El Diario

POLÍTICAS MIGRATORIA­S NEFASTAS

- Maribel Hastings y David Torres @AmericasVo­ice AMERICA’S VOICE

El Partido Republican­o sigue solidificá­ndose como entidad antiinmigr­ante con un cónclave de extremista­s liderados por Donald Trump en la reunión anual del CPAC el pasado fin de semana. Por otro lado, tiene a un gobernador de Florida, Ron DeSantis, que en su ruta a aspirar por la nominación presidenci­al republican­a en 2024 va armado con una plataforma donde las medidas antiinmigr­antes ocupan un lugar central.

Son dos vertientes políticas con una misma finalidad: la de demostrar quién es más antiinmigr­ante, racista y prejuicios­o para lograr el voto de ese segmento de la población estadounid­ense que se ha creído esa falsedad del “reemplazo” y que se complace en alimentars­e de una retórica de odio que, lamentable­mente, ha derivado en masacres como en El Paso en 2019 y en Buffalo en 2022, entre muchas otras.

Ahora bien, aunque algunos líderes republican­os, incluyendo a DeSantis, crean que no haber acudido al CPAC de alguna forma los diferencia de los fanáticos de Trump que ahora incluso presiden importante­s comités en la Cámara Baja, la realidad es que son la misma cosa.

Sin embargo, en otra señal de la cercanía de los comicios presidenci­ales de 2024, la administra­ción demócrata de Joe Biden vuelve a poner en ascuas a los migrantes, al conocerse que una vez más estaría consideran­do revivir medidas antiinmigr­antes implementa­das por Trump, medidas que Biden, como candidato en 2020, denunció.

Esa paradoja política hace que miles o millones de migrantes que han vivido con la esperanza de regulariza­r su situación durante décadas entren en un estado de marasmo y decepción que, quiérase o no, repercute directamen­te en el desinterés hacia la clase política de cualquier partido. Porque no basta con utilizar la lucha pro inmigrante para que un partido logre crear una imagen protectora de migrantes, si a la postre, una vez en el poder, se olvida de ellos y se concentra en permanecer en el puesto, a costa de lo que sea, incluso adoptando medidas antiinmigr­antes que antes condenó.

Tal es el caso de la propuesta de detener a familias migrantes que ingresen sin documentos por la frontera como mecanismo de disuasión ante el inminente fin del Título 42. La Casa Blanca ni negó ni confirmó el rumor. Lo que sí se sabe es que hay quienes creen que un alza en el flujo de migrantes ante el fin del Título 42 le costará políticame­nte a Biden en sus planes de reelección.

Y volvemos a lo mismo. Ante las críticas de un Partido Republican­o controlado por extremista­s, un presidente demócrata prefiere callar y ceder a la presión republican­a. Solo por tratar de maquillar las medidas de Trump y pensar que no es lo mismo porque las implementa un demócrata, no disfraza la realidad de que están repitiendo lo que condenaron.

Esta disyuntiva pone en riesgo no solo la esencia inmigrante delpaís, sino que evidencia la hipocresía con la que se ha manejado el tema migratorio en los últimos tiempos, dejando en el aire otra paradoja: con amigos así no hacen falta enemigos.

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