Houston Chronicle Sunday

Algunas escuelas primarias deciden abandonar las tareas para la casa

Creen que de esa forma los niños tienen más tiempo para jugar, participar en otras actividade­s, pasar el rato con sus familias, leer y dormir

- Lisa Rathke

No hay tareas para hacer en casa. De verdad. En todo el curso.

Un pequeño pero creciente número de escuelas primarias y algunos profesores en concreto están eliminando las tareas para que los niños tengan más tiempo para jugar, participar en actividade­s, pasar tiempo con sus familias, leer y dormir.

En los últimos años se ha producido una reacción contra las tareas por parte de padres que afirman que el tiempo de sus hijos está monopoliza­do por otras actividade­s, explicó Steven Geis, presidente de la Asociación Nacional de Directores de Escuelas Primarias de Estados Unidos.

Algunas escuelas y profesores en concreto están revisando sus costumbres en lo referente a las tareas para garantizar si son o no eficaces, señaló.

En la escuela Orchard, que ofrece clases que van desde jardín de infantes hasta quinto grado en South Burlington, Vermont, el director dijo que ha visto más ansiedad entre los alumnos en la última década. La escuela decidió eliminar las tareas este año, basándose en parte en el libro ‘The Homework Myth’ (El mito de las tareas).

“Sólo son niños. Son bastante jóvenes y acaban de completar un día entero de trabajo, de modo que no queremos añadir más (obligacion­es) a su día. También creemos que (con las tareas) sofocamos sus otras pasiones y su interés por aprender”, explicó el director de la escuela Orchard, Mark Trifilio.

Alfie Kohn, un expresivo conferenci­ante educativo y autor del libro ‘The Homework Myth’, afirma que las tareas son una fuente de complicaci­ones sin beneficio.

“Las desventaja­s de las tareas están claras para todo el mundo: agotamient­o, frustració­n, pérdida de tiempo para desarrolla­r otros intereses, y a menudo disminució­n del interés por aprender”, señaló. “Las tareas podrían ser el mayor extintor de curiosidad jamás inventado”.

Pero Harris Cooper, psicólogo y profesor de neurología en la Universida­d Duke, que lleva 30 años estudiando los efectos de los deberes escolares, discrepa.

Cooper cree que todos los niños deberían hacer tareas, pero que la cantidad y el tipo debe varias dependiend­o de la edad y el nivel de desarrollo.

El experto dirigió un proyecto que analizó más de 60 estudios sobre las tareas realizados entre 1987 y 2003, y determinó que las tareas tenían un efecto positivo sobre los logros de los alumnos. Sin embargo, esa relación positiva era mucho mayor para los alumnos de séptimo a duodécimo grado que para los estudiante­s de escuela primaria.

Cooper recomienda tareas para casa que sean breves, sencillas y lleven al éxito a alumnos de primaria, señaló.

Eso enseña a los niños que no se aprende sólo en el aula y ayuda a convertirl­os en personas que seguirán aprendiend­o toda su vida, además de mejorar su sentido de independen­cia y sus capacidade­s de gestión del tiempo y estudio, explicó Cooper.

“Las tareas son como medicinas. Si tomas demasiado poco, no hace nada. Si tomas demasiado, puede matarte”, dijo Cooper. “Hay que tomar la dosis correcta, y si lo haces, puede hacer maravillas”.

Buena parte de la visión negativa sobre los deberes es en parte en reacción a algunos profesores que encargan demasiadas tareas, señaló.

Una guía para muchas escuelas es de 10 minutos de tareas por grado. De modo que serían 10 minutos en primer grado, 20 minutos en segundo grado y así sucesivame­nte.

“Definitiva­mente no decimos ‘no hay tarea’, pero intentamos mantenerlo dentro de lo razonable”, dijo Cherie Stobie, directora de la escuela K-8 Marion en Montana.

“El beneficio principal es simplement­e tener tiempo adicional para practicar más tarde ese día, porque los estudios indican que si los estudiante­s practican, si se toman un descanso tras aprender algo y más tarde lo practican de nuevo, es más probable que lo retengan”, explicó.

Noelle M. Ellerson, de la Asociación de Superinten­tendes de Escuelas, dijo que hay un número pequeño pero creciente de escuelas o maestros que revisan sus políticas de tareas o hablan sobre el tema “ya sea para eliminarla­s o para cambiar a una política en la que las tareas son el trabajo de clase que no terminaron durante el día, o donde la tarea del niño es leer con sus padres”.

En la escuela Orchard, las tareas diarias de los alumnos son ahora leer libros, salir a jugar afuera, cenar con la familia, lo que incluye ayudar a poner la mesa yr eco ger, yd or mir bien por la noche.

“Es genial”, dijo Avery Cutroni, de nueve años, sobre la política sin tareas. La pequeña tenía hace poco clases de danza y piano tras la escuela, de modo que tenía una agenda apretada. Además, ahora lee más por su cuenta, dijo su madre.

“Creo que da a los niños mucho tiempo para descanso físico y mental, lo que me parece que es súper importante”, afirmó Heidi Cutroni sobre la eliminació­n de las tareas en la escuela. “Creo que es muy bueno para las relaciones entre padres, profesores y alumnos en todas direccione­s, y pienso que da a los niños una oportunida­d de utilizar su tiempo para aquello que les apasiona y entusiasma”.

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Bill Gorman / AP Kimberly Coleman-Mitchell (der.) da clase a alumnos de cuarto grado en Oakridge Elementary School.

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