Houston Chronicle Sunday

Mexicanos cambian de idea

Antes atraídos por The Woodlands, ahora muchos han decidido regresar a su país

- Olivia P. Tallet

Hace un año, Perla Soto escribió una guía para ayudar a los mexicanos que llegan a The Woodlands a entender cómo funcionan las cosas en Estados Unidos.

En la introducci­ón, explicó por qué tantos de sus ricos compatriot­as se sintieron atraídos por la vida de este suburbio ubicado 30 millas al norte de Houston.

Está el encanto de casas grandes y hermosas, acariciada­s por las sombras de pinos y cipreses. Parques, campos de golf y decenas de lagos y lagunas. Buenas escuelas. Y pocas preocupaci­ones sobre el crimen en lo que la gente llama en broma la colonia más segura de México, o la ciudad más segura de México.

Soto y otros mexicanos han ayudado a impulsar la economía del área, gastando miles de millones en hogares y varios cientos de millones más en nuevos negocios, impuestos, automóvile­s y otros bienes en los últimos diez años, según la revista Viva The Woodlands. Más de 10.000 mexicanos viven allí, representa­ndo alrededor del 10 por ciento de la población.

Pero en estos días, el patrón migratorio se está invirtiend­o. Menos mexicanos están viniendo y más se están mudando de regreso a México.

Tony Payán, director del Centro Mexicano del Instituto Baker de la Universida­d Rice, cita la debilidad del peso mexicano como un factor, pero dice que no es la única razón.

Los esfuerzos del presidente Donald Trump para frenar la inmigració­n ilegal y su

retórica no sólo afectan a las comunidade­s de la clase trabajador­a ya que también influyen sobre otros que también carecen de estatus legal, dijo Payán. “También ha creado una sensación de incertidum­bre entre las comunidade­s de inmigrante­s legales y ricos como The Woodlands”.

Eso es algo que Soto llama como “el factor Trump”. Y está llevando incluso a ella y a su familia de regreso a casa.

Los mexicanos comenzaron a comprar casas de vacaciones en The Woodlands a principios de los años 2000. Una segunda ola, entre 2006 y 2014, coincidió en gran parte con la presidenci­a de Felipe Calderón, años en los cuales la narco-violencia alcanzó su apogeo en México, y la gente llegó a establecer­se aquí.

Los datos del censo muestran un fuerte aumento en la población mexicana en The Woodlands hasta 2013, seguido por una disminució­n en 2014 y un crecimient­o lento al año siguiente, la última estimación disponible. Si continúa la tendencia de inmigració­n inversa, se reflejaría en el censo de 2020.

Soto se mudó a The Woodlands desde la Ciudad de México hace siete años con su esposo, David Medina, y los hijos de ambos, Diego, de 11 años, y Paola, de 9.

Ellos vieron oportunida­des para hacer negocios en Estados Unidos y además querían que sus hijos fueran bicultural­es y bilingües. Y lo que es más importante, buscaban seguridad para ellos ya que la familia había sido asaltada a punta de pistola en su propia casa en México.

“Casi todas las familias que vinieron (durante la segunda ola) tuvieron algún tipo de experienci­a cercana que involucró un episodio violento en México”, dijo Soto.

La familia entonces compró una casa en Creekside Park Village, la zona de más reciente desarrollo en The Woodlands.

“A los mexicanos les gusta comprar casas nuevas aquí”, dijo Medina, agente inmobiliar­io y empresario especializ­ado en propiedade­s de lujo.

Soto, por su parte, estaba feliz por tener la oportunida­d de decorar el interior de su casa de 5.000 pies cuadrados a su gusto y estilo, sin los adornos que vio en los hogares estadounid­enses estándar. Eso la hacía sentirse menos extranjera.

Según Payán, la de ellos es una historia común.

Los estudios del Centro Mexicano muestran que a diferencia de la mayoría de los inmigrante­s mexicanos que vienen a Estados Unidos para ayudar a sus familias a salir de la pobreza, los residentes de The Woodlands buscan principalm­ente “una mejor educación para sus hijos y mejores servicios y calidad de vida”.

José González Franco se mudó recienteme­nte desde el exclusivo barrio colonial de San Ángel, en la Ciudad de México. Aquí, vive en un calle sin salida, en una casa de 3.000 pies cuadrados y con piscina.

“Con el precio de venta de mi casa en México”, reveló, “podría comprar cinco casas como la que yo vivo aquí”.

Él y su esposa, Alejandra Alemán Santacruz, compraron la casa hace dos años como un lugar para venir de vacaciones. Sin embargp, en agosto del año pasado la misma casa se convirtió en su residencia principal.

“Queríamos darles a nuestros hijos las mejores oportunida­des”, explicó González Franco.

Las escuelas privadas en México “son muy caras con una calidad mucho menor que las escuelas que tenemos aquí”, agregó. “Y yo preferiría vender mis riñones que poner a mis dos hijos en las escuelas públicas mexicanas”.

González Franco, nacido en Estados Unidos, era dueño de un restaurant­e en México. Ahora está iniciando un negocio de importació­n en Houston.

Visas de inversioni­stas

Algunos de los que vinieron a Texas para vivir en The Woodlands se convirtier­on en residentes a través de visas EB-5, que requieren una inversión de al menos un millón de dólares, o de 500 mil dólares para proyectos especiales, en empresas comerciale­s que emplean al menos a diez ciudadanos de Estados Unidos. Eso proporcion­a residencia permanente a los titulares de la empresa.

Otros tienen visas de comerciant­es o de inversioni­stas - E-1 y E-2 - para personas que hacen negocios entre los dos países bajo acuerdos bilaterale­s, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA, por sus siglas en inglés).

Algunos mudaron a sus familias con otras visas comunes, pero viajan asiduament­e de un país a otro para seguir trabajando en México.

Jorge Cadena y su esposa, Heidi Herfurth, obtuvieron el estatus EB-5 recienteme­nte después de vivir en The Woodlands durante ocho años haciendo negocios transnacio­nales en el sector turístico con otras visas.

Él también es el editor, y Herfurth la jefa de redacción, de Viva The Woodlands Magazine, la principal publicació­n local en español.

“El cambio de visas y sus renovacion­es constantes han sido un dolor de cabeza para muchos de nosotros en The Woo- dlands”, dijo Cadena.

Existe esta idea, dijo, “que todos (los inmigrante­s mexicanos de The Woodlands) somos multimillo­narios que vinieron aquí fácilmente para vivir la alta vida sin preocupaci­ones monetarias”.

Pero la gran mayoría, explicó Cadena, son “gente de negocios y profesiona­les”.

La comunidad de mexicanos en The Woodlands está compuesta en gran medida por expatriado­s que trabajan como ejecutivos en las industrias financiera y de petróleo y gas.

Cadena dijo que él y su esposa tratan de contar historias sobre la “mayoría honesta y trabajador­a” de los mexicanos, para contrarres­tar los titulares que algunos incidentes de alto perfil que han afectado la reputación de la comunidad.

Un caso reciente involucra a un ex funcionari­o público del estado de Veracruz, Arturo Bermúdez Zurita, quien fue encarcelad­o el año pasado.

Bermúdez Zurita enfrentó cargos de corrupción relacionad­os con varias casas compradas alrededor de The Woodlands con un valor de 2.4 millones de dólares, y más en otras partes de Estados Unidos, mientras ganaba el equivalent­e a unos 3.000 dólares por mes.

El caso llevó a la detención del entonces gobernador de Veracruz, Javier Duarte.

La prensa mexicana informó que Duarte había comprado propiedade­s en The Woodlands bajo otros nombres, incluyendo a su cuñada Mónica Ghihan Macías Tubilla, algo que él había negado.

Al menos una propiedad en The Woodlands sigue registrada bajo Mónica M. Tubilla, según muestran los registros de impuestos, con un valor tasado de más de 700.000 dólares. El propio Duarte publicó en Twitter en junio pasado que compró una membresía en The Woodlands Country Club.

Cadena dijo que los mexicanos en su comunidad no quieren ser definidos por los estereotip­os. Más bien, dijo, quieren ser reconocido­s por sus “contribuci­ones como una parte esencial de la prosperida­d de The Woodlands”.

Fuerte impacto

Es difícil encontrar datos concretos e independie­ntes sobre el impacto financiero de la comunidad mexicana en The Woodlands, pero todos están de acuerdo en que es claramente visible.

Julie Charros-Betancour, presidenta de la Cámara de Comercio México-Estados Unidos de The Woodlands, dijo que las familias mexicanas compraron una de cada cuatro casas vendidas en el área entre 2006 y 2015. Durante ese período, Charros-Betancour fue comisionad­a por The Woodlands Developmen­t y The Woodlands Resort para promover negocios y turismo desde México.

“En 2006, no había una sola habitación de hotel ocupada por mexicanos en The Woodlands. Los visitantes se quedaban en The Galleria en ese entonces”, explicó.

Para 2015, sin embargo, dijo, “generamos un aumento combinado de 5.500 por ciento” en la ocupación directa de hoteles y turismo en el municipio.

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Marie D. De Jesús / Houston Chronicle Perla Soto y su esposo David Medina se divierten junto a sus hijos Paola (izq.) y Diego, de nueve y once años respectiva­mente, en un parque de The Woodlands.
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Fotos de Marie D. De Jesús / Houston Chronicle David Medina trabajó con éxito como agente inmobiliar­io en The Woodlands, al norte de Houston.
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Medina empaca los libros de su familia mientras se prepara para la mudanza de regreso a México tras vivir por siete años en The Woodlands.

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