La viola al rescate de joyas musicales
Yalil Guerra y Jorge Martínez Ríos se unieron para grabar “Estampas de México”
La viola es un instrumento un poco más grande que el violín para el cual muy pocos compositores han escrito obras. Algunos de los más grandes autores mexicanos del siglo pasado fueron la excepción; crearon piezas que ahora se consideran grandes joyas.
Y Yalil Guerra y Jorge Martínez Ríos lo saben muy bien, por eso se unieron para grabar “Estampas de México”, un disco que reúne obras para viola de autores como Manuel M. Ponce (1882-1948), Joaquín Gutiérrez Heras (19272012), José Pablo Moncayo (1912-1958) y Eduardo Gamboa, aún vivo.
“Este repertorio que seleccionamos ha sido crucial para darle el color y el sonido que representa a la cultura de México”, dijo Guerra, quien en este álbum trabajó como productor e ingeniero de sonido. “Porque tiene de todo, no solo sonido que se conecta con el romanticismo, sino también música contemporánea [...] Hay un sabor que está presente en esa música que puedes conectar con México y al mismo tiempo tiene universalidad”.
Guerra, doctor en filosofía en música por parte de la Universidad de California en Los Ángeles, ha trabajado en otros proyectos con Martínez Ríos, quien es fundador e integrante de La Catrina Quartet, un grupo que se especializa en la interpretación de música tradicional y clásica de América y Europa. Se creó en 2001 con egresados de la Western Michigan University y ofrece conciertos por todo el mundo.
Se trata del primer disco como solista de Martínez Ríos, quien es originario de Torreón, en el estado mexicano de Coahuila, y docente en la Universidad Estatal de Nuevo México.
El álbum incluye temas como “Estrellita”, “Sonata a dúo: I”, “Sonata a dúo: II” y “Sonata a dúo III”, de M. Ponce; “Canción en el puerto”, de Gutiérrez Heras, y “Sonata para viola y piano: I”, “Sonata para viola y piano: II” y “Sonata para viola y piano: III”, de Moncayo. La parte más contemporánea del disco está a cargo de Eduardo Gamboa, quien escribió “Azules”.
De acuerdo con una nota relacionada con las obras de Moncayo, estas piezas se han
revalorizado en las décadas recientes porque hasta hace unos años no se habían recuperado los manuscritos originales. Pero en 2010, los herederos encontraron las partituras entre los papeles que había dejado el compositor. Se calcula que fueron escritas en 1934.
“Es música que la puedes poner al lado de cualquier compositor europeo o norteamericano”, dijo Guerra, quien también es docente en las escuelas de música de varios colegios del condado de Los Ángeles.
El disco cuenta con la colaboración de otros violistas, así como de violinistas y un pianista.
“Es un repertorio muy bonito”, dijo Guerra. “La combinación del piano con viola, la viola y el violín, o dos violas y piano, crean un repertorio de cámara muy interesante”.