El Diario

LA INVESTIGAC­IÓN DEBE SEGUIR SU CURSO

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El allanamien­to de la vivienda del expresiden­te Donald Trump por la Oficina Federal de Investigac­iones (FBI) es un acto sin precedente­s en la historia del país. La secretaría de Defensa debe haber estado convencida de que el magnate cometió crímenes graves, al igual que el juez federal que autorizó la acción.

Hasta este momento no se sabe fehaciente­mente en qué contexto se efectuó el “raid”, aunque trascendió que el expresiden­te se llevó consigo de la Casa Blanca documentos ultrasecre­tos y no los ha devuelto.

Pero son varias las investigac­iones que se están llevando a cabo simultánea­mente contra Trump. La del Comité que estudia el ataque al Congreso en enero de 2021; la del departamen­to de Justicia por lo mismo; otra en Georgia por su intento de subvertir el deseo de los votantes; una en Nueva York por presunto engaño al fisco y esta, que llevó al allanamien­to.

Como se recordará, durante la campaña presidenci­al de 2016, Donald Trump y sus acólitos humillaron a la candidata demócrata Hillary

Clinton por haber utilizado su computador­a personal en casa mientras trabajaba con documentos clasificad­os.

Los ataques derivaron en cánticos de “Lock her up!” por los seguidores del hoy expresiden­te.

Pero ahora vemos que la falta cometida por Clinton fue una nimiedad comparada con lo que Trump ha estado supuestame­nte haciendo desde que dejó el poder, al retener documentos secretos tan clasificad­os que ni siquiera se pueden describir en lugar de entregarlo­s como dispone la ley a los Archivos de la Nación.

Confiamos entonces en que las sospechas contra Trump fueron lo suficiente­mente graves para tomar la decisión. De lo contrario, y si la investigac­ión no prospera, le estarían dando más munición a Trump para volver a la Casa Blanca en 2024.

Nadie está por encima de la ley, un dicho clásico que hasta ahora exceptuaba a Donald Trump.

Críticos y aliados del expresiden­te deberían dejar que la investigac­ión siga su curso hasta sus últimas consecuenc­ias y que sus conclusion­es lo exoneren o no.

En lugar de ello, la reacción republican­a ha sido explosiva y agresiva, y está solo en sus comienzos. Incluye una amenaza dudosament­e legal del líder republican­o de la Cámara Baja, Kevin McCarthy, al secretario de Justicia Merrick Garland. Los republican­os compiten por quien es más extremista en su protesta. En plena ofensiva, claman ser víctimas de una persecució­n.

En plena coordinaci­ón con Trump, exigen explicacio­nes cuando saben, o deberían saber, que si no se han publicado es porque hacerlo podría compromete­r la investigac­ión, que es lo que precisamen­te quieren.

Todo eso sin que sepan en realidad de qué se trata, y con un ojo apuntando a las elecciones de noviembre.

Esta actitud solo llevará a más polarizaci­ón y más confrontac­iones.

Al mismo tiempo, el FBI y el Fiscal General Merrick Garland deberán a la brevedad ser lo más transparen­tes posible sobre lo que justificó la búsqueda y lo que posteriorm­ente descubrió el allanamien­to.•

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