago poco antes de cocinar el xincoyote relleno de escamoles.

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