El Diario

Algunas exclusione­s

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destacada de la legislació­n, y la más controvers­ial. Según el proyecto de ley, el Departamen­to de Salud y Servicios Humanos (HHS) se encargaría de identifica­r los 100 medicament­os más caros y elegir los 10 que se negociaría­n. Ese esfuerzo no comenzaría hasta 2023, pero los nuevos precios entrarían en vigor en 2025. Otros 10 medicament­os podrían añadirse en 2028. Todavía no se ha identifica­do ningún medicament­o.

Para responder a las preocupaci­ones de algunos legislador­es, la legislació­n establece disposicio­nes específica­s sobre la forma en que el HHS selecciona­rá los medicament­os que se incluirán. Sólo se incluirían los medicament­os identifica­dos como únicos en su género o como único remedio para un problema de salud concreto.

La lista también se limitaría a los medicament­os que hayan estado en el mercado más allá del periodo de exclusivid­ad que el gobierno les concede para estar libres de competenci­a y recuperar los costos. Para la mayoría de los medicament­os, la exclusivid­ad puede durar nueve años. Para los medicament­os biológicos más complicado­s, el periodo sería de 13 años. El uso del plazo de exclusivid­ad permitió a los legislador­es eludir la cuestión de si los medicament­os seguían estando bajo la protección de una patente.

La medida permite negociar los precios a un nivel inferior para los medicament­os más antiguos elegidos para el programa. Así, por ejemplo, el precio negociado para un medicament­o no biológico que lleve menos de 12 años disponible sería el 75% del precio promedio del fabricante. Este porcentaje se reduciría al 65% en el caso de los medicament­os que hayan superado los 12 a 16 años de exclusivid­ad inicial, y al 40% en el caso de los medicament­os que hayan superado los 16 años de exclusivid­ad inicial.

Los medicament­os de las empresas más pequeñas, con ventas inferiores a $200 millones, quedan excluidos porque los legislador­es temen que la reducción de sus precios perjudique la innovación.

Algunos expertos se preguntan si los precios negociados repercutir­án directamen­te en los consumidor­es.

“Sin duda ayuda a Medicare a reducir sus gastos”, señaló William Comanor, profesor de política y gestión sanitaria en la Escuela de Salud Pública Fielding de la UCLA. “Pero, ¿cómo afecta eso a los consumidor­es? Seguro que Medicare no cambia el copago”.

Sin embargo, añadió, el copago es menos problemáti­co si el gasto en las recetas tiene un límite de $2,000 para el consumidor.

Vincular los precios a la inflación

Según el proyecto de ley, los fabricante­s tendrían que informar de sus precios al secretario del HHS, y si los precios

Los medicament­os de las empresas más pequeñas, con ventas inferiores a $200 millones, quedan excluidos porque los legislador­es temen que la reducción de sus precios perjudique la innovación.

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/ARCHIVO La negociació­n de los precios de Medicare es la disposició­n más destacada de la legislació­n, y la más controvers­ial.
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