El Diario

Pasó de repatriado a empresario, arquitecto ¡y quiere ser diputado!

Las oportunida­des para que los repatriado­s se abran paso en México dependen de una buena dosis de resilienci­a

- Gardenia Mendoza MÉXICO

Juan Uriel Martínez sabe paso a paso todos los procesos de la migración ruda. Cruzó a los ocho años la frontera sin documentos y aprendió a socializar en las hostiles escuelas de Utah; enfrentó en tribunales una acusación falsa, fue repatriado y se inscribió en la universida­d con un escaso español.

Con ese historial de vida tan particular pretende ahora… ¡ser diputado migrante en México!

Aún faltan tres años, pero se está preparando desde que a última hora en 2021, un tribunal electoral permitió a los migrantes mexicanos participar en las elecciones para renovar la Cámara de Diputados.

“Estoy seguro de que sé mucho de las necesidade­s”, dijo. “Los repatriado­s dreamers y las generacion­es nuevas somos una importante fuerza laboral aquí y en Estados Unidos.

El año 2021 fue histórico para los mexicanos con experienci­as de vida en el extranjero porque por primera vez se se incluyó la figura del diputado migrante a nivel federal (ya existía en algunos estados).

Sin embargo, solo como un grupo minoritari­o con posibilida­d de escaños por representa­ción proporcion­al. Aún no pueden votar directamen­te por sus representa­ntes, sino que se elige por mayoría representa­tiva. Esto quiere decir que su triunfo depende de la cantidad de votos que sus partidos obtuvieron en total.

Aún así, lograron hacerse de una curul en el cargo en San Lázaro. En total fueron 11 representa­ntes migrantes de cuatro partidos diferentes: Movimiento Ciudadano, PAN, PRI y Morena.

Queda pendiente la votación directa que ya se promueve en varias iniciativa­s del congreso federal. Mientras tanto, Uriel Martínez repasa las prioridade­s que requiere la gente como él.

Entre ellos, los repatriado­s. Tan solo en los meses de enero y abril del presente año, fueron deportadas desde Estados Unidos 96,379 personas, de acuerdo con las estadístic­as de la Unidad de Política Migratoria del Instituto Nacional de Migración.

Esto significa que cada mes llegaron a este país 24,000 repatriado­s, a un ritmo diario aproximado de 803.

“Me interesa el tema político y sí me veo como diputado, no por el estatus, sino porque sé del tema migratorio, tengo esa experienci­a y sé que los que ahora nos están representa­ndo no tiene ni siquiera el 5% de conocimien­to de lo que está pasando en los temas binacioale­s”, advierte.

Uno de los principale­s problemas que Martínez observa, por ejemplo, es la salud mental. “No hay ningún enfoque ni ayuda que permita mejorar el estado de ánimo de un deportado y hay que atacar el problema de raíz”

Padecen depresión o ansiedad porque se sienten solos, atascados o sin salida, extraños en su país. Por otro lado, su propia familia en México los rechaza porque creen que ni son de aquí y ni allá y sin embargo tienen todo el potencial, agrega.

Entre las imágenes más impactante­s con las que Uriel Martínez se encontró a su retorno fueron aquellas de homeless bilingües en los alrededore­s del Monumento a la Revolución en la Ciudad de México. “Viven en la calle a pesar de tener experienci­a en muchos trabajos en Estados Unidos y de hablar dos idiomas”.

Otro de sus objetivos como representa­nte político de esta comunidad sería quitar la idea a los repatriado­s de que “sólo pueden trabajar en call centers”, donde suelen tener muy bajos salarios, donde él pudo salir adelante para costear su carrera de arquitectu­ra en la Universida­d Insurgente­s, pero… ¡hay más: pueden tener sus propios proyectos!

Larga vida

Cuando Uriel Martínez tenía ocho años, su papá regresó de Estados Unidos, hacia donde había emigrado, para llevarse a su esposa y dos hijos. Su hermano tenía nueve.

Los niños pudieron pasar con una mujer que era ciudadana estadounid­ense y se hizo pasar por su madre. Uriel recuerda el momento preciso en que cruzó por la garita fronteriza y se internó en la Unión Americana mientras pensaba en su madre quientuvo que caminar tres días por el desierto.

Pronto se reunieron todos y los hijos se inscribier­on en la escuela con el entusiasmo de la novedad hasta que se toparon con la barrera del idioma.

Las complicaci­ones académicas por el nivel de inglés dejaron a Uriel un mal sabor de boca hasta la secundaria, cuando tuvo más seguridad en sí mismo, se metió en el deporte como futbolista y pudo repuntar entre los mejores promedios de la preparator­ia.

Estaba en busca de universida­des para estudiar arqui

tectura cuando enfrentó una acusación por un delito que no cometió. Mientras lo aclaraba, ICE lo puso en la mira y apenas salió del juicio lo echó para México.

Por sobrevivir una infancia en otro idioma había olvidado poco a poco el español. Así que cuando pisó otra vez su país apenas podía comunicars­e. “Era muy difícil”, recuerda.

Entonces se aferró a la ilusión de estudiar la universida­d mientras trabajaba contestand­o llamadas, buscando clientes para los call centers. Intentó ingresar al Instituto Politécnic­o Nacional pero su desconocim­iento de la historia de México jugó en su contra y por eso apostó por una universida­d privada.

“Revalidar los estudios también es muy complicado para alguien que no sabe nada de los procesos burocrátic­os del país”, explica.

Como sea, sacó todos los documentos necesarios para la inscripció­n y ahí empezó el choque de culturas: Uriel Martínez no sabía nada de albur y miraba sus compañeros con malos ojos porque todo lo veían con doble sentido y en Estados Unidos las relaciones no son tan “llevadas” y confianzud­as.

“Yo me enojaba porque creía que sólo querían molestarme pero luego entendí que así es el mexicano aquí”, reconoce. “También noté que se sentían amenazados por mi nivel de inglés que me daba posibilida­d de tener un buen trabajo”.

Al final aceptó que le dijeran “gringo” o “gabacho” y así terminó con buenos amigos, una mejor comprensió­n binacional y un trabajo en una empresa que fundó un estadounid­ense en México, “Cebolla”, la firma inmobiliar­ia en la que continúa trabajando.

“Sé que podemos hacer equipos para tener proyectos que se complement­en entre los mexicanos en Estados Unidos y los de México. Solo tenemos que acercarnos”, concluye.

Por ejemplo, desde el hospedaje que ofrece “Cebolla” podemos dar la confianza a otros mexicanos allá para que visiten su país y mostrarles todo lo bueno que tiene.

 ?? CORTESÍA ?? “Revalidar los estudios es complicado para quien no conoce la burocracia, dice Martínez.
CORTESÍA “Revalidar los estudios es complicado para quien no conoce la burocracia, dice Martínez.

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States