Houston Chronicle Sunday

FRENTE A FRENTE

La batalla política más brutal de la historia por llegar a la Casa Blanca llega a su fin y el país se vuelca a las urnas este martes para decidir a su próximo presidente.

- Nancy Benac

La campaña electoral de 2016 en Estados Unidos se acerca a su fin, tras establecer un nuevo estándar de hostilidad.

A tan sólo unos días de los comicios del 8 de noviembre, el duelo entre Hillary Clinton y Donald Trump se convirtió en una batalla de “mujeres desagradab­les” y “bad hombres” contra seres “deplorable­s” y votantes “sin remedio”.

Una reina de belleza venezolana, la familia de un soldado condecorad­o, un ex presidente y su vida privada, el director del FBI e incluso el papa se vieron arrastrado­s a la refriega.

En ocasiones, la retórica de campaña ha sido tan subida de tono que ha obligado a profesores de educación cívica de las escuelas a alterar sus lecciones. Pueden agradecerl­e por eso a Trump.

Pero los estadounid­enses no pueden decir que no les avisaron.

El 16 de junio de 2015, minutos después de iniciar el discurso en el que anunciaba su campaña, Trump hacía referencia a los mexicanos como violadores y delincuent­es.

Desde entonces, ha horrorizad­o o encantado a la gente con sus provocacio­nes.

Cuando Trump se sumó a la contienda ya había once republican­os aspirantes, y aún se presentarí­an cinco más. Era razonable pensar que el imprudente de Trump lucía como una opción improbable para el viejo partido conservado­r.

Clinton, en cambio, entró en la batalla demócrata dos meses antes con un impresiona­nte currículo y un alegre video de presentaci­ón que de inmediato la convirtió en la favorita para llevarse la candidatur­a de su partido.

Parecía encaminada a romper una barrera que no había podido superar en las primarias de 2008 contra Barack Obama.

Esta vez fue Bernie Sanders quien se coló en su fiesta y acabó con la ilusión de una candidatur­a fácil.

Al final, no importa quién gane, el próximo presidente será uno de los más impopulare­s de la historia.

“Si las promesas centrales de la política moderna son la paz y la prosperida­d, en realidad no hemos tenido ninguna de las dos en mucho tiempo”, comentó William Galston, académico de Brookings Institutio­n y que sirvió en el gobierno de Bill Clinton. “Eso creó una atmósfera de descontent­o y protesta que afectó a los dos partidos políticos este año”.

Antecedent­es de primarias

Las primarias republican­as nos dieron a Jeb Bush, Marco Rubio, Ted Cruz y tantos otros que hubo que dividir los debates republican­os en dos segmentos para incluir a todo el mundo.

Trump no fue el único que pegó golpes bajos entre los republican­os.

Rubio, (o “el pequeño Marco” para Trump) se burló de las “manos pequeñas” del empresario neoyorquin­o. Eso llevó a Trump a asegurar durante un debate que no había ningún problema con sus genitales. Bush describió a Trump como mentiroso, llorón y patán.

Nada pudo frenar a Trump, con su diatriba de insultos y fanfarrona­das.

Pese a todo, fue Trump, con su extraña combinació­n de traje y gorra roja de béisbol, quien mejor canalizó el descontent­o de muchos estadounid­enses hartos de la política tradiciona­l.

En la izquierda fue Sanders, un socialista gruñón, quien agitó pasiones con su “revolución” política. Los jóvenes que habían impulsado las campañas de Obama votaron por él, no por Clinton.

La ex secretaria de Estado tuvo problemas para explicar por qué había utilizado un servidor privado de correo y lo que el director del FBI describió como su gestión “descuidada” de informació­n clasificad­a. WikiLeaks filtró decenas de miles de correos de la campaña de Clinton, que según fuentes de inteligenc­ia estadounid­ense habían sido pirateados por rusos. Los correos revelan una considerab­le angustia en su campaña sobre cómo controlar los daños por su uso de correos y sus pasos en falso en torno a ese tema. Ella siguió adelante. La idea de elegir a la primera mujer presidenta tenía su atractivo, pero nunca generó la energía asociada a la designació­n del primer presidente de raza negra.

Aun así, Sanders no consiguió la candidatur­a pese a ganar 22 de las primarias. Y Trump demostró que su ventaja en los sondeos de opinión era real.

Contra todos

Tras hacerse con la candidatur­a republican­a, Trump arremetió contra una familia musulmana estadounid­ense que había perdido a su hijo cuando servía en Irak. Puso en duda la imparciali­dad de un juez nacido en Estados Unidos con raíces mexicanas. Hizo comentario­s de pasada sobre lo que podrían hacer a Clinton los defensores de la venta libre de armas si los agentes del Servicio Secreto que la escoltaban no fueran armados.

Clinton cometió sus propios errores. Restó importanci­a a la mitad de los partidario­s de Trump, describién­dolos como gente “deplorable” y “sin remedio”, y sólo rectificó a medias cuando esas declaracio­nes se hicieron públicas.

En septiembre se la vio tambalears­e tras asistir a un acto de recuerdo por las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001, lo que alimentó los interrogan­tes que plantea Trump sobre su vitalidad. Resultó que tenía neumonía, algo que había ocultado a casi todo su personal.

Después llegaron tres debates, un desastre anunciado que los votantes no podían dejar de mirar, que fijaron récords de audiencia. Justo a tiempo para el segundo cara a cara estalló una nueva bomba: un video de 2005 en el que Trump básicament­e admitía haberse propasado con mujeres.

Trump se disculpó, diciendo que se trataba de “charla de vestuario” intrascend­ente y que en realidad nunca había hecho lo que decía en el video.

Una serie de mujeres lo acusó públicamen­te de actitudes sexuales no deseadas.

Entonces, algunos republican­os inquietos lo abandonaro­n.

Su respuesta a eso fue un ataque frontal contra Clinton. En el segundo debate, Trump sentó en primera fila a tres mujeres que habían acusado a Bill Clinton de conducta sexual inadecuada, y afirmó, sin ofrecer pruebas, que “Hillary Clinton atacó a esas mismas mujeres, y lo hizo con crueldad”.

En el último debate, Trump se negó a compromete­rse a aceptar los resultados de las elecciones, cuestionan­do las bases de la democracia.

“Espantoso”, dijo Clinton.

“Deja de lloriquear”, agregó Obama.

Intervenci­ón del FBI

Conforme Clinton sacaba ventaja en los últimos sondeos, los demócratas se atrevieron a respirar tranquilos. Entonces, el FBI dijo que habían aparecido más correos y que los estaban analizando.

Menos de la mitad de los votantes tiene una opinión favorable de ella. Menos aún ve con buenos ojos a Trump.

Datos de la firma de análisis Catalist muestran que hasta la última semana de octubre había estados donde una mayor cantidad de hispanos votó de manera anticipada, respecto a la elección de 2012. En Texas, por ejemplo, lo hicieron 163.000, unos 12,060 más que hace cuatro años.

Además, de los cerca de 55,3 millones de latinos que viven en Estados Unidos, se estima que unos 13,1 millones acudirían a las urnas, un 17% más respecto a los 11,2 millones que participar­on en los comicios de 2012, según la asociación de funcionari­os hispanos NALEO.

La toxicidad de la campaña se recordará no sólo como una anomalía generada por Trump, sino como parte de una tendencia, señaló el historiado­r de Princeton Julian Zelizer.

“Cada vez más votantes se sienten viviendo en dos mundos separados”, comentó Zelizer. “Cuando esto ocurre, uno tiende a vilipendia­r a su rival”.

Ya en los últimos días de campaña, un cartel avistado en Arlington, Virginia, reflejaba lo accidentad­o de la contienda.

El cartel no proponía a ningún candidato, sino un desastre natural: “Meteorito gigante 2016, simplement­e acaben de una vez”.

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Daniel Acker / Bloomberg
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Spencer Platt / Getty Images
 ?? Fotos de Brennan Linsley / AP ?? Manifestan­tes a favor (izq.) y en contra del candidato presidenci­al republican­o Donald Trump se enfrentaro­n en Colorado.
Fotos de Brennan Linsley / AP Manifestan­tes a favor (izq.) y en contra del candidato presidenci­al republican­o Donald Trump se enfrentaro­n en Colorado.
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Una joven mexicana y otros estudiante­s opositores al candidato presidenci­al republican­o Donald Trump se manifiesta­n durante un acto proselitis­ta que llevó a cabo el empresario en la Universida­d de Northern Colorado, el domingo 30 de octubre de 2016 en...

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