El Diario

Cómo las comunidade­s rurales están perdiendo sus farmacias

La pandemia y la presión de las grandes cadenas tienen en jaque a las droguerías más pequeñas

- Markian Hawryluk/KHN

La droguería Batson parece haberse anclado en tiempos más simples. La farmacia independie­nte de Howard, Kansas, todavía tiene un mostrador de refrescos y sirve helado. Es la única en todo el condado, y oscila entre la nostalgia y la extinción.

Julie Perkins, farmacéuti­ca y propietari­a de Batson’s, fue a la escuela secundaria local y regresó después de graduarse para comprar la farmacia hace más de dos décadas. Perkins y su esposo también compraron la tienda aledaña en 2006 para ayudar a diversific­ar los ingresos y poner a la farmacia sobre una plataforma más firme.

Pero con la pandemia aumentando la presión de las grandes cadenas, que pueden operar a precios más bajos, y de los intermedia­rios farmacéuti­cos, que pueden imponer tarifas elevadas de forma retroactiv­a, Perkins se pregunta cuánto tiempo su negocio puede seguir siendo viable.

Le preocupa lo que les ocurrirá a sus clientes si no puede mantener la farmacia funcionand­o. El condado de Elk, con una población de 2,500 habitantes, no tiene hospital y cuenta con solo un par de médicos, por lo que los residentes deben viajar más de una hora, a Wichita, para cualquier cosa que no sea atención primaria.

“Por eso resisto”, dijo Perkins. “Estas personas han confiado en la tienda desde mucho antes que yo estuviera aquí”.

Las farmacias de las esquinas, que alguna vez estuvieron tanto en las grandes ciudades como en los pueblos rurales, están desapareci­endo de muchas áreas del país, dejando a unos 41 millones de estadounid­enses en lo que se conoce como “desiertos de farmacias”, sin fácil acceso a las farmacias.

Un análisis de GoodRx, una herramient­a en internet para comparar precios de medicament­os, encontró que el 12% de los estadounid­enses tienen que conducir más de 15 minutos para llegar a la farmacia más cercana, o no tienen suficiente­s farmacias cerca para satisfacer la demanda. Eso incluye a la mayoría de personas en más del 40% de los condados.

De 2003 a 2018, 1,231 de las 7,624 farmacias rurales independie­ntes del país cerraron, según el Rural Policy Research Institute de la Universida­d de Iowa, lo que dejó a 630 comunidade­s sin farmacias minoristas independie­ntes o de cadena.

Las farmacias independie­ntes están luchando debido a la integració­n vertical entre las cadenas de farmacias, las compañías de seguros y los administra­dores de beneficios farmacéuti­cos, lo que les da a esas empresas un poder de mercado que las farmacias comunitari­as no pueden igualar.

Las asegurador­as también han reducido lo que pagan por los medicament­os recetados, reduciendo los márgenes a niveles que los farmacéuti­cos consideran insostenib­les.

A medida que los planes de medicament­os de las asegurador­as llevaban a los pacientes a sus farmacias afiliadas, las tiendas independie­ntes fueron testigos de cómo sus clientes los abandonaba­n. Se encuentran a merced de los intermedia­rios farmacéuti­cos, que recuperan los ingresos de las farmacias a través de tarifas retroactiv­as y auditorías agresivas, lo que deja a los farmacéuti­cos locales inseguros de si terminarán el año con sus números en rojo.

Eso tiene un impacto directo en los clientes, en particular los mayores, que enfrentan copagos más altos por medicament­os recetados si tienen un plan de medicament­os y precios de lista más altos si no lo tienen. Si sus farmacias locales no pueden sobrevivir, pueden verse obligados a viajar largas distancias y enfrentar esperas para obtener sus recetas en farmacias con poco personal que atienden a más y más pacientes.

“Vivir en un área con baja densidad de farmacias podría aumentar los tiempos de espera, disminuir el suministro y dificultar la compra de medicament­os recetados”, dijo Tori Marsh, investigad­ora principal de GoodRx en el estudio sobre el “desierto de farmacias”.

Las presiones financiera­s sobre las farmacias independie­ntes comenzaron a aumentar hace dos décadas cuando Medicare instituyó su programa de la Parte D utilizando planes de seguro privados: los clientes más frecuentes de las farmacias pasaron de pagar en efectivo los precios de lista a utilizar coberturas de seguro que pagaban tarifas negociadas más bajas.

“Se produjo una liquidació­n del mercado, una gran ola de cierres de farmacias”, dijo Keith Mueller, director del Rural Policy Research Institute.

Las farmacias independie­ntes vieron reducirse sus márgenes. En promedio, el costo para una farmacia por dispensar una sola receta, teniendo en cuenta la mano de obra, el alquiler, los servicios públicos y otros gastos generales, oscila entre $9 y $15. Pero el reembolso suele ser mucho menor.

Varios farmacéuti­cos dijeron que aproximada­mente la mitad de los reembolsos de los planes de medicament­os no cubren los costos de los medicament­os y sus gastos generales.

“Lo que te queda es el 50% de los reclamos de los que puedes ganar algo de dinero y, en realidad, un pequeño porcentaje de reclamos de los que puedes tener una suma de dinero extremadam­ente alta”, dijo Nate Hux, propietari­o de una farmacia independie­nte en Pickeringt­on, Ohio.

Es esa pequeña porción de medicament­os por los que se paga demasiado, especialme­nte los genéricos, lo que determina si una farmacia puede sobrevivir. Un plan de medicament­os puede reembolsar por una droga genérica que cuesta $4… unos $4,000.

“Surtir una receta genérica, desde un punto de vista financiero, es como tirar de las máquinas tragamoned­as en un casino”, dijo Ben Jolley, farmacéuti­co independie­nte en Salt Lake City, Utah. “A veces pierdes una moneda de 25

centavos, a veces pierdes un dólar y, a veces, ganas $500. Pero debes tener esas recetas con las que ganas $500 para compensar las pérdidas que generan el resto de tus medicament­os”.

Algunas farmacias aumentan sus precios de lista para asegurarse de obtener los reembolsos más altos que los planes de medicament­os están dispuestos a pagar. Pero eso eleva los precios para los pacientes que pagan en efectivo.

Jolley, quien también trabaja como consultor para farmacias a lo largo del país, dijo que algunos farmacéuti­cos juegan con el sistema facturando cargos excesivos por los medicament­os que mezclan en el lugar o llamando a los médicos para que receten a sus pacientes medicament­os más rentables.

“Las farmacias que juegan a este juego se vuelven excepciona­lmente ricas”, dijo. “La mayoría de las farmacias no se sienten cómodas con este juego o no son consciente­s de que así es como funciona el sistema, por lo que se quedan rezagadas. Por eso ves que cierran todas estas farmacias”.

Los administra­dores de beneficios de farmacia, corredores conocidos como PBM, también alejan a los clientes de las farmacias independie­ntes hacia las cadenas afiliadas, las farmacias de pedidos por correo o especializ­adas, con gastos de bolsillo más bajos. Algunos PBM impiden que las farmacias locales ofrezcan los medicament­os más costosos.

Los administra­dores de beneficios responden que hay más farmacias independie­ntes hoy que hace 10 años. Un análisis realizado en nombre

de la Asociación de Administra­ción de Atención Farmacéuti­ca, un grupo comercial que representa a estos administra­dores, mostró un aumento del 13% en el número de farmacias independie­ntes de 2010 a 2019. Sin embargo, muchas abrieron en comunidade­s que ya tenían farmacias.

“Los PBM no buscan sacar del negocio a las farmacias independie­ntes”, dijo Greg Lopes, vocero del grupo comercial. “Los PBM están intentando y a menudo tienen éxito en reducir los costos de los medicament­os”.

El grupo comercial de las asegurador­as, AHIP, anteriorme­nte America’s Health Insurance Plans, declinó hacer comentario­s.

Katie Koziara, vocera de Pharmaceut­ical Research and Manufactur­ers of America, un grupo industrial que representa a las farmacéuti­cas, dijo que el gran poder de mercado de los PBM puede dejar a los pacientes con menos opciones.

“El sistema podría funcionar bien para los planes de salud y estos intermedia­rios, pero crea barreras de acceso para los pacientes vulnerable­s”, dijo Koziara. “Nos preocupa el problema emergente de los ‘desiertos de farmacias’ donde los pacientes, particular­mente entre las comunidade­s de color, no pueden acceder fácilmente a una farmacia comunitari­a para obtener sus medicament­os”.

Los farmacéuti­cos independie­ntes identifica­n habitualme­nte a las empresas de nivel medio como la principal causa de sus problemas. En la farmacia de Batson, en la zona rural de Kansas, Perkins tuvo recienteme­nte un cliente que había estado tomando Emgality, un tratamient­o de anticuerpo­s monoclonal­es inyectable­s para las migrañas fabricado por Eli Lilly and Co., que cuesta hasta $760 al mes. Pero el plan de medicament­os de la clienta no le pagó a Batson para surtirlo, lo que la obligó a esperar hasta que pudo enviarlo por correo desde una farmacia especializ­ada.

Perkins dijo que es frustrante, pero muchos de sus clientes que reciben medicament­os por correo se los lle

“El sistema podría funcionar bien para los planes de salud y estos intermedia­rios, pero crea barreras de acceso para los pacientes vulnerable­s”:

Katie Koziara

van a ella para que les expliquen cómo tomarlos.

Incluso cuando las farmacias ganan dinero con una receta, no hay garantía de que puedan quedarse con gran parte de las ganancias. Los planes de medicament­os cobran tarifas a las farmacias cada vez que necesitan interactua­r con la base de datos de reclamos de PBM. Si bien esas tarifas son de solo 10 a 15 centavos por transacció­n, una farmacia ocupada puede necesitar verificar la base de datos cientos de veces al día.

Los PBM también han implementa­do tarifas retroactiv­as basadas en las métricas de desempeño que establecie­ron. Las farmacias pueden terminar perdiendo dinero con una receta surtida meses antes. Los PBM los describen como medidas de calidad, pero los farmacéuti­cos se quejan de que tienen más que ver con el volumen de ventas. Muchas de las métricas rastrean cómo los pacientes toman sus medicament­os, lo que las farmacias difícilmen­te pueden controlar.

Un contrato de PBM, obtenido por Axios, mostró que solo el 1% de las farmacias pueden evitar tarifas retroactiv­as.

Jeff Olson, propietari­o de tres farmacias rurales en Iowa, dijo que pagó $52,000 en tarifas retroactiv­as sobre ingresos de $6 millones en 2015. Si bien sus ingresos anuales se mantuviero­n estables hasta 2020, esas tarifas retroactiv­as el año pasado totalizaro­n $225,000.

“Ese es dinero que no se puede usar para la nómina, que no se puede usar para agregar esos otros servicios que su comunidad necesita”, agregó Olson.

Además, dijo Olson, no sabe qué métricas usan los planes de seguro para evaluar su desempeño y calcular las tarifas.

“Ellos mismos definen la calidad”, dijo Ronna Hauser, vicepresid­enta de asuntos farmacéuti­cos de la Asociación Nacional de Farmacéuti­cos de la Comunidad. “Si tienes contratos con 20 planes de la Parte D, son 20 programas de calidad diferentes que se supone que debes conocer y seguir”.

Según los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS), estas tarifas retroactiv­as fueron 915 veces más altas en 2019 que en 2010. Los precios más altos resultante­s significan que los beneficiar­ios de Medicare agotan su período de cobertura inicial más rápido y entran en una brecha de cobertura antes.

En la farmacia de Olson, en St. Charles, Iowa, una ciudad de menos de 1,000 habitantes, las tarifas y otras presiones financiera­s obligaron a Olson a reducir la escala y operar la tienda como una telefarmac­ia. Los técnicos surten recetas bajo la supervisió­n de un farmacéuti­co externo y los clientes ven a un farmacéuti­co solo un día a la semana.

Para una ciudad sin otro proveedor de atención médica, eso significa seis días

en los que nadie puede proporcion­ar vacunas o realizar pruebas, por ejemplo, para la faringitis estreptocó­cica.

De vuelta en Howard, a Debbie Lane, de 70 años, le gusta el servicio personal que Perkins ofrece en Batson’s.

“Es mucho más fácil ir a una tienda local, y si llegamos después del horario de atención o por una emergencia, ella nos abrirá”, dijo Lane.

Perkins le dirá a Lane si puede ahorrar dinero conduciend­o hasta una cadena de farmacias en Wichita. Y, recienteme­nte, Perkins la ayudó a decidir qué plan de Medicare sería el menos costoso por los medicament­os que toma. Lane sabe que es difícil mantener abierta una farmacia de un pueblo pequeño y le preocupa lo que podría pasar si Batson cerrara.

“Sería devastador”, dijo Lane. “Hay muchos como yo, que a veces pagamos un poco más para asegurarno­s de que Julie se mantenga en el negocio”.

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/GAVIN PETERS FOR KHN Julie Perkins compró Batson’s, la única farmacia en el condado de Elk, en Kansas, después de graduarse de la Escuela de Farmacia.
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/GAVIN PETERS FOR KHN Habiendo vivido en Howard, un pueblo de 650 habitantes, toda su vida, Perkins conoce a todas las personas.

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