LA INMIGRACIÓN EN LA CONFERENCIA CUMBRE
En la conferencia cumbre de los jefes de estado de México, Estados Unidos y Canadá que culminó en Washington, los presidentes Biden y López Obrador y el primer ministro Trudeau mostraron solidaridad en temas estratégicos y económicos. Entre otros temas acordaron conformar un grupo de trabajo sobre temas de la cadena de suministro regional, y anunciaron un acuerdo para compartir vacunas contra el COVID-19.
La reunión fue un logro por sí misma, al conformar la primera cumbre en un lustro, después de los años de confrontaciones inventadas, insultos personales y crueldad política del gobierno de Donald Trump.
El mandatario mexicano pudo estrechar lazos con la nueva administración luego de ser visto aquí como aliado –inusual, ilógico, y por falta de alternativa, pero aliado al fin– del expresidente Trump.
El retorno al formato de cooperación y avance consensuado, la declaración de Biden de que ve en México un socio igual, la búsqueda de acuerdos en temas como la producción de automóviles y la legislación laboral fueron otros tantos elementos de distensión que permitirán futuros avances. Es posible entonces que el evento haya iniciado una nueva etapa en las relaciones bilaterales entre Washington y México.
Una cuestión perenne de interés común es la ola migratoria de centroamericanos a Estados Unidos desde México que fue impulsada por la pandemia.
Al respecto, EEUU requiere la imprescindible cooperación mexicana con el plan Quédate en México, iniciado por el expresidente Trump hace dos años y que ha enviado a más de 70,000 solicitantes de asilo a México. La administración actual quisiera anularlo, pero un juez federal se lo ha impedido por el momento.
Es una política inhumana que exacerba las condiciones de inseguridad para quienes solicitan legalmente asilo en la frontera y que son obligados a esperar hasta 15 meses hacinados en refugios improvisados.
Pero el plan Quédate en México no es la única opción, y AMLO avanzó la noción de que llegó el momento de considerar el tema de la inmigración en un contexto que no implique acciones policiales, punitivas o controversiales, sino que se forje alrededor del progreso económico, la legalidad laboral y la protección a la ciudadanía de todas las naciones.
Esta concepción constructiva de la cuestión migratoria es también un reflejo del esfuerzo liderado por la vicepresidenta Kamala Harris con planes de crecimiento y generación de empleo capaces de frenar la expulsión de migrantes desde Centroamérica.
Esta cooperación, aunque limitada en sus alcances, merece apoyo y genera esperanzas.
Es positivo pues que los representantes de los gobiernos discutirán formas humanitarias de abordar las causas fundamentales que impulsan a la gente al norte. Esto señala una solución que no solamente es mejor, sino que es la única eficiente.
En suma, es un comienzo auspicioso, tanto en el retorno a un ambiente de normalidad en la relación como en la posibilidad de un paradigma diferente y constructivo en el tema migratorio.