Houston Chronicle Sunday

La ‘paracharre­ría’ crece en México

DEPORTES

- Lulu Orozco

VALIENTES: la primera charreada de ese tipo se realizó en 2011, en los Juegos Parapaname­ricanos de Guadalajar­a. Desde entonces no ha parado de crecer.

Salvador Espinoza pasa sus días en una silla de ruedas debido a una lesión en la médula espinal que lo dejó paralizado de la cintura hasta los pies. Pero cuando monta su caballo y ajusta el soporte de la espalda que lo ayuda a mantenerse erguido en la silla, Espinoza se transforma en un charro mexicano.

En el deporte tradiciona­l mexicano de la charrería, algo parecido al rodeo, se dice que debes ser ágil, fuerte y valiente.

Y para Espinoza y otros miembros de la Asociación Mexicana de Paracharre­ría y Equinotera­pia, también significa sobreponer­se a situacione­s como amputacion­es, ceguera parcial, sordera o parálisis para competir al mismo nivel que sus colegas con total movilidad y hacer las mismas suertes atrevidas como lances o atrapadas con el lazo, jinetear a un toro y más.

Espinoza necesita ayuda para montar el caballo y no se fía de los tradiciona­les estribos ajustados a la silla. Pero una vez que tiene su soporte de la espalda, es un jinete con las mismas habilidade­s y valentía que cualquier competidor.

“Aquí he sabido que (para) los deportista­s sobre silla de ruedas el límite no existe”, dijo Espinoza, quien a los 16 años perdió la movilidad en sus piernas después de caer de un edificio de cuatro pisos, donde instalaba equipos de aire acondicion­ado. “El límite es el que uno mismo pone”.

La asociación se fundó en 2010 como parte de la Federación Mexicana de Charrería, con la misión de combatir la discrimina­ción contra las personas con discapacid­ad y ayudar a su integració­n a través de este deporte nacional.

“No hay otras organizaci­ones que lo hagan antes de nosotros”, dijo Norma Angélica Patiño Márquez, una doctora especializ­ada en medicina del deporte y presidenta la Asociación Mexicana de Paracharre­ría, que agrupa a 26 miembros de siete estados de México.

“De hecho, inventamos todo, incluso el reglamento y el sistema de clasificac­ión médico funcional, como se hace en el deporte paralímpic­o internacio­nal”, dijo Patiño.

La primera charreada de su tipo se realizó en noviembre de 2011, como parte de los eventos culturales de los juegos Parapaname­ricanos en Guadalajar­a, México. La ceremonia de inauguraci­ón incluyó una representa­ción en silla de ruedas del “Jarabe tapatío”, un popular baile folclórico.

Durante una reciente charreada en Cuautitlán Izcalli, en las afueras de la capital mexicana, Espinoza y otros cuatro miembros del equipo de Patiño compitiero­n en los nueve eventos en una arena para 2.000 personas.

Ataviado con un traje ajustado, botas y su sombrero de charro, Espinoza lazó a una yegua después de fallar unas pocas veces. Una amplia sonrisa apareció en su rostro cuando la multitud aprobó con un clamor cuando él y sus compañeros de equipo derribaron un pequeño toro. En una charreada, los equipos se disputan los eventos que son calificado­s no por tiempo, sino por la desenvoltu­ra en la ejecución de cada suerte.

Espinoza y su esposa, Graciela Sánchez Martínez, se conocieron hace casi 10 años en un torneo de basquetbol en silla de ruedas. Ambos han realizado cerca de una docena de charreadas y son el único matrimonio en el equipo de Paracharre­ría de Patiño. Sánchez fue diagnostic­ada a los dos años con el síndrome Guillain-Barre, un trastorno neurológic­o que causa debilidad muscular y a veces parálisis.

“La charrería es lo que encierra las tradicione­s mexicanas: la música, su vestimenta, la gente”, dijo Sánchez. “Y ya el hecho de ser mexicana es parte de mis tradicione­s, de mis raíces y de mis gustos”.

En la reciente charreada, Sánchez representó al equipo como la Reina de la Paracharre­ría.

Sanchez dijo que ella y su esposo han perdido la cuenta de cuantas veces se han caído durante las competenci­as y bromeó que en la paracharre­ría, no hay nueve suertes, sino una décima prueba: intentar mantenerse en el caballo.

“Es una sensación (que) no se puede explicar”, dijo el capitán del equipo, Juan Manuel García, quien sobrevivió a un derrame cerebral y a siete meses en coma, lo que le provocó debilidad muscular en el lado derecho de su cuerpo, una parálisis total en su pierna derecha y la amputación de tres dedos.

“Ahora es gratifican­te, ahora es algo motivante, sabe que puede uno dominar cualquier animal”, dijo.

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Nick Wagner / AP
 ?? Fotos de Nick Wagner / AP ?? En esta foto del 10 de julio, la escaramuza Graciela Sánchez Martínez recibe ayuda para pasar de su silla de ruedas a la montura.
Fotos de Nick Wagner / AP En esta foto del 10 de julio, la escaramuza Graciela Sánchez Martínez recibe ayuda para pasar de su silla de ruedas a la montura.
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Espinoza recibe ayuda para montar su caballo en la arena de Cuautitlán Izcalli.
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Sánchez Martínez, quien fue diagnostic­ada a los dos años con el síndrome Guillain-Barre, entra a la arena como Reina de la Paracharre­ría.
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Sánchez Martínez (der.) y su esposo han han realizado cerca de una docena de charreadas.
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El charro Salvador Espinoza alimenta a su perrita Susana mientras almuerza con su esposa.

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