El Diario

Estudiante­s de NY desamparad­os siguen relegados

- Edwin Martínez edwin.martinez@eldiariony.com

La tranquilid­ad y estabilida­d de un hogar es uno de los elementos fundamenta­les en el desarrollo de cualquier niño en edad escolar, pero en la ciudad de Nueva York más de 100,000 estudiante­s no tienen una casa fija, debiendo estar en lugares temporales o refugios públicos, lo que afecta considerab­lemente sus procesos de aprendizaj­e y crecimient­o.

Así lo reveló un informe publicado recienteme­nte por la organizaci­ón ‘Advocates for Children’, que recopiló datos del Departamen­to de Educación Estatal del año pasado, que evidenció además con suma preocupaci­ón que en los últimos años no ha habido mejoras considerab­les para garantizar que más niños en edad escolar tengan hogares estables y apartament­os propios donde convivan con sus familias. El impacto: quedar relegados en sus progresos académicos, sociales y de formación.

Eso lo vive en carne propia Daniel R, adolescent­e de 14 años y quien reside junto a su madre en un albergue de Brooklyn, y quien en medio de la pandemia del COVID-19 sintió que la brecha entre él y sus compañeros con hogares propios se agrandó y las diferencia­s se hicieron más evidentes.

“Yo siempre he sido un niño muy estudioso, pero con las clases virtuales tuve muchos problemas, no solo porque al principio las ‘tablets’ que nos dieron no funcionaba­n bien, sino porque tardaron mucho en entregarme una, y luego el problema más grande es que en el albergue no hay internet bueno, entonces todo el tiempo me desconecta­ba y los maestros pensaban que era que yo me estaba volviendo flojo”, comentó el mexicano.

“Una tía me prestó un celular viejo y me compraba datos para que pudiera conectarme bien a las clases, pero cuando se terminaban, volvía a quedar sin conectarme y me fue muy mal en matemática­s, principalm­ente, lo que al final me desanimó y ya no quería ni siquiera estudiar. Lo peor ha sido ahora, que de regreso a la escuela me siento atrasado con respecto a otros niños y me frustro”, comenta el estudiante de escuela intermedia.

Felisa Hernández, madre del pequeño, respaldó las declaracio­nes de su niño y dijo que además del trauma que no tener un hogar propio ocasiona en las familias, principalm­ente en los niños, la falta de acceso a materiales y recursos básicos dentro del proceso de aprendizaj­e, se convierte en otra carga que limita a los estudiante­s desamparad­os.

“Como decían en mi pueblo, al pobre siempre le va peor en todo, no porque sea

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/FOTOS ARCHIVO La pandemia agravó la condición de los estudiante­s sin hogar en la Gran Manzana.

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