‘Vamos por la reelección’
Inmigrantes salvadoreños del Movimiento 2024 se reúnen con diputados de su país para hablar de las elecciones y de su apoyo a Bukele
Todavía no se abre el periodo oficial para iniciar campañas políticas para las elecciones presidenciales de febrero de 2024 en El Salvador, pero diputados de ese país y el mismo presidente de la Asamblea Nacional Legislativa, Ernesto Castro, estuvieron de visita en Los Ángeles el fin de semana como respuesta a la invitación que les hicieron dirigentes del llamado Movimiento 2024, afines al presidente Nayib Bukele.
Centenares de simpatizantes del mandatario salvadoreño se congregaron en un salón de la iglesia de la cienciología, en Hollywood, donde lanzaron vivas a Bukele y gritaron “¡Nunca más, nunca más!”, como señal de rechazo al izquierdista partido del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y a la derecha que representa la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que gobernó a ese país entre 1989 y 2009.
En Los Ángeles, además de los 22 diputados de Nuevas Ideas se presentó Henry Salgado, ex-cónsul y ahora está en Washington y en la OEA, pero también trabaja para la reelección de Bukele.
Este funcionario es hermano de Wendy Clavijo, secretaria para salvadoreños en el exterior, quien, por su parte, se mostró sorprendida por “la increíble” respuesta de los salvadoreños, a quienes tenían
selfie la intención de hablarle de la reelección de Nayib Bukele.
“Ya tenemos 56 [diputados] y queremos llegar a 70”, dijo Clavijo durante una transmisión en vivo de la concentración de diputados y la gente.
Agregó que Nuevas Ideas quiere llegar a un millón de votos, “porque entendemos las facilidades para votar con pasaporte o DUI (Documento Único de Identidad), aunque esté vencido”.
“Vamos por la reelección y [esperaría que] no nos durmamos en los laureles; tenemos que ir a votar y somos más de 3.5 millones a quienes el presidente nos da la oportunidad de votar”, agregó.
Con esta metodología distinta, los salvadoreños están llamados en 2024 a las elecciones a la Presidencia, la Asamblea Legislativa, alcaldías y el Parlamento Centroamericano (Parlacen).
Ernesto Castro, presidente de la Asamblea Nacional Legislativa, agradeció el apoyo de sus compatriotas por “este proyecto que se está desarrollando en nuestro país”.
“Como muchos de ellos que estamos acá, sabemos que EL Salvador es un país que ha sufrido muchas injusticias y ha sufrido por demasiados temas por los que un grupo de personas nos ha hecho pasar”.
Se refería indirectamente a Roberto Kriete, del Grupo Kriete y presidente de la junta directiva de Avianca Holdings, quien es dueño de una fortuna que supera los 6 mil millones de dólares; Roberto Murray y su familia, accionista del Grupo Agrisal; Ricardo Poma y su familia, accionista en Grupo Poma (Excel Automotriz, Grupo Roble, Real Hotel &Resorts, Grupo Solaire y Autofacil, además de la familia Dueñas, acaudalados terratenientes cafetaleros que gobernaron El Salvador durante varios periodos, entre 1851 y 1871.
“Acuérdense que éramos un país dominado por 14 familias”, dijo Castro. “Un pequeño grupo nos ha hecho pasar muchas injusticias, y la historia nos dice como cercaban los terrenos con alambres de púas, se hacían dueños de las tierras y le decían a la gente, tú no puedes sembrar la tierra, así que vas a trabajar para mí”.
Castro hizo un recorrido histórico cuando, desde 1930 los campesinos reclamaron sus tierras y el general Maximiliano Hernández Martínez [que lanzó un golpe de estado que derrocó al presidente Arturo Araujo] les prometió que se las regresarían.
“Pero las necesidades no se pueden detener por el cambio de personas en el gobierno”, dijo el funcionario salvadoreño.
En efecto, el levantamiento campesino de 1932 fue una mezcla entre protesta e insurrección encabezada por Agustín Farabundo Martí y Feliciano Asma de Izalco que acabó en el etnocidio de 30,000 campesinos/indígenas
Las desigualdades continuaron por décadas, hasta que estalló la Guerra Civil (1979-1992), donde murieron unos 75,000 salvadoreños, 15,000 más fueron desaparecidos, y decenas de miles se exiliaron o emigraron principalmente a Estados Unidos.
Uno de ellos fue Erik Flores, estudiante de ingeniería en la Universidad Nacional, quien se escapó de ser reclutado tanto por la guerrilla como el gobierno.
“Yo comulgaba con la idea de cambiar al país porque lo que vivíamos era insoportable”, dijo Flores a este medio.
Su madre y su familia lo sacaron del país en 1991; después regresó a trabajar nueve años en una compañía estadounidense, se casó y volvió a Estados Unidos en 2004, donde nacieron sus dos hijos.
Sin embargo, desde que Bukele comenzó a gobernar, sus ideas son afines al mandatario.
“Cuando ganó la presidencia, dije, esta es la persona indicada para gobernar”, declaró, aun cuando a Bukele sus críticos lo llamen presidente autoritario o dictador, debido a la aplicación del estado de excepción.
87% de aprobacion tiene el presidente de El Salvador Nayib Bukele.
Critican la mano dura
Esta política de mano dura tiene a Bukele como el presidente más popular de América Latina, con el 87% de la aprobación de los salvadoreños, según Cid Gallup, una empresa de opinión pública.
“Ha st a e l d ía de hoy [Bukele] no ha manifestado una definición ideológica específica”, subrayó Flores. “De lo que conocemos, me gusta que él siempre ha puesto primero a la gente”.
Pero Salvador Sanabria, director de la organizacion El Rescate, opinó que no le satisface el modelo de excepción implementado por Bukele.
“Cuando las garantías constitucionales son limitadas para ciudadanos que son inocentes, y que por razones de procedimiento se han implementado, [y en consecuencia] han caído víctimas inocentes en este proceso, eso no me gusta”, dijo.
La calidad de vida de sus compatriotas dijo, “no se mide por la seguridad en los barrios, sino por el empleo, la educación, la salud, el precio de los alimentos, y principalmente que los jóvenes tengan opción de vivir dignamente en el país donde nacieron y no tengan la necesidad de emigrar”.
Por su parte, Omar Corleto, un crítico de Bukele, dijo: “Nosotros hablamos de derechos humanos en función del merecido proceso que merece cualquier persona, aunque sea un criminal”.