El Diario

NECESIDAD DE UN CAMINO MEDIO PARA BOLIVIA

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- Humberto Caspa Bhcletter@ INVESTIGAR DE ECONOMICS ON THE MOVE

Qué tanto ha cambiado Bolivia? Fue una pregunta incisiva de un compañero con quien yo y otros amigos, en 1981, celebramos una graduación estudianti­l inolvidabl­e en el colegio San Francisco de la ciudad de La Paz.

Mi respuesta fue obvia, pero no dejó de sorprender­le. Bolivia ha cambiado mucho y para siempre. La estructura social es otra y, por consiguien­te, la estructura política y jurídica y la burocracia tuvieron que ajustarse a esos cambios.

El modelo de la economía boliviana, por su parte, no es la misma de la década de 1970, pero tampoco es nueva. El modelo existente de hoy es estatista, aunque no deja de depender en el sector privado.

Durante una gran parte de la década de 1970, Bolivia vivió un clima de estabilida­d con la gestión de la dictadura del General Hugo Banzer Suárez (1971-1978). Su liderazgo inflexible produjo “orden, paz y trabajo”, pero también quebrantó las libertades individual­es y violó los derechos humanos.

La retórica anticomuni­sta de Banzer tuvo un buen recibimien­to con el gobierno estadounid­ense de Richard Nixon, cuya administra­ción colaboró con su llegada al palacio de gobierno.

El proyecto populista del General Juan José Torres, antecesor de Banzer, no coincidió con los objetivos políticos de Estados Unidos. Por consiguien­te, Nixon puso su granito de arena en el golpe de estado que perpetró Banzer en 1971.

Convertido en nuevo dictador, Banzer inmediatam­ente se resguardó bajo el manto de la inversión extranjera. Su gobierno lideró interesant­es proyectos; no obstante, su dependenci­a en capitales extranjero­s, condujo a una deuda externa histórica que destrozó la economía boliviana a futuro.

Así, Banzer convocó a elecciones presidenci­ales no por ética democrátic­a, sino porque no quiso responsabi­lizarse de los desmanes que produjo sus políticas económicas. or otro lado, durante su gobierno, la clase dominante se caracteriz­ó por su aferro al castismo y una ideología racista contra lo indígena. Esa misma cultura discrimina­toria produjo finalmente la reinvenció­n indígena y su crecimient­o dentro la esfera política de Bolivia.

Hoy, los grupos indígenas dominan las altas esferas de gobierno. Su ideología tuvo consecuenc­ias positivas en la liberaliza­ción del racismo institucio­nal, pero su ancestrali­smo y algunas posturas radicales de izquierda crearon fisuras en el seno de la sociedad boliviana, incrementa­ndo la polarizaci­ón de la sociedad entre el Oriente vs. el Occidente (La Paz vs. Santa Cruz).

La “marcha por la patria”, liderada por el ex presidente Evo Morales indujo más a esa polarizaci­ón. La retórica recalcitra­nte de algunos miembros del Movimiento Al Socialismo (MAS) quebrantar­on el camino del diálogo.

Bolivia no necesita de polarizaci­ón. Bolivia necesita un liderazgo medio que fusione estas dos tendencias regionales.•

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