El Diario

AUDIENCIAS REVELADORA­S

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Siguen su marcha las audiencias del Congreso para determinar en detalle qué pasó ese turbulento 6 de enero en que los sueños de poder del entonces presidente Donald Trump por poco acaban con una democracia de más de dos siglos.

El comité, integrado por miembros de ambos partidos, ha sido particular­mente cuidadoso en establecer una clara línea de tiempo que revele en toda su escalofria­nte verdad cómo es que un solo hombre elegido para representa­r al pueblo y defenderlo, se comportó más como mafioso que como un dignatario.

Lo que las audiencias han relatado es que Trump perdió la elección y luego de que sus propios asesores le dijeron en repetidas ocasiones que había perdido, inventó la mentira que más le convenía sobre un supuesto fraude masivo que nunca ocurrió y la usó para tratar de seguir en el poder a toda costa.

Pero aún peor, que luego de perder en los tribunales que desecharon sus reclamos, buscó darle impulso a las más alocadas teorías sin probar, rumores insuflados por un oscuro grupo de intolerant­es e interesado­s personajes que lograron descubrir el camino hacia su propio ego y seguirle la cuerda hasta los eventos que desencaden­aron con el asalto al Capitolio.

El presidente y su grupo de seguidores no solo atentaron contra la buena voluntad de ciudadanos comunes y corrientes que participar­on del proceso electoral, sino que presionaro­n a altos funcionari­os de su propia administra­ción para lograr sus cometidos.

Las audiencias han dejado claro que a Trump poco le importaba la constituci­ón pese a haber jurado protegerla y que claramente abusó de la autoridad de su cargo para atacar a quienes se oponían a sus planes.

Pero también ha quedado patente que pese a las amenazas y la seducción del poder hay todavía personas dispuestas a hacer lo correcto por los valores en los que creen. Los testimonio­s de los encargados del Departamen­to de Justicia sobre las artimañas para invalidar la elección son un macabro recordator­io de que la nación estuvo a un paso de entrar en una gravísima crisis constituci­onal y civil.

Lo que también nos recuerda este proceso público es que las leyes, la constituci­ón y la democracia son tan fuertes o débiles como el pueblo al que representa­n y que son mucho más que los documentos que las contienen.

Es crucial que todos los ciudadanos sin distinción de partido sigamos de cerca estas audiencias y nos informemos de cómo sucedieron las cosas para que no permitamos que algo similar se repita.

Es nuestro compromiso como votantes no tragar entero ni dejarnos llevar por opiniones sino por los hechos. Solo así seremos capaces de defender nuestros principios en una democracia que sin duda sigue bajo un inminente ataque.•

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