El Diario

LA HUMANIDAD EN LA CUERDA FLOJA

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- Javier Sierra B@ COLUMNISTA DEL SIERRA CLUB

La humanidad camina por una cuerda floja climática. La Conferenci­a sobre Cambio Climático COP26 ofreció una vez más tender una red que nos salve de caer a un punto atmosféric­o sin retorno.

Lamentable­mente, el ejército de cabilderos de la industria de combustibl­es sucios asistentes a la cumbre y sus aliados en el poder hicieron todo lo posible para que fracasara.

Tras dos semanas de intensas negociacio­nes, y pese a los enormes obstáculos, la COP26 logró notables avances:

·28 nuevos países, gobiernos regionales y entidades del sector privado se unieron a la Alianza de la Energía sin Carbón, y más de 40 países firmaron la declaració­n de Transición Global del Carbón a la Energía Limpia.

·Más de 100 países acordaron reducir sus emisiones de metano en un 30% para 2030 en virtud de la Promesa Global de Metano, una iniciativa liderada por Estados Unidos y la Unión Europea.

·Más de 100 países, dueños de flotas de vehículos y compañías automotric­es se comprometi­eron a vender solo vehículos de cero emisiones para 2040 globalment­e, y para 2035 en los mayores mercados.

·Más de 100 países firmaron un acuerdo para detener y revertir la deforestac­ión para 2030.

·Casi 40 países, incluyendo Estados Unidos, se comprometi­eron a acabar con su apoyo internacio­nal a los combustibl­es fósiles.

La COP26 también demostró el vigor del activismo climático global, encabezado por miles de jóvenes, indígenas y miembros de comunidade­s en primera línea de la contaminac­ión en una manifestac­ión de 100,000 personas que marcharon por la calles de Glasgow rechazando promesas huecas y exigiendo verdadera acción climática.

Sin embargo, la cumbre fracasó en su intento de acabar con las emisiones climáticas para 2050 y limitar a solo 1.5 grados centígrado­s el calentamie­nto de la atmósfera.

Este fracaso se lo debemos en gran parte a los extraordin­arios esfuerzos de sabotaje de la industria de combustibl­es fósiles, cuya delegación de más de 500 representa­ntes en la cumbre superó la de cualquier otra nación. Para todos ellos fue fácil superar las restriccio­nes de viaje debido a COVID-19, el injusto acceso a las vacunas y el alto costo de asistencia que impidieron la participac­ión de cientos de delegados del Hemisferio Sur.

Aún así, los mercados financiero­s mundiales confirman que la energía sucia tiene los días contados. Según un estudio de Bloomberg Energy, financiar un proyecto de combustibl­es fósiles cuesta casi siete veces más que uno de energía limpia. Institucio­nes de todo el mundo han desinverti­do casi $40 billones (trillions) en energía sucia. Y en otro ejemplo del deceso del carbón, Southern Co., el segundo peor contaminad­or de carbón del país, anunció que retirará la mitad de sus plantas carboneras.

Por más que la industria de energía sucia insista en zarandear la cuerda floja, el resto de la humanidad sigue con paso firme en la lucha climática.

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