DESPUÉS DEL VEREDICTO A GARCÍA LUNA
El pleno de la Cámara de Diputados en México estaba a punto de iniciar cuando se supo el veredicto de culpable para Genaro García Luna en la corte de Nueva York. Culpable de los cinco cargos, es decir, de haber montado una red criminal desde su puesto como Secretario de Seguridad Pública del gabinete de Felipe Calderón. De pronto, los diputados de Acción Nacional desaparecieron de la Cámara de Diputados.
Salieron en tropel del salón de sesiones y no volvieron. Los siguieron los del PRI y del Partido Movimiento Ciudadano.
Como bancada, Acción Nacional decidió evadir los cuestionamientos a sus dos gobiernos, el de Vicente Fox y el de Calderón, en cuyos años se encumbró al otrora espía político del CISEN, en los gobiernos de Salinas de Gortari y Zedillo. Como se ha dicho, Genaro García Luna es el PRIAN. La imagen de las curules vacías en la Cámara fue la primera señal del desconcierto de la oposición ante el fallo de los jurados de Nueva York. Me dejó pensando en que muchos de ellos quizás creían que no iba a pasar nada, que García Luna iba a salir libre y hasta con una disculpa.
Así lo había dicho María Amparo Casar, líder de la organización política Mexicanos contra la Corrupción y ex asesora de Santiago Creel en la secretaría de Gobernación de Vicente Fox. Lo dijo en el programa que detenta en la televisión pública, Canal Once: “Hay una ausencia total de pruebas en lo de García Luna, incluso no está ni la grabación de la DEA, que uno no puede entender”. Es decir, la vocera de Claudio X. González estaba optimista.
En el mismo desamparo, el diario Reforma había publicado dos días antes del veredicto un largo desvarío del propio Felipe Calderón dando instrucciones de cómo refundar la oposición.
Tardó unas siete horas en responder el implicado expresidente. A través de una carta sostuvo, otra vez, que él era otro distinto al que se condenaba en la corte, que era un hijo incomprendido.
Habría que recordarle a Calderón su fracaso que ahora sabemos era simulación: de los 121 mil detenidos de su sexenio, sólo fueron consignados mil 306, es decir, un poco más del 10 por ciento. Es decir, de cada diez personajes que veíamos en la tele, esposados, y con kilos de cocaína como escenografía, uno fue realmente a la cárcel.
El mensaje más insultante y desvergonzado vino del poder judicial. Tan sólo 30 minutos después del veredicto, la sala décimo séptima administrativa, le otorgó a la esposa de García Luna, Cristina Pereyra, un amparo que la sacaba de la lista de la Unidad de Inteligencia Financiera y, de facto, le descongelaba sus cuentas.
Como si el veredicto hubiera sido un disparo, Acción Nacional se evaporó en la Cámara de Diputados, Calderón se deslindó de sí mismo, y el poder judicial apoyó descongelando cuentas de lavado de dinero. Está claro qué debe de seguir en el paisaje después del disparo.