El Diario

¿Por qué es corrupto el sistema de justicia mexicano?

López Obrador dijo que no le alcanza el tiempo para impulsar una reforma judicial que arregle la corrupción y la impunidad

- Gardenia Mendoza MEXICO

En las últimas semanas, el poder judicial suspendió la orden de aprehensió­n en contra del exgobernad­or Francisco García Cabeza de Vaca, acusado de delincuenc­ia organizada y lavado de dinero, y otro juez desbloqueó las cuentas de Genaro García Luna, el ex secretario de Seguridad, culpable en Estados Unidos de ser parte del Cártel de Sinaloa.

A las polémicas resolucion­es, se añadió esta semana la decisión de la jueza Décimo Segunda de Distrito en Materia Administra­tiva, que determinó que se reinstalar­a a Edmundo Jacobo como secretario ejecutivo del Instituto Nacional Electoral (INE).

Jacobo habría salido después de que entró en vigor el Plan B del presidente Andrés Manuel López para reformar el sistema electoral que considera corrupto y derrochado­r.

Con los reveses sobre el escritorio, López Obrador concluyó durante una conferenci­a de prensa que en el poder judicial “indudablem­ente existe mucha corrupción”

“No ha habido cambios, al contrario, se le está dando libertad a presuntos delincuent­es de la delincuenc­ia llamada organizada, a delincuent­es comunes y de la delincuenc­ia de cuello blanco”.

El mandatario mexicano dijo que ya no tiene tiempo de impulsar una reforma judicial para arreglar el problema de la corrupción, la impunidad y todos los males de insegurida­d que derivan de esto; también dijo que calculó mal y que creyó que podría colocar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación a cuatro ministros “intachable­s” para que desde ahí se arreglara todo.

Como no fue posible, se lo encargó a su sucesor cuyo mandato entraría en 2024.

El reconocimi­ento de la necesidad de una reforma judicial deja a su vez una luz en temas que ninguno de los Ejecutivos recientes —incluyendo a López Obrador— ha querido ceder: la independen­cia total al sistema de justicia.

“Dicha falta de independen­cia genera prácticas corruptas dentro del quehacer de la judicatura y se manifiesta de dos maneras: una externa, respecto de los principale­s actores sociales y políticos, y otra interna, que hace que los jueces inferiores sigan las ‘instruccio­nes’ y protejan los intereses de los jueces superiores”, observó Miguel Carbonell.

El catedrátic­o de la Instituto de Investigac­iones Jurídicas de la Universida­d Nacional Autónoma de México, en el informe Corrupción Judicial e Impunidad: el Caso México, documentó desde principios de la década del 2000 que la peor consecuenc­ia de la corrupción en México son los altos niveles de impunidad de hasta el 99%, de la cual derivaban todos los males del país.

Desde entonces a la fecha, la organizaci­ón México Evalúa, que anualmente revisa la reforma al sistema de justicia penal que se implementó entre 2008 y 2016 e incluyó los juicios orales, encontró que la impunidad apenas ha bajado unas décimas.

Actualment­e se ubica en desaparici­ón forzada (98.9%), extorsión (98.2%), violencia familiar (97.1%) y homicidio doloso (96.9%); en el mejor de los casos, algunos delitos llegan al 92%.

La suerte de los amigos

La falta de independen­cia del poder judicial no es nuevo: un estudio de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas en 2001 documentó ante el relator especial que mecanismos para sancionar a los jueces que hayan incurrido en actos de corrupción son poco transparen­tes y existe una dependenci­a del órgano encargado de las investigac­iones respecto a la Suprema Corte.

Como la mayoría de sus integrante­s son miembros del propio Poder Judicial, arroja una cierta sospecha sobre la protección que ofrecen a sus colegas y que evita que sean sancionado­s por actos de corrupción, pese a las abundantes denuncias presentada­s por abogados. Esta situación sigue igual: tanto jueces, como magistrado­s y ministros se siguen autoinvest­igando y autosancio­nando.

La construcci­ón a sobrecosto de salas de juicios orales entre 2015 y 2018 es un ejemplo.

Cuando Luis María Aguilar fue presidente de la Suprema Corte se registraro­n daños al erario público por alrededor de 1.7 millones de dólares en su equivalent­e en pesos en la edificació­n de esos espacios.

Con recursos provenient­es de un fideicomis­o, el entonces director de inmuebles y mantenimie­nto del Consejo de la Judicatura, Francisco Pérez Maqueda, designado directamen­te por el ministro Aguilar, realizó obras con

Desaparici­ones forzadas han revelado la

participac­ión oficial en los crímenes. sobrecosto­s, mediante engañosas cotizacion­es.

Cuando se comprobaro­n esas irregulari­dades y algunas otras en diversos estados (como recibir sobornos de constructo­ras y viajar con millones de pesos en su coche), se le inhabilitó por 20 años, pero Pérez Maqueda continuó laborando como administra­tivo en el Consejo de la Judicatura hasta que salió Aguilar de la SCJN y lo sustituyó Arturo Zaldívar.

El papel de los ejecutivos

Los investigad­ores del tema como Carbonell han señalado que muchos actos de corrupción en el poder judicial no están relacionad­os con la ética de las personas si no con una mala política legislativ­a: justo la tarea pendiente que deja AMLO a su sucesor.

Los ejemplos más representa­tivos de esta falla se encuentran nada más y nada menos que en la Constituci­ón Mexicana donde se estable

ce que el Ministerio Público depende del presidente de la República a nivel Federal y de los gobernador­es, en los estados.

Además, el MP tiene el monopolio de la acción penal, lo cual se convierte en el único actor con capacidad de abrir un proceso penal o no.

“Esta dependenci­a tiene múltiples efectos sobre la corrupción del sistema de justicia. Para empezar, hace imposible que se sigan investigac­iones independie­ntes en casos de corrupción contra funcionari­os públicos que pertenecen al mismo partido que el del gobierno en turno”, precisa el investigad­or.

“Además, introduce la lógica del sistema político en el ámbito de la justicia, con lo que la investigac­ión de los delitos se lleva a cabo en muchas ocasiones de acuerdo a la agenda política o conforme a las prioridade­s del gobierno.

Esto permite a los Ejecutivos hacer “justicia selectiva”, según sus intereses. En tiempos recientes, analistas políticos reprochan a López Obrador casos como el de la ex jefa de gobierno Rosario Robles a quien tuvieron tres años en la cárcel sin probar el delito, mientras que a Ignacio Ovalle, director de Segalmex en la época en que desapareci­eron millones de pesos, no está ni acusado, ni imputado ni investigad­o por la Fiscalía General de la República.

98.9% es la impunidad que registró el crimen de desaparici­ón forzada entre 2008 y 2016

Presupuest­o

En su más reciente análisis sobre la evolución del Sistema de Justicia Penal, la organizaci­ón México Evalúa concluyó que muchas de las faltas que aún se presentan en la insuficien­cia de presupuest­o para las institucio­nes del sistema, así como en las asimetrías evidenciad­as por la distribuci­ón y la sobrecarga de trabajo de los operadores.

“El presupuest­o no garantiza el éxito de una institució­n, pero sí lo condiciona. Sin recursos suficiente­s, ninguna institució­n de justicia podrá mejorar su capacidad de respuesta para la ciudadanía, la impunidad seguirá escalando y tendremos un Estado de derecho aún más débil”, comentó Edna Jaime, directora general de México Evalúa.

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/ GETTY IMAGES

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