Denuncian presunta negligencia de escuela
Edwin Martínez
El Departamento de Educación de la Ciudad de Nueva York, que maneja más de 1,700 planteles educativos en los cinco condados de la Gran Manzana, asegura que uno de sus principios rectores, es que los padres de familia “sientan que sus hijos están seguros y apoyados todos los días en las escuelas”.
Pero Sandra Milena Rodríguez, una madre de familia colombiana, siente que esa premisa se quedó en letra muerta, en instituciones como la Escuela Intermedia 358, de Jamaica, Queens, (The Magnet School for S.T.E.A.M. Exploration and Experiential Learning), donde su hijo Ethan López, de 12 años, cursaba séptimo grado el año pasado.
La inmigrante, quien vive en Nueva York desde el 2009, denuncia que en ese plantel, su pequeño “no estuvo seguro”, pues a comienzos del año escolar, que termina en junio próximo, fue víctima de actos de bullying por parte de un compañero de clase, que terminaron con su niño en el hospital, tras sufrir serias laceraciones en una mano, y fuerte daño emocional. La madre también asegura que ni ella ni el estudiante recibieron el apoyo que las autoridades escolares pregonan ofrecer.
“Mi hijo era un niño normal, iba a la escuela, se veía contento y siempre quería aprender, pero de pronto empezó a actuar diferente. Empezó a cambiar, se empezó a hacer pipi en la cama, se encerraba en el cuarto, y yo lo veía ansioso, comiendo a escondidas. Le pregunté qué le pasaba y me decía que nada o se quedaba callado. Yo al principio pensé que estaba enfermo y lo llevé al médico; le hicieron examen a la vejiga, pero la doctora me dijo que físicamente Ethan estaba bien”, comentó la madre de familia.
“Luego vi que un día llegó con tres morados en el brazo y me dijo que se había golpeado, pero dos semanas después, comenzó a encerrarse más. Una tarde cuando llegué del trabajo, él no abría la puerta
La madre de un estudiante de séptimo grado, quien sufrió laceraciones en una mano y traumas emocionales, por parte de otro menor que lo agredió, asegura que las directivas intentaron esconder el incidente, argumentando que era “cosa de niños”. El Departamento de Educación investiga el caso
del cuarto, no quería comer, no quería ir a la escuela, no hacía tareas, no hablaba y se veía muy nervioso, y cuando lo agarré de la mano para sacarlo a que comiera, me asusté. Le vi la manito como si se la hubieran abierto con un objeto punzante. Tenía varias heridas y estaba sangrando.
Le pregunté quién le había hecho eso y me dijo que se había caído. Pero era obvio que lo habían cortado”, agregó la colombiana.
-“Hijo ¿qué le pasó?” -“Me caí”
-“No hijo, eso no es una caída, hábleme con la verdad”
-“Yo mismo me hice eso”
-“No me diga mentiras, hijo. ¿Qué le pasó?”, fueron algunos de los intentos que hizo la colombiana para que su niño se sincerara, sin resultado.
Ante la negativa del niño de hablar sobre lo que le había ocurrido, la madre llevó al niño al hospital para que lo trataran y fue a la policía a reportar el incidente, pero los oficiales no le atendieron la queja, según le explicaron, porque la escuela no había reportado el hecho.
“Yo ni siquiera tenía un papel de la escuela diciéndome lo que había pasado. El niño me dijo que lo habían llevado a la enfermería, pero a mí como mamá nadie me informó nada. No me llamaron y ni siquiera hubo una nota para informarme. Ese ataque pasó en las narices del profesor de inglés, en el mismo salón de clases y el profesor ni se dio cuenta. Eso me parece grave. Ni una palabra de lo ocurrido”, dijo la colombiana, quien mencionó que inicialmente, pensando que el estudiante había atentado contra su vida, en el hospital al que llevó a su hijo lo pusieron en una sala de menores que se intentan suicidar. Allí seguía negado a hablar.
“El segundo día ya se sinceró con los psiquiatras y les dijo que había un niño en la escuela que lo molestaba, que le había hecho eso con una especie de aguja o algo parecido las inyecciones de insulina, y que él le tenía miedo. Entonces fui a la escuela a hablar con el director, y me dijo que no sabía nada del ataque,